Tomen y coman esto es mi cuerpo
En este día del jueves santo Jesús instituye en la
última Cena la Eucaristía, el sacerdocio y el mandamiento nuevo de la caridad. Desde
ese momento nunca ha dejado de estar presente en la Eucaristía en todas las
misas y sagrarios del mundo.
Así el Señor ha querido darse con anticipación a su pasión
y muerte y quedarse para siempre. Sólo el amor ardiente, sin medida y hasta el extremo es
capaz de esto. La Eucaristía hace la Iglesia. Recibida con fe es medicina en
nuestras fragilidades.
Esta misa tiene lugar entre las 5 y 8pm del Jueves
Santo. De esta manera se da inicio el triduo pascual: pasión y muerte,
sepultura y resurrección del Señor. En la Última Cena el Señor
se reúne con sus discípulos para celebrar la Pascua.
Esta
celebración significaba para los judíos la conmemoración de la liberación de la
esclavitud de Egipto. Había unas formas establecidas para celebrarla. En este
sentido siguiendo la costumbre judía, Pedro y Juan, realizan las disposiciones
de Jesús y cuidaron que todo estuviera correctamente dispuesto para la cena.
Jesús
confiere a los apóstoles la potestad celebrar la Eucaristía. Así Jesús allí
mismo instituye el sacerdocio y la Eucaristía, convierte a sus apóstoles en
sacerdotes y obispos.
La
Eucaristía es el centro de nuestra vida espiritual, sabemos que Jesús está real
y verdaderamente presente con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad bajo
las especies del pan y del vino. Él mismo dijo: este es mi cuerpo…, esta es mi
sangre…, hagan esto en memoria mía. El Señor nos acompaña en nuestro caminar
fatigoso, incierto a veces, pero con esperanza.
El
gesto del lavatorio de los pies por parte de Jesús a los apóstoles instaura un
nuevo vínculo: la caridad. Quiere decir que el Maestro se hace servidor dejando
muy en claro a sus discípulos, sea de la condición que sea, que ese es su
identidad: el servicio. A los cristianos nos corresponde esto ser servidores.
¿Qué
compromisos puedes fijar del jueves santo? Asistir con mayor disposición a la
Santa Misa. Prepararse cada vez mejor para recibir la Sagrada Eucaristía.
Imitar a Cristo en el servicio desinteresado y amar hasta el extremo (incluso a
los que parece no vale la pena amar). Visitar con más frecuencia el sagrario,
aunque sea un tiempo pequeño. Orar por las vocaciones al sacerdocio. Tener en
claro que Jesús está en la Eucaristía, acompaña y espera tu confianza.
P.
Arnaldo Alvarado
Docente
de Filosofía SSJ-IESPPSJ
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