Foto: PastoralSJ
En
aquel tiempo, Jesús y los discípulos llegaron a Betsaida. Le trajeron un ciego,
pidiéndole que lo tocase […].Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre
miró: estaba curado y veía todo con claridad (Mc 8, 22-26).
¿Te
imaginas la alegría y gratitud de este ciego a recobrar la vista? El pobre
seguramente lo perdió en un accidente o quizá tuvo que ver mucha su
responsabilidad en ese drama. Pero allí están los amigos dispuestos ayudar. Y
sobre todo está el ciego dócil para dejarse ayudar, que no es una tarea fácil.
¡Cuánta valentía supone darse cuenta que necesitamos siempre la ayuda y
corrección caritativa! ¿Quién puede salvarte de las cegueras del alma?
Marcos,
el escritor del segundo evangelio, muestra a Jesús como mesías y salvador
mediante gestos y palabras. Realmente en Él se cumple todas las esperanzas del
corazón humano. Porque es el único salvador del pecado, la muerte, el mal, la
injusticia, el dolor. En efecto el pecado y el mal nos vuelven ciegos para
percibirnos con dignidad.
Volviendo
al ciego puede ser ésta la representación de los apóstoles y discípulos de
Jesús y lógicamente nuestra también. Nuestras cegueras son: la ignorancia como
desconocimiento de verdades básicas; la falsedad, afirmar lo falso como
verdadero por error o caprichos; la violencia, esto es realizar gestos y
palabras hirientes hacia otros; el falso orgullo, pensar que lo tenemos todo,
estamos seguros y no necesitamos de nadie; la indiferencia, no nos damos cuenta
del amor de la familia, los amigos y sobre todo del amor de Dios.
¿Cómo
salir de las cegueras del alma? Aquí algunos detalles: Interésate por conocerte,
valora las verdades del ser humano, Dios y universo como son; ama la
sinceridad; ten paciencia y misericordia; asume la humildad y acepta las
correcciones; aviva el amor a Dios, la familia y amistad.
¿Te
das cuenta de que con la aceptación de sí, sinceridad, humildad, paciencia y agradecimiento
vences las cegueras del alma? ¿Te propones ayudar a quién más necesita de los
bienes del alma superando el qué dirá, qué pensará o cómo te aceptará? Ayudar a
recobrar la vista personal y de los otros es asegurar una alegría constante.
P.
Arnaldo Alvarado
19 febrero
2020