Foto: Economía Personal
En
aquel tiempo exclamó Jesús: Vengan a mí todos los que están cansados y
agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy
manso y humilde de corazón, y encontrarán su descanso. Porque mi yugo es llevadero
y mi carga ligera.
Jesús
es realista. Nos hace ver nuestra situación mientras estamos de peregrinos en
esta vida. Sí, estamos de paso, pero mientras tanto tenemos una misión. ¿Cuál
es el plan para ti? En primer lugar, eres parte del proyecto de Dios. Dios al
dar la existencia a cada ser humano lo hace por amor y libertad acompañado por
una misión.
Se
trata de descubrir la voluntad de Dios en los afanes del día a día. La ley de
Dios y más claro todavía la ley de Cristo es la ley de la libertad y de la
gracia, cuando es bien interiorizado qué significa ser cristiano se ven que
aquellos mandatos son alas y no un peso insoportable.
En
este trayecto, donde te ubiques, recuerda que tienes la tarea de tener el cielo
en tu corazón. ¿Cómo es posible esto? Cuando estás conectado al Señor, tienes a
Dios en tu corazón y aceptas con gozo tu situación. Santa Teresita del Niño Jesús
entendió bien esto cuando dijo: “Quisiera pasar haciendo mi cielo”. En efecto,
si estás unido a Jesús mediante: la gratitud donde te encuentras y la
conciencia de que tienes una misión haces eco del amor que te dio la
existencia.
Pero
nuestros tiempos se caracterizan por la sociedad del cansancio y del
hiperconsumo (Lipovetsky). Esto es, tenemos tantas ocupaciones, pasamos por
tantas experiencias de dependencias, que ya no tenemos tiempo para los demás ni
mucho menos, en realidad, para nosotros. Hay tanta prisa y nos hemos creado
tantas necesidades que ya no hay tiempo para la oración, la lectura, el buen
cine, la música clásica, la cultura, tiempo en familia. Hay tantos golpes de la
vida que ya nos parece irrelevante el sufrimiento ajeno.
En tu
cansancio y ajetreo recuerda se acaban las baterías ¿Qué hacer? Recobrar
fuerzas en la amistad y trato frecuente con Jesús en la oración,
agradecimientos antes que quejas y resentimientos con personas y la sociedad,
dejarse ayudar y compadecerse que hay otros que están en peores situaciones. Y
sobre todo reconoce que tienes una fortuna: eres parte del eco de amor y
libertad de Dios y tienes una misión.
P.
Arnaldo Alvarado
11 diciembre
2019
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