Foto: Revista Ecclesia
¡No teman! ¡Vayan
y anuncien!
¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente
ha resucitado! Éste era el saludo de los primeros cristianos ante la alegría de
Cristo vivo que hoy puede resonar con la misma fuerza en nuestra interioridad. La
liturgia de por sí es expresiva ya con la vigilia pascual, celebración que se
hace la noche de la espera de la Resurrección. Allí se pasa de la oscuridad a
la luz plena.
Hoy es domingo de la Resurrección
del Señor. El domingo más importante del año. El domingo que hace los demás
domingos. Resucitar quiere decir despertarse, levantarse, alzarse. En efecto, la
tumba de Cristo estaba vacía y se apareció a las santas mujeres, los apóstoles,
discípulos y a más de quinientas personas a la vez.
¿Cuándo resucitó Jesucristo? Jesucristo
resucitó, por su propio poder, al tercer día de su muerte, tal como había
anunciado. Pero puede afirmarse que la Resurrección de Jesús es obra de la
Santísima Trinidad.
Un detalle ¿Cómo resucitó
Jesucristo? Jesucristo resucitó uniendo de nuevo su alma al cuerpo, y saliendo
vivo y glorioso del sepulcro para nunca más morir.
La Resurrección del Señor implica
que Cristo ha derrotado la muerte, causada por nuestro pecado, el mal y toda
forma de sufrimiento. Con este evento nuestra condición humana es recreada y
tiene otra perspectiva, estamos invitados a la vida inmortal. Ya no estamos
atados, aunque lo podamos sentir, a la tristeza, el pecado, la fragilidad y la
derrota.
El encuentro con Cristo resucitado
marca nuestra existencia. Con toda razón pues estamos con alguien que tiene
todos los bienes altos que el corazón humano puede esperar. Siempre es bueno
desprenderse ya de las cosas y fragilidades pasadas. Pasar la página del pasado
que opaca la alegría. La luz de Cristo resucitado tiene que proyectar nuestras
pisadas en el camino del día a día mediante la fe, el amor y la esperanza.
Jesús Resucitado nos invita ¡No
tengan miedo! ¡Vayan y anuncien! Queridos amigos en esta hora de nuestra
historia, donde todavía la amenaza de la pandemia ronda nuestros seres queridos
y pueblos, mantengamos la fe y la confianza en el Señor; y, también en lo que
cada uno puede hacer de su parte. No cedamos a la tristeza, desesperación y el
desánimo.
Vamos todos con María al
encuentro de Cristo vivo. Transformemos nuestros corazones, quizá desanimados
por el futuro, y anunciemos que vale la pena alzarse, recomenzar y resucitar
con el Señor. Los frutos puedes que no lo veas ahora, pero ya aparecerá en el
horizonte.
Una gozosa Pascua de Resurrección
en el Señor. Que se note en nuestra faz y mirada.
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