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martes, 2 de junio de 2015

Por qué pensar si no es obligatorio

CORAZÓN, Rafael, Por qué pensar si no es obligatorio. Una introducción al pensamiento filosófico, Rialp, Madrid, 234 pp.


El título del libro resulta sugerente para cualquier lector. Se trata de un libro de antropología. Los temas son tratados en tres partes mediante diez capítulos; se incluyen temáticas que es común a los cursos de antropología pero también se introduce cuestiones actuales en la discusión sobre el hombre. Nuestro tiempo exige considerar los temas básicos de antropología con rigurosidad y sanamente.
En la primera parte el autor trata de presentar el aspecto cognoscente del ser humano en el conocimiento de la verdad. El hombre por la inteligencia puede conocer absolutamente todo y conoce lo real. Queda bien justificado, sin menospreciar las otras ciencias, que la ciencia que estudia al hombre en su globalidad es la ciencia filosófica, cuya responsabilidad es de la antropología. El conocimiento entonces es algo propiamente humano. Sólo el hombre puede hacer ciencia y en ese sentido es abierto a todo ser; puede investigar todo. Aunque es verdad también que todo conocimiento humano es perfectible.
En la segunda parte del libro dedicado a las tendencias y la voluntad se subraya el protagonismo de la libertad. El hombre se hace a sí  mismo con sus actos. La diferencia radical del hombre con respecto al animal es precisamente la libertad. Es libre y puede gobernar mediante el uso de la razón las tendencias y los apetitos. Evidentemente algunas antropologías poco humanísticas dicen lo contrario; incluso las ciencias biológicas consideran, cuando les falta el enfoque metafísico, que el hombre está determinado por sus instintos.
En la tercera parte el autor reflexiona sobre la persona. Aquí se resalta el carácter unitario del individuo. Es unidad substancial de cuerpo y alma. Hay que afirmar una teoría dual, mas no dualista. Los errores antropológicos ocurridos en el pasado cuyos ecos resuenan en el presente se deben a este tipo de reduccionismo. Cuando estudiamos al hombre hay que considerarlo como persona. La noción de persona ilumina para un verdadero entendimiento del origen y fin del hombre, así es como también se entiende la sexualidad y la corporeidad humana como parte integrante de la personalidad. El hombre no tiene cuerpo, sino es cuerpo también. Una filosofía de la intimidad hace que sí podamos hablar del destino último del hombre. Es novedoso y fácilmente no se encuentra en los libros dedicados al estudio del hombre iluminarlo con la luz de la fe, es decir, de la escatología. Evidentemente esto pertenece –la dimensión escatológica- a la teología; sólo así alcanza, el hombre, el fin trascendente y en este sentido está necesitado de salvación. Esa salvación le viene de Otro ser que tenga al menos un aspecto humano, pero que sea divino.
El libro resulta un importante aporte en temas antropológicos para un desarrollo de trabajo interdisciplinar. Especialmente hoy necesitamos datos antropológicos serios y seguros cuando pretendemos ver al hombre desde otras dimensiones científicas y en concreto desde las ciencias biológicas. En el libro se puede apreciar especialmente tres temas: el hombre es capaz de conocer la verdad; es libre y no está determinado por nada, puede dirigir sus acciones, sentimientos con la razón; y  finalmente se trata de prestar mucha atención que estamos hablando de la persona y de una unidad substancial. Dichas cuestiones son merecen ser pensadas, sino otros lo harán.

P. Arnaldo Alvarado
arnaldo.alvar@gmail.com
Docente de metafísica

Seminario Mayor de Cañete

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