CORAZÓN, Rafael, Por qué pensar si no es obligatorio. Una
introducción al pensamiento filosófico, Rialp, Madrid, 234 pp.
El título del libro resulta
sugerente para cualquier lector. Se trata de un libro de antropología. Los
temas son tratados en tres partes mediante diez capítulos; se incluyen
temáticas que es común a los cursos de antropología pero también se introduce
cuestiones actuales en la discusión sobre el hombre. Nuestro tiempo exige
considerar los temas básicos de antropología con rigurosidad y sanamente.
En la primera parte el autor
trata de presentar el aspecto cognoscente del ser humano en el conocimiento de
la verdad. El hombre por la inteligencia puede conocer absolutamente todo y
conoce lo real. Queda bien justificado, sin menospreciar las otras ciencias, que
la ciencia que estudia al hombre en su globalidad es la ciencia filosófica,
cuya responsabilidad es de la antropología. El conocimiento entonces es algo
propiamente humano. Sólo el hombre puede hacer ciencia y en ese sentido es
abierto a todo ser; puede investigar todo. Aunque es verdad también que todo
conocimiento humano es perfectible.
En la segunda parte del
libro dedicado a las tendencias y la voluntad se subraya el protagonismo de la
libertad. El hombre se hace a sí mismo
con sus actos. La diferencia radical del hombre con respecto al animal es
precisamente la libertad. Es libre y puede gobernar mediante el uso de la razón
las tendencias y los apetitos. Evidentemente algunas antropologías poco humanísticas
dicen lo contrario; incluso las ciencias biológicas consideran, cuando les
falta el enfoque metafísico, que el hombre está determinado por sus instintos.
En la tercera parte el autor
reflexiona sobre la persona. Aquí se resalta el carácter unitario del
individuo. Es unidad substancial de cuerpo y alma. Hay que afirmar una teoría
dual, mas no dualista. Los errores antropológicos ocurridos en el pasado cuyos
ecos resuenan en el presente se deben a este tipo de reduccionismo. Cuando
estudiamos al hombre hay que considerarlo como persona. La noción de persona
ilumina para un verdadero entendimiento del origen y fin del hombre, así es
como también se entiende la sexualidad y la corporeidad humana como parte
integrante de la personalidad. El hombre no tiene cuerpo, sino es cuerpo
también. Una filosofía de la intimidad hace que sí podamos hablar del destino
último del hombre. Es novedoso y fácilmente no se encuentra en los libros
dedicados al estudio del hombre iluminarlo con la luz de la fe, es decir, de la
escatología. Evidentemente esto pertenece –la dimensión escatológica- a la
teología; sólo así alcanza, el hombre, el fin trascendente y en este sentido
está necesitado de salvación. Esa salvación le viene de Otro ser que tenga al
menos un aspecto humano, pero que sea divino.
El libro resulta un
importante aporte en temas antropológicos para un desarrollo de trabajo interdisciplinar.
Especialmente hoy necesitamos datos antropológicos serios y seguros cuando
pretendemos ver al hombre desde otras dimensiones científicas y en concreto
desde las ciencias biológicas. En el libro se puede apreciar especialmente tres
temas: el hombre es capaz de conocer la verdad; es libre y no está determinado
por nada, puede dirigir sus acciones, sentimientos con la razón; y finalmente se trata de prestar mucha atención
que estamos hablando de la persona y de una unidad substancial. Dichas
cuestiones son merecen ser pensadas, sino otros lo harán.
P. Arnaldo Alvarado
arnaldo.alvar@gmail.com
Docente
de metafísica
Seminario
Mayor de Cañete
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