Foto: Directorio franciscano
Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado
Hoy
es Viernes Santo y se conmemora la pasión y muerte de Cristo en la Cruz. Este
es un día de oración, ayuno (puede ser tomar sólo un alimento fuerte siempre
para personas mayores, niños y delicadas en la salud no obliga) y abstinencia
de no comer carne que obliga especialmente a los mayores de edad (18-59 años).
También
podemos contarnos en esa muchedumbre que condena y crucifica a Cristo. El Señor
con su amor hasta el extremo nos ha hecho renacer y nos ha perdonado. Así como Eva
nace del costado dormido de Adán, así la Iglesia, y con ella cada cristiano,
nace del costado abierto de Cristo en la cruz.
La
liturgia es sobria, profunda y estremecedora. Destaca en ella el signo de duelo
por la muerte del Señor y la adoración de la Cruz. En este día la Iglesia ora
por todas las necesidades, especialmente por la conversión de quienes
voluntariamente se apartan del Amor misericordioso.
Únicamente
es el amor el que nos salva. El amor hasta el extremo, “el amigo da la vida por
el amigo”. Cristo nos ha salvado por amor con su muerte en la Cruz. Ha muerto
por ti y por mí y por todos. Mediante ese sacrificio nos vino la redención. San
Pablo con toda razón dice: “Hemos sido comprados a gran precio”.
La
tarde del Viernes Santo representa el drama inmenso del sufrimiento del inocente,
del dolor, la injusticia, el experimentar el mal, en una palabra, el tocar
fondo. Ya Alguien que es Amor nos ha precedido en esto. Hay alguien que se ha
interesado antes.
Hoy
¿Qué se puede hacer en casa? Con la familia: leer Juan 18,1-19,42, meditar y
ver la Pasión de Cristo (Una sugerencia: Película de Mel Gibson) y rezar el vía Crucis.
Puedes
estar quizá en la cruz del sufrimiento: enfermedad (como la pandemia que n
estaba en nuestra imaginación), el dolor, la injusticia, la traición, la
calumnia, el odio, el resentimiento; recuerda que siempre hay personas buenas
que te acompañan como el buen ladrón, María la madre de Jesús. No estás en la
soledad, mira a Cristo y su cruz.
San
Juan teólogo y cronista de la pasión nos lleva a contemplar el misterio de la
cruz de Cristo como una solemne liturgia. Y los títulos de Jesús componen una
hermosa característica profunda de Cristo: Jesús es Rey. Él reina desde el
extremo del amor. Es sacerdote y templo a la vez, con la túnica inconsútil que
los soldados echan a suertes.
Cristo
en la cruz dice: “tengo sed”. Si tomamos este deseo divino desde el aspecto
profundo se puede decir que el Señor tiene sed de nuestra correspondencia al
amor, de la fe y de unir nuestras cruces del día a día a su cruz redentora. Que
rechacemos el pecado y la soberbia con todas nuestras fuerzas.
El
cristiano acepta la cruz de cada día con Amor. La cruz llevada con buenas
disposiciones es signo de salvación y de esperanza Cuando te ves en el Calvario
¿Acudes a la compañía de Dios, personas nobles y María la madre de Dios? La cruz
no es el fin, sino el medio para la vida si lo llevas por amor y con sentido de
redención.
Sí
Cristo ha vencido la muerte, el mal, la injusticia.
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