“No
todo el que me dice Señor, Señor entrará en el Reino de los Cielos, sino el que
cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo” (Mt 7, 21-29).
El cristianismo se caracteriza por ser la religión de la
libertad. Se adhiere a la fe por una respuesta personal a un Dios que busca, salva
e interpela un diálogo. En ese sentido cuenta la oración, la palabra y las
buenas obras.
Es verdad que Dios es bueno por excelencia y no quiere nada
malo para nosotros. Pero sí puede permitir, respetando nuestra libertad, el mal;
porque nosotros mismos lo buscamos o porque pertenece a la naturaleza finita de
las cosas.
De allí que, para crecer en amor a Dios, salir de una
dificultad, mejorar en hábitos, superar defectos, vicios, dependencias hace
falta pedirle Dios que nos libere pero también cuenta nuestro actuar y firme
compromiso.
¿Cómo proponernos a seguir la voluntad de Dios? Aquí
algunas recomendaciones:
·
Has lo que debes y está
en lo que haces. Nadie puede hacer las cosas buenas por ti. Sólo tú te
haces bueno con la ayuda de otros lógicamente.
· Usa los medios humanos
como si no existieran los divinos. Dios cuenta todo lo que
hagas, porque es el primero en confiar en ti.
· Acude a los medios
divinos como si no existieran los humanos. Tu oración, fe,
confianza en el Señor tiene que ser decisiva. La fe mueve montañas.
¿Sabe que tu libertad se fortalece, ensanchada con la
fuerza de la fe? Tu correspondencia y buenas acciones cuenta para crecer como
persona, cristiano y para la santidad.
P.
Arnaldo Alvarado
24 junio
2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario