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El evangelio
según san Lucas (7,31-35) recoge las palabras de Jesús de esta manera: Vino
Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijeron que tenía un demonio; viene
el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Miren qué comilón y qué
borracho, amigo de publicanos y pecadores." Sin embargo, los discípulos de
la sabiduría le han dado la razón.
¡Qué
pedagogía usa el Jesús para echar en cara la falta de fe de los oyentes! En
efecto, el grupo que le seguía no era capaz de reconocerlo como Mesías, como el
Señor. Se quedaban admirados por las obras maravillosas que hacía Jesús, los
beneficios que recibían, pero lo consideraban humanamente triunfador no daban
el paso de la fe.
¿Reconoces
a Jesús como Dios al leer las Escrituras? ¿Sabes que es Cristo que pasa cuando
te encuentras con realidades que no estaban en tus planes? La fe es la adhesión
personal a Dios que sale al encuentro del hombre. Se trata de reconocer,
aceptar y seguir los pasos de Cristo en la fe personal y comunitaria, de la
Iglesia, en quién Dios se ha dado a conocer Él mismo. Entonces creemos por la
autoridad de Dios que no puede engañarse ni engañarnos.
La
fe que has recibido en el bautismo tiene que crecer. Los medios son los
habituales pero vividas cada vez mejor: la oración, la meditación de la palabra
de Dios, acercarte a la Eucaristía, el trabajo bien hecho y ofrecido a Dios. Se
trata de ser fuertes y firmes en la fe y la libertad.
Pues
la fe nos da la sabiduría de descubrir algo más allá de lo que acontece; sea
algo feliz o encontrarse con el mal en cualquier versión.
¿Descubres
a Dios en los acontecimientos alegres y los imprevistos del día a día? ¿Reconoces
que tales vivencias te llevarían aumentar la fe?
P.
Arnaldo Alvarado
Septiembre
2019
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