“Cuando
recen no usen muchas palabras…su Padre sabe lo que les hace falta antes de que
se lo pidan” (Mt 6, 7-15).
¿Cómo orar? Ubicarte en la presencia de Dios. Tienes que
saber que estás ante una persona que ha sido primero quien te invitó al
diálogo. Orar significa responder a una cita. De allí la importancia del
silencio, el recogimiento interior. Cuando hay ruido e incomodidades interiores
no se puede escuchar.
¿Cuál es el clima de la oración? Es un encuentro de
confianza. Se está ante alguien que conoce el presente, el pasado y el futuro.
Precisamente la libertad consiste en darse a conocer, dejarse amar y
corresponder amando. Allí se forja todo. Se va abatido y se sale reconfortado,
pero la oración no sólo es sentimiento sino especialmente acto de querer. La
oración es el insumo de la esperanza y de los buenos propósitos.
¿Algunas recomendaciones para la oración? Sí, aquí algunas:
·
Establece un tiempo fijo. Si bien es cierto se
puede orar siempre y en todas partes es bueno que tengas ubicado un tiempo y
lugar habitualmente.
·
Prepárate. Nadie va a una reunión
sin llevar algo para el diálogo. A la oración es bueno llevar: las actividades
de cada día, las alegrías, metas, los hijos, alumnos, familia, amigos, penas, dificultades,
ganas de evangelizar, proyectos.
·
Ayúdate. Puedes tener una
libreta a mano, un texto que te ayude a establecer el diálogo, una Biblia o
texto litúrgico ayuda muchísimo.
·
Desconéctate. Recuerda que estás
con la Persona más importante. Desconéctate por un momento, busca el silencio
interior incluso en la calle cuando eso ocurra y escucha.
·
Proyéctate. Sigue lo que Dios te
propone en la oración. Siempre recibirás alguna exigencia amorosa, toma
decisiones inmediatas.
·
Persevera. Esto es lo más
difícil. Busca al menos 2 minutos diarios para encontrarte con quien te ama
incondicionalmente.
¿Te propones a colocar en tu agenda diaria un rato de
oración y ayudas a otros también a sentirse amados, escuchados y revitalizados?
P.
Arnaldo Alvarado
17 junio
2020
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