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jueves, 17 de diciembre de 2020

Sentido de la navidad: Dios nace y es real

 


El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo (Mt 1, 18-24).

Uno de los aspectos importantes de la biblia es que es muy realista en el relato de los hechos. Por ejemplo, los escritores de los evangelios que narran la concepción, nacimiento e infancia de Jesús son cuidadosos en poner detalles históricos, culturales y personales de Jesús, José y María.

José y María eran prometidos y por nada del mundo podía vivir juntos hasta el desposorio. En las culturas semitas es tan alto el valor de la persona y su matrimonio que debe procederse con seriedad y compromiso.

Este acontecimiento se llama el hecho de la Encarnación. Significa que el Hijo de Dios, segunda persona de la Santísima Trinidad, sin perder su condición divina asume la naturaleza humana y se hace hombre en las entrañas purísimas de María.

¿Cómo explicarlo? Ante tan gran misterio siempre podemos decir algo. Podría ser algo así como el rayo del sol ingresa a la sala atravesando el vidrio y sin deteriorarlo. En efecto, el Nacimiento de Jesús no deterioró la integridad virginal de María.

Este es el gran acontecimiento de la Navidad. Ya estamos muy prontos para recibir al Niño Dios ¿Cómo te preparas? Tienes una oportunidad para hacer una buena reconciliación con Dios mediante la confesión, con tu familia por el perdón, con personas a quienes hayas fallado. Además de hacer obras caritativas.

Tiempo de navidad es tiempo de paz, perdón, reconciliación, esperanza y de familia. ¿Te animas a decorar lo más profundo de tu personalidad? ¿Fomentas ambientes de adviento y navidad en tu hogar? ¿Has hecho ya tu belén o nacimiento en casa? Todos estos detalles realízalo con toda tu familia.  

P. Arnaldo Alvarado

miércoles, 25 de noviembre de 2020

¿Cuándo será el fin de los tiempos?

 



“Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra angustia de las gentes, consternadas por el estruendo del mar y de las olas; y los hombres perderán el aliento a causa del terror y de la ansiedad que sobrevendrán al mundo” (Lc 21, 20-28).

Jesús nos da a conocer cómo serán los acontecimientos previos a su segunda venida al final de los tiempos. Este mundo se acabará cuando Dios lo quiera ¿Hay alguna fecha? No. Nadie sabe el día ni la hora, pero el mundo llegará a su fin.

Antes habrá señales previas como acontecimientos cosmológicos (físicos), negación y rechazo de Dios, males naturales y morales tan atroces, persecuciones a la gente buena, la Iglesia y a los cristianos. El mal parece que triunfara pero no, será Cristo quien instaure la justicia, verdad y libertad que ahora tanto anhelamos.

Nada material puede ser perenne. Todo lo que es materia está sometido al desgaste, la división, deterioro. Por ejemplo, los científicos hablan que el sol tiene una duración de 5 mil millones de años, luego apagará su luz.

¿Hay algo malo del cuál te has hecho cómplice o autor que debes corregir? ¿Cómo vives este tiempo que Dios te concede? ¿Estás agradecido con Dios por todas las oportunidades que tienes? ¿Te quejas de que las cosas no van como te gustaría?

En efecto es hora de que te des cuenta que el tiempo pasa y tienes que ponerte las pilas para aprovecharlo y hacer mucho bien. Recuerda que hay una segunda venida del Señor y con ella el fin de los tiempos.

P. Arnaldo Alvarado

miércoles, 18 de noviembre de 2020

¿Puede Dios llorar?

 


“Al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: ¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz!” (Lc 19, 41-44).

Este pasaje del evangelio narrado por Lucas es impresionante. Pues expresa el realismo de la naturaleza humana y divina en la única persona de Jesús. Realmente Cristo es el rosto del Dios viviente que busca al ser humano y lo rescata de la miseria.

Jesús se asombra de la incredulidad del pueblo elegido. Qué no ha hecho Dios a lo largo de la historia por Israel. La ingratitud, rechazo y la falta de fe conmueven a Cristo. De esta manera Jesús se hace parte del dolor que padecerá la población y la ciudad como consecuencia de su falta de fe.

Jesús profetiza la suerte de la incredulidad. En efecto en los años 70 Jerusalén fue destruida por la invasión de los romanos. No quedó piedra sobre piedra. Apartarse del bien, la justicia y la libertad verdadera siempre es un deterioro de la persona y la condena al sufrimiento está asegurada por la misma persona que es autor del mal.

No querer aceptar a Dios y los signos del mesías significa que no se acepta la salvación. Alguien dijo “para el que quiere creer tengo muchas razones, para el que no ninguna”. ¿Cómo valoras la fe y las verdades que Dios ha comunicado y la Iglesia lo enseña? ¿Profundizas e interiorizas la fe? ¿Acaso es el orgullo, la soberbia aquello que te aleja?

En la historia de las religiones no se encuentra un Dios que pueda mostrar compasión ante la miseria humana. Mucho menos un Dios que asuma el pecado y lo perdone. Esto sólo pasa en Cristo que llora por la autodestrucción de la persona y hace todo lo posible para rescatarla.  

¿Qué podrías hacer para ser un creyente? Agradece y pide a Dios que te aumente la fe, interioriza y forma tu fe, mira a Jesús como Dios, hermano y amigo, abre tus puertas al diálogo con Dios mediante la oración.  

P. Arnaldo Alvarado

jueves, 12 de noviembre de 2020

¿Qué viene inmediatamente después de la muerte?

 



“Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca entonces llegó el diluvio y acabó con todos…Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del Hombre” (Lc 17, 26-37).

Con estas palabras el Señor nos invita a vivir este tiempo con conciencia recta y responsabilidad. Estamos de paso, nuestra vida después de la muerte entrará a la eternidad. Si hemos muerto con paz y amigos de Dios estaremos en el Cielo; si aún nos ha faltado algo más iremos al purgatorio pero con la esperanza de llegar al Cielo.

Pero si nuestra vida ha sido de odio, venganza, soberbia, atropellos a la dignidad de la persona, ofensas a Dios y sin cambios ni arrepentimientos ya se vive el infierno y si así morimos nos espera la condenación donde no está Dios y todo es egoísmo, es el infierno.

Por tanto, hay dos juicios por los que pasa el hombre: el primero, inmediatamente después de la muerte tenemos el juicio particular con Dios, cada uno seremos juzgados, no importa aquí la condición, nos presentaremos ante Dios. Él será justo.

El segundo juicio es el final, cuando pase el mundo, al fin de los tiempos y será público. Se revelará a los ojos de todos nuestro más profundo ser y obrar de nuestra historia. Allí se resplandecerá públicamente lo bueno y malo que hemos hecho. El juicio final ratifica la situación del primer juicio.

En estos días tan movidos en el Perú como ciudadanos mantengamos el orden, el respeto, la paz, el bien de todos, construyamos puentes. No podemos ser gestores, ni autores, ni cómplices de las violencias en las calles. Hay derecho a la protesta por motivos justos, pero también los demás tienen derechos: propiedad privada, seguridad, vida, libertad.

Asumamos la vida con responsabilidad. Si hay actitudes que cambiar ya es hora de hacerlo. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Siempre hay perdón.

P. Arnaldo Alvarado

viernes, 30 de octubre de 2020

Llamó a los que quiso

 


“Por entonces, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles... (Lc 6, 12-19)

Este pasaje del evangelio es sumamente entrañable. Se trata de un acto fundamental en la vida de Nuestro Señor y de toda su continuidad. Jesús tenía muy en claro su misión que padecería en la cruz y pasaría de este mundo al Padre redimiendo a todos los hombres de todos los tiempos. Alguien ha dado la vida por ti y por mí.

Pero ¿Quién continuaría actualizando los medios salvíficos de Dios? Allí está el detalle. Jesús elige a los doce apóstoles para esto. La característica del apóstol es: elegido por libre iniciativa del Señor, viven con Jesús durante los tres años de su vida pública, enviados a la misión.

Precisamente un apóstol es un llamado. ¿Sabes que el día de tu bautismo fuiste también constituido en discípulo de Jesús? ¿Eres consciente que has sido llamado con predilección? La Iglesia ha sido fundada por el Señor y encomendada a los apóstoles para que perdurara por todos los tiempos hasta el final de la historia.

Agradece que el buen Dios te ha invitado a recibir la fe. Fueron tus padres, familiares, padrinos quienes hicieron de instrumentos para que sea posible. Con la fe bautismal te constituyes en apóstol de Jesús y puedes evangelizar, es decir, mostrar a Cristo con el ejemplo de tu vida donde te encuentras. No es fácil, pero esa es la misión.

¿Sigues a Jesús en sus enseñanzas, lo imitas con detalles concretos y le das a conocer con tus comportamientos? Agradece, valora y contagia el fuego del amor que Dios dejó en ti.

martes, 27 de octubre de 2020

El amor en tiempos de prueba

 


“Fuego he venido a traer a la tierra, y ¿Qué quiero sino que arda? (Lc 12, 49-53).

El fuego en el uso bíblico expresa el amor de Dios. Pues Dios es esencialmente amor y lo comunica a la creación. Toda la creación, especialmente el ser humano, es obra de libertad y amor. Hay amor donde hay comunión de personas.

Amar significa ser predilecto. Esta condición implica que hemos sido pensados y elegidos antes de nuestra existencia por amor. Pertenecemos al plan de Dios. ¿Cómo amar cuando las cosas son muy duras y difíciles de entender?

Es verdad que para amar se necesita ser amados. Dios nos ha amado primero. Esta es la gran noticia. Como seres humanos notamos los entrampamientos de la vida mediante la experiencia del mal, el dolor, la injusticia, la calumnia, la escasez, la traición, cuando no es buscado o provocado por nosotros mismos puede ser el hilo que nos conduce al amor.

Entonces en esas circunstancias amar implica: Que Dios me ama primero y me sostiene, que no estoy solo, puedo cambiar en mi modo de pensar, sentir y obrar para bien, dar lo mejor de sí, encontrar un sentido a todo lo que pasa, reflejar con las acciones que es posible amar en la dureza, esperar que la tristeza se convierta en esperanza, que nuestra existencia no es por asar, cuanto más se ama se vive mejor la libertad.

Lo que Jesús nos exhorta es precisamente esto: que se resplandezca ese amor primero que llega hasta el extremo de dar la vida. ¿Te propones encender la chispa de amor en tu corazón sabiendo que eres parte del amor de Dios y desde allí darlo a conocer?

miércoles, 30 de septiembre de 2020

¿Cómo descubrir la vocación sacerdotal y religiosa?

 


¿Cómo descubrir la vocación sacerdotal? 
La mies es mucha y los obreros pocos

“La mies es mucha y los obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies” (Lc 10, 1-12).

Con estas palabras Jesús nos recuerda que el campo de Dios, es decir, el mundo, las personas tienen abundante necesidad de Dios. Todos estamos invitados a saciar esa sed de Dios inscrita en la misma naturaleza humana.

La Iglesia es una familia. Es importante que todos nos sintamos comprometidos en promover las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa de chicos, chicas y jóvenes que comprometan su vida por Dios y al servicio de los que más necesitan.

Personalmente cuando era adolescente nunca pensé que sería sacerdote. Hasta que vi la necesidad de las personas, especialmente de los más alejados y que vivían en condiciones muy duras, hizo despertar en mi el deseo de ser sacerdote.

Entonces dejé todo proyecto humano con el cual soñaba en realizarlo y no veía las horas pero los planes de Dios fueron distintos. Aquí estoy como sacerdote. Si Dios te llama a seguirle si eres chico como sacerdote; o si eres chica a ser religiosa en el carisma que guste, toma la decisión de afrontar el tema y aclarar las dudas. No apagues el fuego que llevas.

¿Cómo saber que Dios me pide algo? Tienes grandes metas en la vida, quieres ayudar, en algún momento pensaste en ser sacerdote o religiosa, te compadece las personas, quieres que el mundo marche mejor, tienes amigos a quienes ayudas y quieres hacer las cosas bien.

¿Quién me puede ayudar a descubrir mi vocación? Pues una persona de fe. Dialoga, conversa con un sacerdote, una religiosa, amigo o un familiar de fe. Aviva esa llama de servir al Señor, cuánto más grande es lo que amas más bella es la satisfacción.

Si eres papá, mamá, familiar, amigo, docente, maestra, catequista tienes una bonita tarea de ayudar a descubrir vocaciones en las personas que Dios te ha confiado.

¿Te comprometes a rezar, ofrecer tus ocupaciones, dificultades para que haya más sacerdotes y religiosas en la Iglesia? La mies es mucha y los obreros son pocos.

Buen día para todos.

miércoles, 19 de agosto de 2020

Libertad y compromiso por el reino de Dios

 

AzleAvenue - Busquen el reino de Dios por encima de todo... | Facebook

Amigo ¿Cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta? (Mt 22, 1-14). Con estas palabras el Señor nos explica que al reino de Dios están invitados todas las personas de todos los tiempos. En efecto, quienes hemos recibido el bautismo ya lo tenemos como herencia.

En este pasaje del evangelio hay un detalle importante. Todos han sido invitados por rey a la celebración, pero los ciudadanos no dan la importancia debida. Cada uno va a sus asuntos.

Este el gran problema de nuestros tiempos. Dejamos para después temas importantes: perdón, ser perdonados, oración, la caridad, el trabajo bien hecho, tiempo de la familia, cortar una dependencia o persona que no te conviene, dejar los vicios.

El peligro es dejarse llevar por los caprichos. Esto implica que aquello que domina es el antojo con la gravedad de dejar lo realmente valioso. Así el mal uso de la libertad antes que ratificar nuestra personalidad la deteriora y terminamos despreciables a los ojos humanos y de Dios.

Nos toca hacer que el reino de Dios crezca en cada uno y en la sociedad con la buena respuesta que se puede dar en la familia, en el trabajo, con la coherencia de vida. El cristiano no lo tiene fácil. Necesita ir contracorriente. Pero aquella semilla tiene que crecer.

¿Te propones dejar la superficialidad para dedicarte a lo importante? ¿Das importancia a los temas de tu fe o dejas para después? ¿Cuánto valoras el reino de Dios? Pues en esta vida estamos de peregrinos, la vida definitiva está más allá.

P. Arnaldo Alvarado

 

viernes, 14 de agosto de 2020

El perdón: herida y medicina

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En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: Señor, si mi hermano me ofende ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? ¿Jesús le contesta: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete (Mt 18, 21-19,1).

Con esta respuesta el Señor nos invita a perdonar siempre y hacerlo continuamente. El perdón es un acto de la voluntad por el cual se identifica las heridas del pasado, se reconcilia y se vuelve curado. Dios no se cansa de perdonar porque es esencialmente amor. Cuánto más se ama, más se perdona. De allí que el perdón de Dios sea generoso.

Perdonar quiere decir expresar un acto de amor a sí mismo y a los demás por amor a Dios. Lo que no quiere decir que se está de acuerdo con la ofensa causada. No. Se perdona a la persona, pero se rechaza los actos malos.

Puede que no tengamos el valor de perdonar por la gravedad de las ofensas. Pero recuerda eso implica que se cargue con algo pesado con la idea que traerá la solución. Pero no es así. Algunos comparan el gesto de no perdonar como aquella persona que toma algo amargo pensando que traerá la solución.

Más que un sentimiento el perdón implica libertad para comprender los fallos, dejarlos en la mano de Dios y que se restaure lo dañado. No se acepta el daño, sino la persona que quiere cambiar. De parte del autor de la ofensa siempre tiene obligación de restablecer y restituir lo dañado, cambiar de actitud y ser diferente.

¿Cómo puedo perdonar? ¿Cuáles serían las fuerzas que me ayuden a perdonar? Humildad, esto es, comprender que la ofensa está allí y se perdona aunque el autor del daño debe restituir las pérdidas.

Oración. Pedirle a Dios la fuerza para restablecerse y curar las heridas. Dar tiempo a que las heridas se curen.

Paciencia: tener fe en que las personas cambiarán y tener la esperanza de que si perdono Dios también me perdonará.

Justicia. Lo que es de justicia debe restablecerse.

¿Cuáles son las heridas causadas por ofensas propias y ajenas y que debes perdonar y pedir perdón? No dejes para mañana lo que puede hacer hoy.

P. Arnaldo Alvarado

domingo, 26 de julio de 2020

Búsqueda y encuentro


Reflexión del Evangelio según san Mateo 13:44-46 | OpusMisericordiae
Foto: Opusmisericordiae

“El reino de los cielos se parece a un tesoro encontrado en el campo”


En efecto, compara el Reino de Dios a un tesoro encontrado en el campo y una perla fina que se compra. El que los encuentra vende todo lo que tiene y posee. En realidad, lo importante a subrayar aquí es la actitud de quien encuentra.

De esta manera el Señor nos interpela al diálogo cuyo comienzo ya inició en la eternidad pues estamos en la mente y plan de Dios. La existencia es un don, sea en la experiencia que hayas vivido o se encuentre, pero la vida humana es un regalo. Más todavía el bautismo selló esa alianza eterna y allí comenzó el reino de Dios.

¿Qué es lo mejor que has encontrado en la vida? ¿Cuál es el tesoro más valioso que tienes? ¿Qué perla fina tienes como valor máximo? ¿Cómo es tu actitud ante tales dones? Pues el tesoro se encuentra y la perla se busca. Esta es la fe y la vocación concreta que Dios te ha concedido para hacer todavía más fino la búsqueda del reino de Dios.

¿Qué es el reino de Dios? Es poseer al autor de todas las bendiciones y todos sus dones. Esto inicia ya aquí en esta vida de peregrinos y se manifiesta en ciernes. Luego, cuando pasemos de este mundo al otro, y más todavía al final de los tiempos se dará en plenitud. Vale la pena vivir aquí con los pies muy firmes en la tierra y el corazón muy fijo en el cielo.

Buscar el reino de Dios significa anteponer todo para conquistarla. En efecto es una respuesta de generosidad ante algo tan valioso cuya pérdida implicaría que la vida ya no tiene sentido: el bautismo y la fe. Se trata de poner las cosas en orden y expresar una actitud firme para conseguir esos tesoros.

Además, se trata de buscar continuamente el reino de Dios, es decir, que esto crezca. Ponerse en acción con los medios al alcance. El Dios de nuestra fe es de libertad y amor sin medida. El peligro está en la pasividad querer que todo venga sin esfuerzo y que Dios solucione o asuma lo que te corresponde.

Para conquistar lo más grande en la vida hay que hacer la guerra. Realmente demostrar que se aspira a conseguirlo. Pero esa lucha se hace concreto. El camino es el lugar donde Dios te ha puesto. Allí te ha dado una vocación estés donde estés.



P. Arnaldo Alvarado

jueves, 16 de julio de 2020

La sociedad del cansancio y agobio


La sociedad del cansancio” de Byung-Chul Han – MediaLab
Foto: MediaLab-UNMSM

“Vengan a mi todos los que están cansados y agobiados y les aliviaré” (Mt 11, 28-31). Con estas palabras el Señor nos pone en nuestra realidad que como seres humanos estamos propensos al desgaste físico, moral, espiritual. ¿Cuál es tu situación?

En efecto la sociedad nuestra y, por tanto, nosotros mismos, se caracteriza por ser una sociedad del cansancio, la soledad, la auto explotación. ¿Quién no ha sentido alguna vez tristeza, soledad y agotamiento? ¿Acaso en algún momento no has pensado en tirar la toalla y rendirte? Pues esas actitudes reclaman una seria atención a lo que vives.

Este diagnóstico se debe al exceso de consumo, desorden, superficialidad y egoísmo. En realidad, la causa de todo parece ser la autorreferencialidad y olvido de los demás; empezando desde casa.
Piensas que nadie puede ayudarte. Te encuentras solamente tu en la lucha. Esto sería hacer girar todo a nuestro alrededor. Las cosas serían distintas si comenzaras a ser más más sencillo, humilde y poner una jerarquía de valores e intereses en tu vida.

Por otro lado, el día de hoy es la fiesta de la Madre de Dios en su advocación Nuestra Señora del Carmen. Desde aquí saludamos a toda la familia carmelitana. La Virgen del Carmen es patrona de muchos lugares. Recuerda: cuánto bien nos hace saber que no estamos solos. María es nuestra Madre también. Acude hacia ella con confianza.

Ya es hora de conocerla, tratarla con cariño porque ella te lleva a Dios y estar más unido a tu familia. Además, puedes llevar algunos detalles como el santo escapulario, que es una prenda cuyo signo es de protección y compañía de nuestra madre. Eso sí llévalo con dignidad y recuerda donde está el hijo está la Madre.

¿Te comprometes a dejar el cansancio, la soledad y los agobios con la ayuda del Señor y la valentía de poner orden en tu vida?
Buena jornada para todos.
P. Arnaldo Alvarado

domingo, 12 de julio de 2020

Docilidad y disponiblidad


Domingo XV: Docilidad y disponibilidad
“La acogen y ponen en práctica”

 La Parábola del Sembrador – Discipulado Cristiano
Foto: Discipulado cristiano

En este domingo encontramos en la liturgia la parábola del sembrador. Hasta cierto punto esta enseñanza es autobiográfica ya que Jesús es el sembrador de la Palabra de Dios que espera la buena acogida y los frutos que se producirá con generosidad, libertad y compromiso.

Ante un panorama no tan alentador por las circunstancias de nuestro tiempo como del olvido de sí mismo y pérdida de la identidad y la memoria, el hiperconsumo, la auto explotación y rechazo de la herencia cultural recibida a nivel personal, familiar y global exige de nuestra parte una mayor conciencia de ser discípulos del Señor.

Pero una advertencia; y, se trata de que no veamos esta realidad lejos, distante o que no nos afecta. No. Ese panorama desolador puede estar también muy cerca de ti. Entonces la pregunta es ¿Cómo obedeces para llegar a las buenas metas? Cuando te sugieren temas que corregir y mejorar ¿Cómo lo acoges? ¿Asumes mayor libertad en hacerlo tuyo e identificarte?

En efecto, seguimos a una Persona que es amor. Cristo ha mostrado el rosto de Dios viviente y poseedor del Espíritu que genera nuevos vínculos y recrea. Imitamos al Señor Jesús y esta es nuestra tarea en el día a día. Cristo es obediente y dócil al Padre. Está dispuesto a cumplir su voluntad hasta el extremo y nos invita aprender de Él en la mansedumbre y humildad.

La Palabra de Dios es como el rocío que al caer en la tierra la hace fecunda y no retorna vacía. Así son las exigencias que nos ayudan a crecer desde dentro siempre maduran la buena semilla. Además, los frutos lo verás con el tiempo si es que perseveras, trabajas incansablemente, vences la pereza y superas los disgustos.

El Señor ha depositado la buena semilla en nuestros corazones. La pregunta que puedes hacerte es ¿Qué tipo de terreno eres? ¿Cómo acoges? Tendrías que fijarte si eres terreno del camino, pedregal, espinos o buena. Un detalle importante es resaltar que Dios siembra con generosidad. Esparce la semilla sin mirar dónde caiga. Veamos las distintas acogidas.

Tierra del camino. La semilla cae, pero al no encontrar acogida desaparece. Aquí se ubican las distracciones que predominan en nuestro tiempo a través de los chismes, habladurías, ideologías, palabrerías, exceso de consumo música, internet, modas, cosas mundanas.

La tierra en pedregal representa la acogida de lo bueno con entusiasmo, pero al ser demasiado emotivo y superficial desaparece tan rápido. Por ejemplo, se presenta la enfermedad, el sufrimiento, la contrariedad, se seca, se disuelve y ya no hay más. La semilla que cae en espinos son aquellas riquezas, placeres, preocupaciones mundanas que terminan ahogando el deseo de cambiar y mejorar.

Está finalmente la tierra buena que representa al que escucha, acoge y pone en práctica. Esta es la misión del discípulo hacer realidad, dentro de su fragilidad, de la riqueza del mensaje heredado. María es el ejemplo, escucha y fertilidad de la buena semilla.

P. Arnaldo Alvarado

domingo, 5 de julio de 2020

Sencillez y nobleza de espíritu


Para una vida lograda: Sencillez y nobleza de espíritu

Pin de Tatiana Barrios en Frases | Frases inspiradoras, Frases ...

Jesús nos da a conocer su oración personal mediante estas palabras: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor». Es una joya. Somos discípulos, esto es, seguidores creativos de las enseñanzas del maestro cuyas palabras nos inspiran para estar más dispuestos en acoger su mensaje.

Este pasaje del evangelio (Mt 11,25-30) presenta un diálogo abierto y lleno de confianza entre el Hijo y el Padre. Así puede ser nuestro trato con el Señor. Puesto que en la oración nos encontramos con una persona que nos ama y conoce a fondo. Hablar y encontrarse con alguien que transmite mucho bien nos ayuda a crecer.

Asistimos a una sociedad del cansancio, del hiperconsumo y la auto explotación. Claro esto diagnostican los expertos. ¿Acaso también no sucede de alguna forma en tu vida? Revisa y puede que haya excesivas preocupaciones por el trabajo, fijarse en la enfermedad que se lleva y olvidarse de las oportunidades, prisas en el día a día, agobios, ansiedades por el futuro, la conciencia que necesita paz. Esto refleja heridas que deben ser curadas.

Lógicamente hay verdaderos agobios, por ejemplo: en los pobres, refugiados, perseguidos, calumniados, inmigrantes, deprimidos, escases laboral, aquellos que están solos. No podemos negar estas situaciones. Pero Jesús nos invita: «Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les aliviaré».

¿Cuál es la forma de alivio que habla el Señor? Es fundamentalmente en aquello que es el motor de toda vida humana: amar y ser amados. Lo que salva es el amor divino cuyo resplandor lo encontramos en los demás y se llama amor fraterno y solidario.

Hace tiempo escribió el Papa emérito lo siguiente: “El verdadero remedio para las heridas de la humanidad -sea las materiales, como el hambre y las injusticias, sea las psicológicas y morales, causadas por un falso bienestar- es una regla de vida basada en el amor fraterno, que tiene su manantial en el amor de Dios” (Benedicto XVI, Ángelus, 3 julio 2011).

Ante este panorama es necesario sencillez y nobleza de espíritu (mansedumbre) para superar todo afán ambicioso y desordenado en buscar únicamente el poder, el bienestar individualista, ideas egoístas y lejanas de la verdad, abusos en diversas circunstancias, prepotencia, interés que asegura el éxito a toda costa, estilo agresivo.

Estamos invitados asumir las cosas con humildad y sencillez que asegura un futuro digno para el hombre, familia y sociedad. La mayor ceguera para todo es el orgullo y la soberbia.  Todo el bien y mal que hagas en el tiempo tiene su recompensa ya aquí y todavía mayor en el más allá. No te canses de hacer el bien.

P. Arnaldo Alvarado

jueves, 2 de julio de 2020

¿Cómo hacer una buena confesión?


confesión – Catholic-Link
“Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: ¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados” (Mt 9, 1-8).


El episodio conmueve. Dado que los paralíticos no pueden hacer nada por sí mismos, necesitan de otros. En efecto, son sus amigos quienes lo llevan al maestro. Además, lo llevan con gran fe. Están seguros que serán atendidos y aquel amigo desdichado tendrá cura en sus males.

La parálisis es signo del pecado. El pecado mortal da muerte al alma y perdemos todo vínculo de amistad con Dios y con la Iglesia. Necesitamos salir de este mal, pero ¿cómo? Mediante la confesión.

Sólo Dios puede perdonarnos los pecados pero ha dejado en manos frágiles de sus apóstoles y de éstos a los sacerdotes la capacidad de perdonar los pecados en su nombre. Acudir al sacramento de la confesión nos da la paz y reconciliación con Dios y la Iglesia.
¿Cómo hacer una buena confesión? Aquí algunas recomendaciones:

·       Prepárate. Tienes que darte cuenta cuáles son tus acciones malas pequeñas y grandes.
·       Arrepiéntete. Es el compromiso de pedir perdón a Dios y a los demás por la ofensa.
·       Has un propósito. De no volver a pecar y desterrar ese pecado de tu vida.
·     Confiésate. Busca al sacerdote y expresa todos tus pecados, especialmente empieza por el que tienes más vergüenza.
·  Tomar la medicina y reparar el daño. Ahora se trata de hacer algo en penitencia y reparación por el daño causado. Recuerda que no es un castigo, sino una medicina.

¿Te comprometes acudir a la confesión con fe y frecuencia? Ánimo, tú puedes, Dios te acoge, perdona y no te condena.

P. Arnaldo Alvarado
1 julio 2020

domingo, 28 de junio de 2020

Domingo del seguimiento radical e identificación

Mirando más allá de la superficie
                                                                                                                           Foto:IBPM

¡Paz y bien!
Hoy domingo es el día del Señor. Somos invitados para alimentarnos con la palabra de Dios y el pan Eucarístico.

Jesús nos propone seguirle con todo nuestro compromiso y además identificarnos con él. En efecto, nos dice: “El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí”.

Son palabras muy claras que denotan lo radical y primordial del amor de Dios y la búsqueda del bien de las almas. Esta invitación a la renuncia no significa rechazar lo bueno, no; sino de introducirlo en algo mayor, grande para todos. Por ejemplo, cuando alguien antepone lo suyo y cierra los bienes a los demás.

Este pasaje del evangelio es peculiar (Mt 10, 37-42). Se ubica en san Mateo quién recoge cinco discursos haciendo referencia a los cinco libros sagrados del Antiguo testamento, pero que esta vez se cumple en Cristo.

Este pasaje contiene las instrucciones que el Señor brinda a sus discípulos, es decir, a ti y a mí. Pues desde el bautismo somos revestidos o mejor identificados con Cristo.

Entonces todo bautizado es un profeta, o más todavía, un apóstol. Esto quiere decir que somos testigos de alguien. Lógicamente el cristiano se identifica con Jesús especialmente cuando ese mensaje está en contraste con las ideas y actitudes del tiempo, lugar o donde lleva la corriente.

¿Cómo te identificas con Cristo?
Cuando tienes responsabilidad familiar, laboral, apostólico, de gobierno y buscas el bien común. Cuando denuncias las injusticias y eres perseguido. Cuando buscas ser coherente y te excluyen del trabajo, proyecto, la amistad. Cuando quieres ser caritativo y no te entienden, ponen obstáculos, se oponen. Cuando hablan mal de tu persona por envidia o celos. Cuando haces algo bueno desinteresadamente y con todo el corazón y no recibe agradecimiento.

¿Qué se espera de tu parte?
Al menos dos puntos. Por un lado, reconoce la presencia del Señor. Es la hora de la cruz. No estás solo. El Señor te acompaña. Es el momento del testimonio, de la rectitud de intención y la generosidad. Y recuerda todo lo que hagas por amor a Dios y a los demás tendrá su recompensa. Como decía madre Teresa de Calcuta: “Has el bien hasta que duela”. Por otro, agradece, pues es un momento de gracia especial y Dios te bendice.

Hoy es una ocasión para que goces la misa con intensidad de fe. Buen domingo a todos.

P. Arnaldo Alvarado

miércoles, 24 de junio de 2020

No solo palabras


Ponle un filtro a tus palabras y gestos – www.mariapaulavelez.com

“No todo el que me dice Señor, Señor entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo” (Mt 7, 21-29).


El cristianismo se caracteriza por ser la religión de la libertad. Se adhiere a la fe por una respuesta personal a un Dios que busca, salva e interpela un diálogo. En ese sentido cuenta la oración, la palabra y las buenas obras.

Es verdad que Dios es bueno por excelencia y no quiere nada malo para nosotros. Pero sí puede permitir, respetando nuestra libertad, el mal; porque nosotros mismos lo buscamos o porque pertenece a la naturaleza finita de las cosas.

De allí que, para crecer en amor a Dios, salir de una dificultad, mejorar en hábitos, superar defectos, vicios, dependencias hace falta pedirle Dios que nos libere pero también cuenta nuestro actuar y firme compromiso.

¿Cómo proponernos a seguir la voluntad de Dios? Aquí algunas recomendaciones:
·       Has lo que debes y está en lo que haces. Nadie puede hacer las cosas buenas por ti. Sólo tú te haces bueno con la ayuda de otros lógicamente.
·    Usa los medios humanos como si no existieran los divinos. Dios cuenta todo lo que hagas, porque es el primero en confiar en ti.
·  Acude a los medios divinos como si no existieran los humanos. Tu oración, fe, confianza en el Señor tiene que ser decisiva. La fe mueve montañas.

¿Sabe que tu libertad se fortalece, ensanchada con la fuerza de la fe? Tu correspondencia y buenas acciones cuenta para crecer como persona, cristiano y para la santidad.


P. Arnaldo Alvarado
24 junio 2020

domingo, 21 de junio de 2020

Reflexiones sobre el domingo: no tengan miedo


Reflexiones del Papa Francisco sobre el evangelio del domingo

No tengan miedo. - Sunday Social
Foto: Sunday social

El Papa Francisco se ha asomado hoy – XII Domingo del Tiempo Ordinario – desde el Balcón del Palacio Apostólico para rezar junto a los fieles presentes en la Plaza y también con quienes siguen la transmisión desde casa, el rezo mariano del Ángelus. Pero antes de la oración, ha comentado el Evangelio del día en el que el Apóstol Mateo recoge la invitación que Jesús dirige a sus discípulos a no tener miedo, a ser fuertes y confiados ante los desafíos de la vida, advirtiéndoles de las adversidades que les esperan: “El pasaje de hoy forma parte del discurso misionero con el que el Maestro prepara a los Apóstoles para la primera experiencia de proclamar el Reino de Dios, ha explicado el Papa, asegurando que "el miedo es uno de los enemigos más feos de nuestra vida cristiana y Jesús exhorta no tener miedo". Después, Francisco ha descrito las tres situaciones concretas a las que se enfrentarán.

Primera situación: los que quieren silenciar la Palabra de Dios

La primera situación a la que se enfrentaron los Apóstoles y de la que advierte el Papa es “la hostilidad de los que quieren silenciar la Palabra de Dios, edulcorándola o silenciando a los que la anuncian” y explica que en este caso, “Jesús anima a los Apóstoles a difundir el mensaje de salvación que les ha confiado”; mensaje – dice el Papa – que hasta el momento Él lo había transmitido “con cautela, casi en secreto”.

Segunda situación: amenaza física, persecución directa incluso hasta el punto de que los maten

La segunda dificultad con la que se encontrarán los misioneros de Cristo es “la amenaza física en su contra, o sea, la persecución directa de su pueblo, incluso hasta el punto de que los maten” señala Francisco y exclama: ¡Cuántos cristianos son perseguidos aún hoy en día en todo el mundo! Si sufren por el Evangelio y con amor, son los mártires de nuestro día”.

Además, el Papa recuerda que a estos discípulos de ayer y de hoy que sufren persecución, Jesús les recomienda: «no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma». Es aquí que el Papa reflexiona sobre esto, explicando que no hay que temer a los que intentan extinguir el poder de la evangelización mediante la arrogancia y la violencia, pues no pueden hacer nada contra el alma, es decir, contra la comunión con Dios: “nadie puede quitársela a los discípulos, porque es un regalo de Dios. El único temor que debe tener el discípulo es el de perder este don divino, renunciando a vivir según el Evangelio y procurándose así la muerte moral, efecto del pecado”.

Tercera situación: sentirse abandonado por Dios

Por último, el Santo Padre cita el tercer desafío al que los Apóstoles se enfrentaron: “el sentimiento de que el mismo Dios los ha abandonado, permaneciendo distante y en silencio”. Francisco asegura que Jesús, también en este caso, “nos exhorta a no tener miedo, porque, aunque pasemos por estos y otros escollos, la vida de los discípulos está firmemente en manos de Dios, que nos ama y nos cuida”. De hecho – dice – “no es una simple exhortación a recuperar la fuerza y el coraje ante las tribulaciones y los peligros. No. Es una certeza precisa que el Señor nos invita a renovar nuestro viaje cada día y en todo momento”. Es por ello que concluye con su invocación a María Santísima para que nos ayude “a no ceder nunca al desánimo, sino a confiarnos siempre a Él y a su gracia, más poderosa que el mal”.

P. Arnaldo Alvarado

viernes, 19 de junio de 2020

Consagración al Sagrado Corazón de Jesús


CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA AL CORAZÓN DE JESÚS

CONSAGRACIÓN 2019 - Círculo Pío IX | ¡Por un Ecuador Católico!
Foto: Círculo Beato Pío IX

Puestos de pie puedes empezar solo o con quienes tengas al lado con mucha fe: 

Señor Jesucristo, arrodillados a tus pies,
renovamos alegremente la Consagración
de nuestra familia a tu Divino Corazón.

Sé, hoy y siempre, nuestro Guía,
el Jefe protector de nuestro hogar,
el Rey y Centro de nuestros corazones.
Bendice a nuestra familia, nuestra casa,
a nuestros vecinos, parientes y amigos.

Ayúdanos a cumplir fielmente nuestros deberes,
y participa de nuestras alegrías y angustias,
de nuestras esperanzas y dudas, de nuestro trabajo y de nuestras diversiones.
Danos fuerza, Señor, para que carguemos nuestra cruz de cada día
y sepamos ofrecer todos nuestros actos, junto con tu sacrificio, al Padre.

Que la justicia, la fraternidad, el perdón y la misericordia estén presentes en nuestro
hogar y en nuestras comunidades. Queremos ser instrumentos de paz y de vida.
Que nuestro amor a tu Corazón compense, de alguna manera,
la frialdad y la indiferencia, la ingratitud y la falta de amor
de quienes no te conocen, te desprecian o rechazan.
Sagrado Corazón de Jesús, tenemos confianza en Ti.
Confianza profunda, ilimitada. Amén.

A continuación, se ora el PADRE NUESTRO
Siguiendo la enseñanza de Jesús, manso y humilde de corazón, acudamos con confianza
a nuestro Padre, diciendo:
Todos
Padre nuestro...

COMUNIÓN ESPIRITUAL
A continuación, se manifiesta el deseo de recibir a Jesús en la Eucaristía de modo espiritual
Creo, Jesús mío,
que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te amo sobre todas las cosas
y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma,
pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido,
te abrazo y me uno del todo a Ti.
Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.
Amén.

ACCIÓN DE GRACIAS
Después se recita o se entona un cántico de acción de gracias
Hoy, Señor, te damos gracias, / por la vida, la tierra y el sol.
Hoy, Señor, queremos cantar / las grandezas de tu amor.
Gracias, Padre, mi vida es tu vida, / tus manos amasan mi barro,
mi alma es tu aliento divino, / tu sonrisa en mis ojos está.
Gracias, Padre, Tú guías mis pasos, / Tú eres la luz y el camino,
conduces a ti mi destino / como llevas los ríos al mar.
Gracias, Padre, me hiciste a tu imagen, / y quieres que siga tu ejemplo
brindando mi amor al hermano, / construyendo un mundo de paz.

INVOCACIÓN A LA VIRGEN MARÍA
Todos
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no desprecies las súplicas que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien líbranos siempre de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita! Amén

miércoles, 17 de junio de 2020

La oración sincera


www.rezaconnosotros.org | Imagenes de velas encendidas, Luz en la ...
“Cuando recen no usen muchas palabras…su Padre sabe lo que les hace falta antes de que se lo pidan” (Mt 6, 7-15).


¿Cómo orar? Ubicarte en la presencia de Dios. Tienes que saber que estás ante una persona que ha sido primero quien te invitó al diálogo. Orar significa responder a una cita. De allí la importancia del silencio, el recogimiento interior. Cuando hay ruido e incomodidades interiores no se puede escuchar.

¿Cuál es el clima de la oración? Es un encuentro de confianza. Se está ante alguien que conoce el presente, el pasado y el futuro. Precisamente la libertad consiste en darse a conocer, dejarse amar y corresponder amando. Allí se forja todo. Se va abatido y se sale reconfortado, pero la oración no sólo es sentimiento sino especialmente acto de querer. La oración es el insumo de la esperanza y de los buenos propósitos.  

¿Algunas recomendaciones para la oración? Sí, aquí algunas:

·       Establece un tiempo fijo. Si bien es cierto se puede orar siempre y en todas partes es bueno que tengas ubicado un tiempo y lugar habitualmente.
·       Prepárate. Nadie va a una reunión sin llevar algo para el diálogo. A la oración es bueno llevar: las actividades de cada día, las alegrías, metas, los hijos, alumnos, familia, amigos, penas, dificultades, ganas de evangelizar, proyectos.
·       Ayúdate. Puedes tener una libreta a mano, un texto que te ayude a establecer el diálogo, una Biblia o texto litúrgico ayuda muchísimo.
·       Desconéctate. Recuerda que estás con la Persona más importante. Desconéctate por un momento, busca el silencio interior incluso en la calle cuando eso ocurra y escucha.
·       Proyéctate. Sigue lo que Dios te propone en la oración. Siempre recibirás alguna exigencia amorosa, toma decisiones inmediatas.
·       Persevera. Esto es lo más difícil. Busca al menos 2 minutos diarios para encontrarte con quien te ama incondicionalmente.

¿Te propones a colocar en tu agenda diaria un rato de oración y ayudas a otros también a sentirse amados, escuchados y revitalizados?


P. Arnaldo Alvarado
17 junio 2020

domingo, 14 de junio de 2020

Homilía del Papa Francisco en la fiesta del Corpus Christi


El Corpus Christi en el Magisterio de los Papas: un camino de ...
Foto: Vatican news

«Recuerda todo el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer» (Dt 8,2). Recuerda: la Palabra de Dios comienza hoy con esa invitación de Moisés. Un poco más adelante, Moisés insiste: “No te olvides del Señor, tu Dios” (cf. v. 14).

La Sagrada Escritura se nos dio para evitar que nos olvidemos de Dios. ¡Qué importante es acordarnos de esto cuando rezamos! Como nos enseña un salmo, que dice: «Recuerdo las proezas del Señor; sí, recuerdo tus antiguos portentos» (77,12).

Es fundamental recordar el bien recibido: si no hacemos memoria de él nos convertimos en extraños a nosotros mismos, en “transeúntes” de la existencia. Sin memoria nos desarraigamos del terreno que nos sustenta y nos dejamos llevar como hojas por el viento. En cambio, hacer memoria es anudarse con lazos más fuertes, es sentirse parte de una historia, es respirar con un pueblo.

La memoria no es algo privado, sino el camino que nos une a Dios y a los demás. Por eso, en la Biblia el recuerdo del Señor se transmite de generación en generación, hay que contarlo de padres a hijos, como dice un hermoso pasaje: «Cuando el día de mañana te pregunte tu hijo: “¿Qué son esos mandatos […] que os mandó el Señor, nuestro Dios?”, responderás a tu hijo: “Éramos esclavos […] y el Señor hizo signos y prodigios grandes […] ante nuestros ojos» (Dt 6,20-22).

Pero hay un problema, ¿qué pasa si la cadena de transmisión de los recuerdos se interrumpe? Y luego, ¿cómo se puede recordar aquello que sólo se ha oído decir, sin haberlo experimentado? Dios sabe lo difícil que es, sabe lo frágil que es nuestra memoria, y por eso hizo algo inaudito por nosotros: nos dejó un memorial.

No nos dejó sólo palabras, porque es fácil olvidar lo que se escucha. No nos dejó sólo la Escritura, porque es fácil olvidar lo que se lee. No nos dejó sólo símbolos, porque también se puede olvidar lo que se ve. Nos dio, en cambio, un Alimento, pues es difícil olvidar un sabor. Nos dejó un Pan en el que está Él, vivo y verdadero, con todo el sabor de su amor. Cuando lo recibimos podemos decir: “¡Es el Señor, se acuerda de mí!”.

Es por eso que Jesús nos pidió: «Haced esto en memoria mía» (1 Co 11,24). Haced: la Eucaristía no es un simple recuerdo, sino un hecho; es la Pascua del Señor que se renueva por nosotros. En la Misa, la muerte y la resurrección de Jesús están frente a nosotros. Haced esto en memoria mía: reuníos y como comunidad, como pueblo, celebrad la Eucaristía para que os acordéis de mí. No podemos prescindir de ella, es el memorial de Dios. Y sana nuestra memoria herida.

Ante todo, cura nuestra memoria huérfana. Muchos tienen la memoria herida por la falta de afecto y las amargas decepciones recibidas de quien habría tenido que dar amor pero que, en cambio, dejó desolado el corazón. Nos gustaría volver atrás y cambiar el pasado, pero no se puede.

Sin embargo, Dios puede curar estas heridas, infundiendo en nuestra memoria un amor más grande: el suyo. La Eucaristía nos trae el amor fiel del Padre, que cura nuestra orfandad. Nos da el amor de Jesús, que transformó una tumba de punto de llegada en punto de partida, y que de la misma manera puede cambiar nuestras vidas. Nos comunica el amor del Espíritu Santo, que consuela, porque nunca deja solo a nadie, y cura las heridas.

Con la Eucaristía el Señor también sana nuestra memoria negativa, que siempre hace aflorar las cosas que están mal y nos deja con la triste idea de que no servimos para nada, que sólo cometemos errores, que estamos “equivocados”. Jesús viene a decirnos que no es así. Él está feliz de tener intimidad con nosotros y cada vez que lo recibimos nos recuerda que somos valiosos: somos los invitados que Él espera a su banquete, los comensales que ansía.

Y no sólo porque es generoso, sino porque está realmente enamorado de nosotros: ve y ama lo hermoso y lo bueno que somos. El Señor sabe que el mal y los pecados no son nuestra identidad; son enfermedades, infecciones. Y viene a curarlas con la Eucaristía, que contiene los anticuerpos para nuestra memoria enferma de negatividad.

Con Jesús podemos inmunizarnos de la tristeza. Ante nuestros ojos siempre estarán nuestras caídas y dificultades, los problemas en casa y en el trabajo, los sueños incumplidos. Pero su peso no nos podrá aplastar porque en lo más profundo está Jesús, que nos alienta con su amor. Esta es la fuerza de la Eucaristía, que nos transforma en portadores de Dios: portadores de alegría y no de negatividad.

Podemos preguntarnos: Y nosotros, que vamos a Misa, ¿qué llevamos al mundo? ¿Nuestra tristeza, nuestra amargura o la alegría del Señor? ¿Recibimos la Comunión y luego seguimos quejándonos, criticando y compadeciéndonos a nosotros mismos? Pero esto no mejora las cosas para nada, mientras que la alegría del Señor cambia la vida.

Además, la Eucaristía sana nuestra memoria cerrada. Las heridas que llevamos dentro no sólo nos crean problemas a nosotros mismos, sino también a los demás. Nos vuelven temerosos y suspicaces; cerrados al principio, pero a la larga cínicos e indiferentes. Nos llevan a reaccionar ante los demás con antipatía y arrogancia, con la ilusión de creer que de este modo podemos controlar las situaciones.

Pero es un engaño, pues sólo el amor cura el miedo de raíz y nos libera de las obstinaciones que aprisionan. Esto hace Jesús, que viene a nuestro encuentro con dulzura, en la asombrosa fragilidad de una Hostia. Esto hace Jesús, que es Pan partido para romper las corazas de nuestro egoísmo. Esto hace Jesús, que se da a sí mismo para indicarnos que sólo abriéndonos nos liberamos de los bloqueos interiores, de la parálisis del corazón.

El Señor, que se nos ofrece en la sencillez del pan, nos invita también a no malgastar nuestras vidas buscando mil cosas inútiles que crean dependencia y dejan vacío nuestro interior. La Eucaristía quita en nosotros el hambre por las cosas y enciende el deseo de servir. Nos levanta de nuestro cómodo sedentarismo y nos recuerda que no somos solamente bocas que alimentar, sino también sus manos para alimentar a nuestro prójimo.

Es urgente que ahora nos hagamos cargo de los que tienen hambre de comida y de dignidad, de los que no tienen trabajo y luchan por salir adelante. Y hacerlo de manera concreta, como concreto es el Pan que Jesús nos da. Hace falta una cercanía verdadera, hacen falta auténticas cadenas de solidaridad. Jesús en la Eucaristía se hace cercano a nosotros, ¡no dejemos solos a quienes están cerca nuestro!

Queridos hermanos y hermanas: Sigamos celebrando el Memorial que sana nuestra memoria, la Misa. Es el tesoro al que hay dar prioridad en la Iglesia y en la vida. Y, al mismo tiempo, redescubramos la adoración, que continúa en nosotros la acción de la Misa. Nos hace bien, nos sana dentro. Especialmente ahora, que realmente lo necesitamos.



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