Al
realizar este comentario sobre el cuento de Aida titulado “Abuelo Noel, el
zapatero” (Lima, 2019) en primer lugar quisiera felicitar y agradecer por la obra. El cuento
presenta finura y profundidad que sólo un espíritu que cultiva los altos
valores de humanidad y fe pueden expresarlas en la trama de la composición.
Al
escuchar el relato del cuento “Abuelo Noel, el zapatero” encuentro un tema que
puedo llamarlo eje. Se trata de la aceptación. Hay como niveles de aceptación.
En primer
lugar, la aceptación de la creación. El cuento inicia así “En una pequeña
colina vivía un anciano”. En efecto nuestro planeta tierra es apenas una colina
de la inmensidad que hay en el universo ¡cuánto nos cuesta aceptar todo lo que
encontramos en nuestro universo como un regalo y que hay que custodiarlo! Tanto
las cosas que vemos y no vemos. Somos administradores y no dueños.
Personas.
Se trata de aceptarse como personas y las demás como tales. Todas las personas
llevamos límites de cualquier tipo, dificultades, desgastes, el mal, el dolor,
la enfermedad. Aceptemos a los demás como son y no como pensemos que sean.
El
trabajo. El abuelo Noel trabaja con las manos. Hace botas “para no tropezar”.
Tenemos la tarea de mejorar este mundo con nuestro trabajo. ¿Pero cómo
trabajar? Se trabaja con las manos y con esperanza. Nuestro trabajo puede
convertirse en verdadero servicio.
Dios.
Somos fundamentalmente hijos. Tenemos un Padre bueno. Para aceptarlo hace falta
humildad y sencillez. Jesús nos enseñó en esto, siendo Dios se hizo igual a
nosotros en todo menos en el pecado. Jesús vino a servir y no a ser servido.
Así
como el abuelo Noel premia con los caramelos las buenas obras, también Dios
nuestro padre y creador nos premiará con la vida eterna.
Agosto
2019
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