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viernes, 17 de abril de 2015

El poder de la lengua: pasión por la verdad

El poder de la lengua II: Pasión por la verdad

Narremos una historia. Se cuenta que un  grupo  de  ranas  viajaba  por  el  bosque y, repentinamente, dos de ellas cayeron  en un hoyo profundo. Todas las demás se reunieron alrededor; al percatarse de la profundidad dijeron a las dos ranas que para efectos prácticos se debían dar por muertas.
Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar y salir fuera del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras persistían que sus esfuerzos serian inútiles. Finalmente,  una  de las ranas puso atención al mensaje que las demás decían y se rindió, esta se desplomó y murió. La otra rana continúo saltando tan fuerte como le era posible.
Una vez más, la multitud de ranas gritaron a la superviviente que dejara de sufrir y simplemente se dispusiera a morir. Pero la rana saltó cada vez con más ahínco hasta que finalmente salió del hoyo. Cuando salió, las otras ranas le preguntaron: "¿No escuchaste lo que te decíamos?" La rana les dijo que era sorda. Ella pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más para salir del aprieto. 
Esta historia contiene dos lecciones: La lengua tiene poder de vida y muerte. Una  palabra de aliento dirigida a alguien puede ayudarle a superarse.  Una palabra inapropiada a alguien que se encuentre en dificultades puede acabar con él. Al parecer en esos momentos trances nos olvidamos de la solidaridad. Ante una persona en dificultades lanzamos nuestros pareceres y la sepultamos más abajo, dejando sobre ella el escombro de las críticas, chismes e ironías; las sepultamos.
Tengamos cuidado con lo que decimos. Hoy se habla mucho pero no se  sabe de qué se habla. Todos quieren opinar por todas partes, pero sin valorar los efectos. Los comentarios hirientes, las críticas negativas, las palabras desalentadoras, los falsos testimonios, calumnias y mentiras destruyen. Basta decir algo negativo de una persona para destruirla. Peor aún si se trata de difusión de mentiras, calumnias, ideologías o decir cosas para buscar intereses personales.
Mas grave todavía si aquello que se dice es falso. La difamación es una injusticia y causa un grave daño a la persona e instituciones; pues todos tenemos derecho natural a la buena fama.
Un secreto para ser leales: pensemos las cosas antes de hablar. Cuando estás encendido por la pasión sosegate y pondera tus palabras. También conviene saber con quién, cuándo y cómo hablar. No podemos hablar de temas muy personales con cualquiera. Hay que buscar buenos consejos. No significa pérdida de libertad, mas bien fortalecimiento y seguridad. Un ciego no puede guiar a otro ciego. La Iglesia como experta en humanidad tiene un medio y es la dirección espiritual. Allí se juegan muchas cosas buenas y positivas. Aprovechemos esta ocasión. Pues “Más vale el reproche de un sabio que la alabanza de un necio” sentencia la sagrada escritura.  

P.Arnaldo Alvarado
Jr. Unanue, 300 (Cañete-Lima)

arnaldo.alvar@gmail.com

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