“Por entonces, subió Jesús a la
montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a
sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles... (Lc 6, 12-19)
Este pasaje del evangelio es
sumamente entrañable. Se trata de un acto fundamental en la vida de Nuestro
Señor y de toda su continuidad. Jesús tenía muy en claro su misión que
padecería en la cruz y pasaría de este mundo al Padre redimiendo a todos los
hombres de todos los tiempos. Alguien ha dado la vida por ti y por mí.
Pero ¿Quién continuaría
actualizando los medios salvíficos de Dios? Allí está el detalle. Jesús elige a
los doce apóstoles para esto. La característica del apóstol es: elegido por
libre iniciativa del Señor, viven con Jesús durante los tres años de su vida
pública, enviados a la misión.
Precisamente un apóstol es un
llamado. ¿Sabes que el día de tu bautismo fuiste también constituido en
discípulo de Jesús? ¿Eres consciente que has sido llamado con predilección? La
Iglesia ha sido fundada por el Señor y encomendada a los apóstoles para que
perdurara por todos los tiempos hasta el final de la historia.
Agradece que el buen Dios te ha
invitado a recibir la fe. Fueron tus padres, familiares, padrinos quienes hicieron
de instrumentos para que sea posible. Con la fe bautismal te constituyes en
apóstol de Jesús y puedes evangelizar, es decir, mostrar a Cristo con el
ejemplo de tu vida donde te encuentras. No es fácil, pero esa es la misión.
¿Sigues a Jesús en sus
enseñanzas, lo imitas con detalles concretos y le das a conocer con tus
comportamientos? Agradece, valora y contagia el fuego del amor que Dios dejó en
ti.
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