Foto:IBPM
¡Paz y bien!
Hoy domingo es el día del Señor.
Somos invitados para alimentarnos con la palabra de Dios y el pan Eucarístico.
Jesús nos propone seguirle con
todo nuestro compromiso y además identificarnos con él. En efecto, nos dice: “El
que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que
quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge
su cruz y me sigue no es digno de mí”.
Son palabras muy claras que denotan
lo radical y primordial del amor de Dios y la búsqueda del bien de las almas. Esta
invitación a la renuncia no significa rechazar lo bueno, no; sino de introducirlo
en algo mayor, grande para todos. Por ejemplo, cuando alguien antepone lo suyo
y cierra los bienes a los demás.
Este pasaje del evangelio es
peculiar (Mt 10, 37-42). Se ubica en san Mateo quién recoge cinco discursos
haciendo referencia a los cinco libros sagrados del Antiguo testamento, pero
que esta vez se cumple en Cristo.
Este pasaje contiene las
instrucciones que el Señor brinda a sus discípulos, es decir, a ti y a mí. Pues
desde el bautismo somos revestidos o mejor identificados con Cristo.
Entonces todo bautizado es un profeta,
o más todavía, un apóstol. Esto quiere decir que somos testigos de alguien.
Lógicamente el cristiano se identifica con Jesús especialmente cuando ese mensaje
está en contraste con las ideas y actitudes del tiempo, lugar o donde lleva la
corriente.
¿Cómo te identificas con Cristo?
Cuando tienes responsabilidad
familiar, laboral, apostólico, de gobierno y buscas el bien común. Cuando
denuncias las injusticias y eres perseguido. Cuando buscas ser coherente y te excluyen
del trabajo, proyecto, la amistad. Cuando quieres ser caritativo y no te
entienden, ponen obstáculos, se oponen. Cuando hablan mal de tu persona por
envidia o celos. Cuando haces algo bueno desinteresadamente y con todo el corazón
y no recibe agradecimiento.
¿Qué se espera de tu parte?
Al menos dos puntos. Por un lado,
reconoce la presencia del Señor. Es la hora de la cruz. No estás solo. El Señor
te acompaña. Es el momento del testimonio, de la rectitud de intención y la
generosidad. Y recuerda todo lo que hagas por amor a Dios y a los demás tendrá
su recompensa. Como decía madre Teresa de Calcuta: “Has el bien hasta que duela”.
Por otro, agradece, pues es un momento de gracia especial y Dios te bendice.
Hoy es una ocasión para que goces
la misa con intensidad de fe. Buen domingo a todos.
P. Arnaldo Alvarado
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