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jueves, 16 de julio de 2020

La sociedad del cansancio y agobio


La sociedad del cansancio” de Byung-Chul Han – MediaLab
Foto: MediaLab-UNMSM

“Vengan a mi todos los que están cansados y agobiados y les aliviaré” (Mt 11, 28-31). Con estas palabras el Señor nos pone en nuestra realidad que como seres humanos estamos propensos al desgaste físico, moral, espiritual. ¿Cuál es tu situación?

En efecto la sociedad nuestra y, por tanto, nosotros mismos, se caracteriza por ser una sociedad del cansancio, la soledad, la auto explotación. ¿Quién no ha sentido alguna vez tristeza, soledad y agotamiento? ¿Acaso en algún momento no has pensado en tirar la toalla y rendirte? Pues esas actitudes reclaman una seria atención a lo que vives.

Este diagnóstico se debe al exceso de consumo, desorden, superficialidad y egoísmo. En realidad, la causa de todo parece ser la autorreferencialidad y olvido de los demás; empezando desde casa.
Piensas que nadie puede ayudarte. Te encuentras solamente tu en la lucha. Esto sería hacer girar todo a nuestro alrededor. Las cosas serían distintas si comenzaras a ser más más sencillo, humilde y poner una jerarquía de valores e intereses en tu vida.

Por otro lado, el día de hoy es la fiesta de la Madre de Dios en su advocación Nuestra Señora del Carmen. Desde aquí saludamos a toda la familia carmelitana. La Virgen del Carmen es patrona de muchos lugares. Recuerda: cuánto bien nos hace saber que no estamos solos. María es nuestra Madre también. Acude hacia ella con confianza.

Ya es hora de conocerla, tratarla con cariño porque ella te lleva a Dios y estar más unido a tu familia. Además, puedes llevar algunos detalles como el santo escapulario, que es una prenda cuyo signo es de protección y compañía de nuestra madre. Eso sí llévalo con dignidad y recuerda donde está el hijo está la Madre.

¿Te comprometes a dejar el cansancio, la soledad y los agobios con la ayuda del Señor y la valentía de poner orden en tu vida?
Buena jornada para todos.
P. Arnaldo Alvarado

domingo, 12 de julio de 2020

Docilidad y disponiblidad


Domingo XV: Docilidad y disponibilidad
“La acogen y ponen en práctica”

 La Parábola del Sembrador – Discipulado Cristiano
Foto: Discipulado cristiano

En este domingo encontramos en la liturgia la parábola del sembrador. Hasta cierto punto esta enseñanza es autobiográfica ya que Jesús es el sembrador de la Palabra de Dios que espera la buena acogida y los frutos que se producirá con generosidad, libertad y compromiso.

Ante un panorama no tan alentador por las circunstancias de nuestro tiempo como del olvido de sí mismo y pérdida de la identidad y la memoria, el hiperconsumo, la auto explotación y rechazo de la herencia cultural recibida a nivel personal, familiar y global exige de nuestra parte una mayor conciencia de ser discípulos del Señor.

Pero una advertencia; y, se trata de que no veamos esta realidad lejos, distante o que no nos afecta. No. Ese panorama desolador puede estar también muy cerca de ti. Entonces la pregunta es ¿Cómo obedeces para llegar a las buenas metas? Cuando te sugieren temas que corregir y mejorar ¿Cómo lo acoges? ¿Asumes mayor libertad en hacerlo tuyo e identificarte?

En efecto, seguimos a una Persona que es amor. Cristo ha mostrado el rosto de Dios viviente y poseedor del Espíritu que genera nuevos vínculos y recrea. Imitamos al Señor Jesús y esta es nuestra tarea en el día a día. Cristo es obediente y dócil al Padre. Está dispuesto a cumplir su voluntad hasta el extremo y nos invita aprender de Él en la mansedumbre y humildad.

La Palabra de Dios es como el rocío que al caer en la tierra la hace fecunda y no retorna vacía. Así son las exigencias que nos ayudan a crecer desde dentro siempre maduran la buena semilla. Además, los frutos lo verás con el tiempo si es que perseveras, trabajas incansablemente, vences la pereza y superas los disgustos.

El Señor ha depositado la buena semilla en nuestros corazones. La pregunta que puedes hacerte es ¿Qué tipo de terreno eres? ¿Cómo acoges? Tendrías que fijarte si eres terreno del camino, pedregal, espinos o buena. Un detalle importante es resaltar que Dios siembra con generosidad. Esparce la semilla sin mirar dónde caiga. Veamos las distintas acogidas.

Tierra del camino. La semilla cae, pero al no encontrar acogida desaparece. Aquí se ubican las distracciones que predominan en nuestro tiempo a través de los chismes, habladurías, ideologías, palabrerías, exceso de consumo música, internet, modas, cosas mundanas.

La tierra en pedregal representa la acogida de lo bueno con entusiasmo, pero al ser demasiado emotivo y superficial desaparece tan rápido. Por ejemplo, se presenta la enfermedad, el sufrimiento, la contrariedad, se seca, se disuelve y ya no hay más. La semilla que cae en espinos son aquellas riquezas, placeres, preocupaciones mundanas que terminan ahogando el deseo de cambiar y mejorar.

Está finalmente la tierra buena que representa al que escucha, acoge y pone en práctica. Esta es la misión del discípulo hacer realidad, dentro de su fragilidad, de la riqueza del mensaje heredado. María es el ejemplo, escucha y fertilidad de la buena semilla.

P. Arnaldo Alvarado

domingo, 5 de julio de 2020

Sencillez y nobleza de espíritu


Para una vida lograda: Sencillez y nobleza de espíritu

Pin de Tatiana Barrios en Frases | Frases inspiradoras, Frases ...

Jesús nos da a conocer su oración personal mediante estas palabras: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor». Es una joya. Somos discípulos, esto es, seguidores creativos de las enseñanzas del maestro cuyas palabras nos inspiran para estar más dispuestos en acoger su mensaje.

Este pasaje del evangelio (Mt 11,25-30) presenta un diálogo abierto y lleno de confianza entre el Hijo y el Padre. Así puede ser nuestro trato con el Señor. Puesto que en la oración nos encontramos con una persona que nos ama y conoce a fondo. Hablar y encontrarse con alguien que transmite mucho bien nos ayuda a crecer.

Asistimos a una sociedad del cansancio, del hiperconsumo y la auto explotación. Claro esto diagnostican los expertos. ¿Acaso también no sucede de alguna forma en tu vida? Revisa y puede que haya excesivas preocupaciones por el trabajo, fijarse en la enfermedad que se lleva y olvidarse de las oportunidades, prisas en el día a día, agobios, ansiedades por el futuro, la conciencia que necesita paz. Esto refleja heridas que deben ser curadas.

Lógicamente hay verdaderos agobios, por ejemplo: en los pobres, refugiados, perseguidos, calumniados, inmigrantes, deprimidos, escases laboral, aquellos que están solos. No podemos negar estas situaciones. Pero Jesús nos invita: «Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les aliviaré».

¿Cuál es la forma de alivio que habla el Señor? Es fundamentalmente en aquello que es el motor de toda vida humana: amar y ser amados. Lo que salva es el amor divino cuyo resplandor lo encontramos en los demás y se llama amor fraterno y solidario.

Hace tiempo escribió el Papa emérito lo siguiente: “El verdadero remedio para las heridas de la humanidad -sea las materiales, como el hambre y las injusticias, sea las psicológicas y morales, causadas por un falso bienestar- es una regla de vida basada en el amor fraterno, que tiene su manantial en el amor de Dios” (Benedicto XVI, Ángelus, 3 julio 2011).

Ante este panorama es necesario sencillez y nobleza de espíritu (mansedumbre) para superar todo afán ambicioso y desordenado en buscar únicamente el poder, el bienestar individualista, ideas egoístas y lejanas de la verdad, abusos en diversas circunstancias, prepotencia, interés que asegura el éxito a toda costa, estilo agresivo.

Estamos invitados asumir las cosas con humildad y sencillez que asegura un futuro digno para el hombre, familia y sociedad. La mayor ceguera para todo es el orgullo y la soberbia.  Todo el bien y mal que hagas en el tiempo tiene su recompensa ya aquí y todavía mayor en el más allá. No te canses de hacer el bien.

P. Arnaldo Alvarado

jueves, 2 de julio de 2020

¿Cómo hacer una buena confesión?


confesión – Catholic-Link
“Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: ¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados” (Mt 9, 1-8).


El episodio conmueve. Dado que los paralíticos no pueden hacer nada por sí mismos, necesitan de otros. En efecto, son sus amigos quienes lo llevan al maestro. Además, lo llevan con gran fe. Están seguros que serán atendidos y aquel amigo desdichado tendrá cura en sus males.

La parálisis es signo del pecado. El pecado mortal da muerte al alma y perdemos todo vínculo de amistad con Dios y con la Iglesia. Necesitamos salir de este mal, pero ¿cómo? Mediante la confesión.

Sólo Dios puede perdonarnos los pecados pero ha dejado en manos frágiles de sus apóstoles y de éstos a los sacerdotes la capacidad de perdonar los pecados en su nombre. Acudir al sacramento de la confesión nos da la paz y reconciliación con Dios y la Iglesia.
¿Cómo hacer una buena confesión? Aquí algunas recomendaciones:

·       Prepárate. Tienes que darte cuenta cuáles son tus acciones malas pequeñas y grandes.
·       Arrepiéntete. Es el compromiso de pedir perdón a Dios y a los demás por la ofensa.
·       Has un propósito. De no volver a pecar y desterrar ese pecado de tu vida.
·     Confiésate. Busca al sacerdote y expresa todos tus pecados, especialmente empieza por el que tienes más vergüenza.
·  Tomar la medicina y reparar el daño. Ahora se trata de hacer algo en penitencia y reparación por el daño causado. Recuerda que no es un castigo, sino una medicina.

¿Te comprometes acudir a la confesión con fe y frecuencia? Ánimo, tú puedes, Dios te acoge, perdona y no te condena.

P. Arnaldo Alvarado
1 julio 2020

domingo, 28 de junio de 2020

Domingo del seguimiento radical e identificación

Mirando más allá de la superficie
                                                                                                                           Foto:IBPM

¡Paz y bien!
Hoy domingo es el día del Señor. Somos invitados para alimentarnos con la palabra de Dios y el pan Eucarístico.

Jesús nos propone seguirle con todo nuestro compromiso y además identificarnos con él. En efecto, nos dice: “El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí”.

Son palabras muy claras que denotan lo radical y primordial del amor de Dios y la búsqueda del bien de las almas. Esta invitación a la renuncia no significa rechazar lo bueno, no; sino de introducirlo en algo mayor, grande para todos. Por ejemplo, cuando alguien antepone lo suyo y cierra los bienes a los demás.

Este pasaje del evangelio es peculiar (Mt 10, 37-42). Se ubica en san Mateo quién recoge cinco discursos haciendo referencia a los cinco libros sagrados del Antiguo testamento, pero que esta vez se cumple en Cristo.

Este pasaje contiene las instrucciones que el Señor brinda a sus discípulos, es decir, a ti y a mí. Pues desde el bautismo somos revestidos o mejor identificados con Cristo.

Entonces todo bautizado es un profeta, o más todavía, un apóstol. Esto quiere decir que somos testigos de alguien. Lógicamente el cristiano se identifica con Jesús especialmente cuando ese mensaje está en contraste con las ideas y actitudes del tiempo, lugar o donde lleva la corriente.

¿Cómo te identificas con Cristo?
Cuando tienes responsabilidad familiar, laboral, apostólico, de gobierno y buscas el bien común. Cuando denuncias las injusticias y eres perseguido. Cuando buscas ser coherente y te excluyen del trabajo, proyecto, la amistad. Cuando quieres ser caritativo y no te entienden, ponen obstáculos, se oponen. Cuando hablan mal de tu persona por envidia o celos. Cuando haces algo bueno desinteresadamente y con todo el corazón y no recibe agradecimiento.

¿Qué se espera de tu parte?
Al menos dos puntos. Por un lado, reconoce la presencia del Señor. Es la hora de la cruz. No estás solo. El Señor te acompaña. Es el momento del testimonio, de la rectitud de intención y la generosidad. Y recuerda todo lo que hagas por amor a Dios y a los demás tendrá su recompensa. Como decía madre Teresa de Calcuta: “Has el bien hasta que duela”. Por otro, agradece, pues es un momento de gracia especial y Dios te bendice.

Hoy es una ocasión para que goces la misa con intensidad de fe. Buen domingo a todos.

P. Arnaldo Alvarado

miércoles, 24 de junio de 2020

No solo palabras


Ponle un filtro a tus palabras y gestos – www.mariapaulavelez.com

“No todo el que me dice Señor, Señor entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo” (Mt 7, 21-29).


El cristianismo se caracteriza por ser la religión de la libertad. Se adhiere a la fe por una respuesta personal a un Dios que busca, salva e interpela un diálogo. En ese sentido cuenta la oración, la palabra y las buenas obras.

Es verdad que Dios es bueno por excelencia y no quiere nada malo para nosotros. Pero sí puede permitir, respetando nuestra libertad, el mal; porque nosotros mismos lo buscamos o porque pertenece a la naturaleza finita de las cosas.

De allí que, para crecer en amor a Dios, salir de una dificultad, mejorar en hábitos, superar defectos, vicios, dependencias hace falta pedirle Dios que nos libere pero también cuenta nuestro actuar y firme compromiso.

¿Cómo proponernos a seguir la voluntad de Dios? Aquí algunas recomendaciones:
·       Has lo que debes y está en lo que haces. Nadie puede hacer las cosas buenas por ti. Sólo tú te haces bueno con la ayuda de otros lógicamente.
·    Usa los medios humanos como si no existieran los divinos. Dios cuenta todo lo que hagas, porque es el primero en confiar en ti.
·  Acude a los medios divinos como si no existieran los humanos. Tu oración, fe, confianza en el Señor tiene que ser decisiva. La fe mueve montañas.

¿Sabe que tu libertad se fortalece, ensanchada con la fuerza de la fe? Tu correspondencia y buenas acciones cuenta para crecer como persona, cristiano y para la santidad.


P. Arnaldo Alvarado
24 junio 2020

domingo, 21 de junio de 2020

Reflexiones sobre el domingo: no tengan miedo


Reflexiones del Papa Francisco sobre el evangelio del domingo

No tengan miedo. - Sunday Social
Foto: Sunday social

El Papa Francisco se ha asomado hoy – XII Domingo del Tiempo Ordinario – desde el Balcón del Palacio Apostólico para rezar junto a los fieles presentes en la Plaza y también con quienes siguen la transmisión desde casa, el rezo mariano del Ángelus. Pero antes de la oración, ha comentado el Evangelio del día en el que el Apóstol Mateo recoge la invitación que Jesús dirige a sus discípulos a no tener miedo, a ser fuertes y confiados ante los desafíos de la vida, advirtiéndoles de las adversidades que les esperan: “El pasaje de hoy forma parte del discurso misionero con el que el Maestro prepara a los Apóstoles para la primera experiencia de proclamar el Reino de Dios, ha explicado el Papa, asegurando que "el miedo es uno de los enemigos más feos de nuestra vida cristiana y Jesús exhorta no tener miedo". Después, Francisco ha descrito las tres situaciones concretas a las que se enfrentarán.

Primera situación: los que quieren silenciar la Palabra de Dios

La primera situación a la que se enfrentaron los Apóstoles y de la que advierte el Papa es “la hostilidad de los que quieren silenciar la Palabra de Dios, edulcorándola o silenciando a los que la anuncian” y explica que en este caso, “Jesús anima a los Apóstoles a difundir el mensaje de salvación que les ha confiado”; mensaje – dice el Papa – que hasta el momento Él lo había transmitido “con cautela, casi en secreto”.

Segunda situación: amenaza física, persecución directa incluso hasta el punto de que los maten

La segunda dificultad con la que se encontrarán los misioneros de Cristo es “la amenaza física en su contra, o sea, la persecución directa de su pueblo, incluso hasta el punto de que los maten” señala Francisco y exclama: ¡Cuántos cristianos son perseguidos aún hoy en día en todo el mundo! Si sufren por el Evangelio y con amor, son los mártires de nuestro día”.

Además, el Papa recuerda que a estos discípulos de ayer y de hoy que sufren persecución, Jesús les recomienda: «no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma». Es aquí que el Papa reflexiona sobre esto, explicando que no hay que temer a los que intentan extinguir el poder de la evangelización mediante la arrogancia y la violencia, pues no pueden hacer nada contra el alma, es decir, contra la comunión con Dios: “nadie puede quitársela a los discípulos, porque es un regalo de Dios. El único temor que debe tener el discípulo es el de perder este don divino, renunciando a vivir según el Evangelio y procurándose así la muerte moral, efecto del pecado”.

Tercera situación: sentirse abandonado por Dios

Por último, el Santo Padre cita el tercer desafío al que los Apóstoles se enfrentaron: “el sentimiento de que el mismo Dios los ha abandonado, permaneciendo distante y en silencio”. Francisco asegura que Jesús, también en este caso, “nos exhorta a no tener miedo, porque, aunque pasemos por estos y otros escollos, la vida de los discípulos está firmemente en manos de Dios, que nos ama y nos cuida”. De hecho – dice – “no es una simple exhortación a recuperar la fuerza y el coraje ante las tribulaciones y los peligros. No. Es una certeza precisa que el Señor nos invita a renovar nuestro viaje cada día y en todo momento”. Es por ello que concluye con su invocación a María Santísima para que nos ayude “a no ceder nunca al desánimo, sino a confiarnos siempre a Él y a su gracia, más poderosa que el mal”.

P. Arnaldo Alvarado

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