"Vayan
también ustedes a mi viña, y les pagaré lo debido." Jesús es ejemplo de
maestro, porque Él es Dios y sabe lo que nuestro corazón necesita. Nos instruye
lo referido a Dios con palabras humanas.
En esta
parábola de los trabajadores en la viña del Señor narrado por el evangelio según
san Mateo (20,1-16a) podemos apreciar los siguientes temas:
Por un
lado, la bondad y misericordia de Dios de invitarnos a recibir sus bienes
mediante la fe, aunque puede que hayamos descubierto la fe hace muy poco, lo
importante es reconocer la generosidad de quién invita y corresponder. Por otro,
el agradecimiento continuo de nuestra parte que todo lo hemos recibido del
Señor. También, la buena disposición cuando Dios nos hace participar de algo,
incluso aquellas cosas que no entendemos. Finalmente, ser agradecido con Él;
porque es un padre bueno que quiere siempre el bien y no reclamarle nada;
especialmente cuando hay situaciones muy difíciles. Si hemos descubierto un
tesoro vale la pena invitar a otros a gozar de ese regalo.
Un
autor del siglo XV dice: «Todo lo que tenemos en el alma y en el cuerpo y
cuantas cosas poseemos en lo interior o en lo exterior, en lo natural y en lo
espiritual, son beneficios tuyos y te engrandecen como bienhechor. (...) Y
aunque uno reciba más y otro menos, todo es tuyo, y sin Ti no se puede alcanzar
la menor cosa. El que recibió más no se puede gloriar de su merecimiento ni
estimarse sobre los demás. (...) Pero el que recibió menos no se debe
entristecer ni indignarse, ni envidiar al que tiene más. (...) Tú sabes lo que
conviene dar a cada uno» (Tomás de Kempis, De imitatione Christi
3,22,2-3).
¿Agradeces
a Dios por quién eres? ¿Tu actitud es siempre de agradecimiento hacia el Señor?
¿Valoras que las quejas y reclamos hacia Dios de aspectos que no marchan bien en
ti y los demás exige amplitud de miras y agradecimiento?
P. Arnaldo
Alvarado
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