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jueves, 12 de noviembre de 2020

¿Qué viene inmediatamente después de la muerte?

 



“Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca entonces llegó el diluvio y acabó con todos…Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del Hombre” (Lc 17, 26-37).

Con estas palabras el Señor nos invita a vivir este tiempo con conciencia recta y responsabilidad. Estamos de paso, nuestra vida después de la muerte entrará a la eternidad. Si hemos muerto con paz y amigos de Dios estaremos en el Cielo; si aún nos ha faltado algo más iremos al purgatorio pero con la esperanza de llegar al Cielo.

Pero si nuestra vida ha sido de odio, venganza, soberbia, atropellos a la dignidad de la persona, ofensas a Dios y sin cambios ni arrepentimientos ya se vive el infierno y si así morimos nos espera la condenación donde no está Dios y todo es egoísmo, es el infierno.

Por tanto, hay dos juicios por los que pasa el hombre: el primero, inmediatamente después de la muerte tenemos el juicio particular con Dios, cada uno seremos juzgados, no importa aquí la condición, nos presentaremos ante Dios. Él será justo.

El segundo juicio es el final, cuando pase el mundo, al fin de los tiempos y será público. Se revelará a los ojos de todos nuestro más profundo ser y obrar de nuestra historia. Allí se resplandecerá públicamente lo bueno y malo que hemos hecho. El juicio final ratifica la situación del primer juicio.

En estos días tan movidos en el Perú como ciudadanos mantengamos el orden, el respeto, la paz, el bien de todos, construyamos puentes. No podemos ser gestores, ni autores, ni cómplices de las violencias en las calles. Hay derecho a la protesta por motivos justos, pero también los demás tienen derechos: propiedad privada, seguridad, vida, libertad.

Asumamos la vida con responsabilidad. Si hay actitudes que cambiar ya es hora de hacerlo. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Siempre hay perdón.

P. Arnaldo Alvarado

viernes, 30 de octubre de 2020

Llamó a los que quiso

 


“Por entonces, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles... (Lc 6, 12-19)

Este pasaje del evangelio es sumamente entrañable. Se trata de un acto fundamental en la vida de Nuestro Señor y de toda su continuidad. Jesús tenía muy en claro su misión que padecería en la cruz y pasaría de este mundo al Padre redimiendo a todos los hombres de todos los tiempos. Alguien ha dado la vida por ti y por mí.

Pero ¿Quién continuaría actualizando los medios salvíficos de Dios? Allí está el detalle. Jesús elige a los doce apóstoles para esto. La característica del apóstol es: elegido por libre iniciativa del Señor, viven con Jesús durante los tres años de su vida pública, enviados a la misión.

Precisamente un apóstol es un llamado. ¿Sabes que el día de tu bautismo fuiste también constituido en discípulo de Jesús? ¿Eres consciente que has sido llamado con predilección? La Iglesia ha sido fundada por el Señor y encomendada a los apóstoles para que perdurara por todos los tiempos hasta el final de la historia.

Agradece que el buen Dios te ha invitado a recibir la fe. Fueron tus padres, familiares, padrinos quienes hicieron de instrumentos para que sea posible. Con la fe bautismal te constituyes en apóstol de Jesús y puedes evangelizar, es decir, mostrar a Cristo con el ejemplo de tu vida donde te encuentras. No es fácil, pero esa es la misión.

¿Sigues a Jesús en sus enseñanzas, lo imitas con detalles concretos y le das a conocer con tus comportamientos? Agradece, valora y contagia el fuego del amor que Dios dejó en ti.

martes, 27 de octubre de 2020

El amor en tiempos de prueba

 


“Fuego he venido a traer a la tierra, y ¿Qué quiero sino que arda? (Lc 12, 49-53).

El fuego en el uso bíblico expresa el amor de Dios. Pues Dios es esencialmente amor y lo comunica a la creación. Toda la creación, especialmente el ser humano, es obra de libertad y amor. Hay amor donde hay comunión de personas.

Amar significa ser predilecto. Esta condición implica que hemos sido pensados y elegidos antes de nuestra existencia por amor. Pertenecemos al plan de Dios. ¿Cómo amar cuando las cosas son muy duras y difíciles de entender?

Es verdad que para amar se necesita ser amados. Dios nos ha amado primero. Esta es la gran noticia. Como seres humanos notamos los entrampamientos de la vida mediante la experiencia del mal, el dolor, la injusticia, la calumnia, la escasez, la traición, cuando no es buscado o provocado por nosotros mismos puede ser el hilo que nos conduce al amor.

Entonces en esas circunstancias amar implica: Que Dios me ama primero y me sostiene, que no estoy solo, puedo cambiar en mi modo de pensar, sentir y obrar para bien, dar lo mejor de sí, encontrar un sentido a todo lo que pasa, reflejar con las acciones que es posible amar en la dureza, esperar que la tristeza se convierta en esperanza, que nuestra existencia no es por asar, cuanto más se ama se vive mejor la libertad.

Lo que Jesús nos exhorta es precisamente esto: que se resplandezca ese amor primero que llega hasta el extremo de dar la vida. ¿Te propones encender la chispa de amor en tu corazón sabiendo que eres parte del amor de Dios y desde allí darlo a conocer?

miércoles, 30 de septiembre de 2020

¿Cómo descubrir la vocación sacerdotal y religiosa?

 


¿Cómo descubrir la vocación sacerdotal? 
La mies es mucha y los obreros pocos

“La mies es mucha y los obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies” (Lc 10, 1-12).

Con estas palabras Jesús nos recuerda que el campo de Dios, es decir, el mundo, las personas tienen abundante necesidad de Dios. Todos estamos invitados a saciar esa sed de Dios inscrita en la misma naturaleza humana.

La Iglesia es una familia. Es importante que todos nos sintamos comprometidos en promover las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa de chicos, chicas y jóvenes que comprometan su vida por Dios y al servicio de los que más necesitan.

Personalmente cuando era adolescente nunca pensé que sería sacerdote. Hasta que vi la necesidad de las personas, especialmente de los más alejados y que vivían en condiciones muy duras, hizo despertar en mi el deseo de ser sacerdote.

Entonces dejé todo proyecto humano con el cual soñaba en realizarlo y no veía las horas pero los planes de Dios fueron distintos. Aquí estoy como sacerdote. Si Dios te llama a seguirle si eres chico como sacerdote; o si eres chica a ser religiosa en el carisma que guste, toma la decisión de afrontar el tema y aclarar las dudas. No apagues el fuego que llevas.

¿Cómo saber que Dios me pide algo? Tienes grandes metas en la vida, quieres ayudar, en algún momento pensaste en ser sacerdote o religiosa, te compadece las personas, quieres que el mundo marche mejor, tienes amigos a quienes ayudas y quieres hacer las cosas bien.

¿Quién me puede ayudar a descubrir mi vocación? Pues una persona de fe. Dialoga, conversa con un sacerdote, una religiosa, amigo o un familiar de fe. Aviva esa llama de servir al Señor, cuánto más grande es lo que amas más bella es la satisfacción.

Si eres papá, mamá, familiar, amigo, docente, maestra, catequista tienes una bonita tarea de ayudar a descubrir vocaciones en las personas que Dios te ha confiado.

¿Te comprometes a rezar, ofrecer tus ocupaciones, dificultades para que haya más sacerdotes y religiosas en la Iglesia? La mies es mucha y los obreros son pocos.

Buen día para todos.

miércoles, 19 de agosto de 2020

Libertad y compromiso por el reino de Dios

 

AzleAvenue - Busquen el reino de Dios por encima de todo... | Facebook

Amigo ¿Cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta? (Mt 22, 1-14). Con estas palabras el Señor nos explica que al reino de Dios están invitados todas las personas de todos los tiempos. En efecto, quienes hemos recibido el bautismo ya lo tenemos como herencia.

En este pasaje del evangelio hay un detalle importante. Todos han sido invitados por rey a la celebración, pero los ciudadanos no dan la importancia debida. Cada uno va a sus asuntos.

Este el gran problema de nuestros tiempos. Dejamos para después temas importantes: perdón, ser perdonados, oración, la caridad, el trabajo bien hecho, tiempo de la familia, cortar una dependencia o persona que no te conviene, dejar los vicios.

El peligro es dejarse llevar por los caprichos. Esto implica que aquello que domina es el antojo con la gravedad de dejar lo realmente valioso. Así el mal uso de la libertad antes que ratificar nuestra personalidad la deteriora y terminamos despreciables a los ojos humanos y de Dios.

Nos toca hacer que el reino de Dios crezca en cada uno y en la sociedad con la buena respuesta que se puede dar en la familia, en el trabajo, con la coherencia de vida. El cristiano no lo tiene fácil. Necesita ir contracorriente. Pero aquella semilla tiene que crecer.

¿Te propones dejar la superficialidad para dedicarte a lo importante? ¿Das importancia a los temas de tu fe o dejas para después? ¿Cuánto valoras el reino de Dios? Pues en esta vida estamos de peregrinos, la vida definitiva está más allá.

P. Arnaldo Alvarado

 

viernes, 14 de agosto de 2020

El perdón: herida y medicina

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En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: Señor, si mi hermano me ofende ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? ¿Jesús le contesta: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete (Mt 18, 21-19,1).

Con esta respuesta el Señor nos invita a perdonar siempre y hacerlo continuamente. El perdón es un acto de la voluntad por el cual se identifica las heridas del pasado, se reconcilia y se vuelve curado. Dios no se cansa de perdonar porque es esencialmente amor. Cuánto más se ama, más se perdona. De allí que el perdón de Dios sea generoso.

Perdonar quiere decir expresar un acto de amor a sí mismo y a los demás por amor a Dios. Lo que no quiere decir que se está de acuerdo con la ofensa causada. No. Se perdona a la persona, pero se rechaza los actos malos.

Puede que no tengamos el valor de perdonar por la gravedad de las ofensas. Pero recuerda eso implica que se cargue con algo pesado con la idea que traerá la solución. Pero no es así. Algunos comparan el gesto de no perdonar como aquella persona que toma algo amargo pensando que traerá la solución.

Más que un sentimiento el perdón implica libertad para comprender los fallos, dejarlos en la mano de Dios y que se restaure lo dañado. No se acepta el daño, sino la persona que quiere cambiar. De parte del autor de la ofensa siempre tiene obligación de restablecer y restituir lo dañado, cambiar de actitud y ser diferente.

¿Cómo puedo perdonar? ¿Cuáles serían las fuerzas que me ayuden a perdonar? Humildad, esto es, comprender que la ofensa está allí y se perdona aunque el autor del daño debe restituir las pérdidas.

Oración. Pedirle a Dios la fuerza para restablecerse y curar las heridas. Dar tiempo a que las heridas se curen.

Paciencia: tener fe en que las personas cambiarán y tener la esperanza de que si perdono Dios también me perdonará.

Justicia. Lo que es de justicia debe restablecerse.

¿Cuáles son las heridas causadas por ofensas propias y ajenas y que debes perdonar y pedir perdón? No dejes para mañana lo que puede hacer hoy.

P. Arnaldo Alvarado

domingo, 26 de julio de 2020

Búsqueda y encuentro


Reflexión del Evangelio según san Mateo 13:44-46 | OpusMisericordiae
Foto: Opusmisericordiae

“El reino de los cielos se parece a un tesoro encontrado en el campo”


En efecto, compara el Reino de Dios a un tesoro encontrado en el campo y una perla fina que se compra. El que los encuentra vende todo lo que tiene y posee. En realidad, lo importante a subrayar aquí es la actitud de quien encuentra.

De esta manera el Señor nos interpela al diálogo cuyo comienzo ya inició en la eternidad pues estamos en la mente y plan de Dios. La existencia es un don, sea en la experiencia que hayas vivido o se encuentre, pero la vida humana es un regalo. Más todavía el bautismo selló esa alianza eterna y allí comenzó el reino de Dios.

¿Qué es lo mejor que has encontrado en la vida? ¿Cuál es el tesoro más valioso que tienes? ¿Qué perla fina tienes como valor máximo? ¿Cómo es tu actitud ante tales dones? Pues el tesoro se encuentra y la perla se busca. Esta es la fe y la vocación concreta que Dios te ha concedido para hacer todavía más fino la búsqueda del reino de Dios.

¿Qué es el reino de Dios? Es poseer al autor de todas las bendiciones y todos sus dones. Esto inicia ya aquí en esta vida de peregrinos y se manifiesta en ciernes. Luego, cuando pasemos de este mundo al otro, y más todavía al final de los tiempos se dará en plenitud. Vale la pena vivir aquí con los pies muy firmes en la tierra y el corazón muy fijo en el cielo.

Buscar el reino de Dios significa anteponer todo para conquistarla. En efecto es una respuesta de generosidad ante algo tan valioso cuya pérdida implicaría que la vida ya no tiene sentido: el bautismo y la fe. Se trata de poner las cosas en orden y expresar una actitud firme para conseguir esos tesoros.

Además, se trata de buscar continuamente el reino de Dios, es decir, que esto crezca. Ponerse en acción con los medios al alcance. El Dios de nuestra fe es de libertad y amor sin medida. El peligro está en la pasividad querer que todo venga sin esfuerzo y que Dios solucione o asuma lo que te corresponde.

Para conquistar lo más grande en la vida hay que hacer la guerra. Realmente demostrar que se aspira a conseguirlo. Pero esa lucha se hace concreto. El camino es el lugar donde Dios te ha puesto. Allí te ha dado una vocación estés donde estés.



P. Arnaldo Alvarado

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