“Hablar sana”
Del evangelio según
san Lucas 10, 13-16
En aquel tiempo
Jesús dijo: «¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Pues si en Tiro y en
Sidón se hubieran hecho los milagros que en ustedes, hace tiempo que se habrían
convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza.
Estamos en el
primer día de un mes tan especial, al menos en el Perú, es el mes morado del
Señor de los Milagros y del santo Rosario. Son días bendecidos y hagámoslos grandes.
Volvamos al evangelio.
En este pasaje Jesús usa un lenguaje de advertencia y asombro hacia los oyentes.
El tema es que Corazaín y Betsaida eran ciudades de Galilea donde Jesús hizo
milagros como multiplicar los cinco panes y los dos peces, caminó sobre las
aguas, devolvió la vista a un ciego.
El problema está
en que los ciudadanos no reconocieron a Jesús y por tanto no se cumplió lo que
Dios esperaba de ellos. El milagro es un signo de Dios, una palabra que
transforma y se hace obra. Jesús les echa en cara la incredulidad y dureza para
creer de esta gente. ¿Crees y aceptas con prontitud lo que Dios te pide?
Se cree y se
tiene confianza cuando se escucha. Esto implica que cuando algo se ve o se oye
hay que darle importancia sea para mejorar, corregir o ayudar. Estamos en la sociedad
de la información. Prácticamente los datos nos superan, nos falta tiempo para
estar al día en todo.
Escuchar es una
actitud activa de reconocer que el mensaje que Dios y personas buenas me
comunican son valiosos para mí y puedo interiorizarlo, hacerlo más profundo,
para desde allí entablar un diálogo.
Fíjate que Dios
nos ha hablado y nos escucha. Su palabra nos sana. Si nosotros le hablamos a
Dios en la oración también nos sanamos. Si hablamos de aquello que nos supone
sufrimiento a alguien que puede ayudarnos nos sanamos.
El agua por
naturaleza debe correr, fluir, ya que si está estancada se estropea y huele fatal.
Hoy más que nunca necesitamos escuchar y hablar desde la profundidad de nuestro
ser ¿Cómo podemos mejorar nuestra escucha y nuestra comunicación con Dios y los
demás? Te sugerimos:
· El silencio: procura tener un
silencio edificante para escuchar, reflexionar y sacar propósitos.
· Lectura: leer es el alimento del alma. Tienes la biblia,
un libro de estudio, obra literaria, escritos espirituales, biografías.
· Ora: habla de corazón a corazón con Dios que es tu Padre.
Su palabra te sana.
· Expresa a tiempo lo que sientes, no dejes que se
estanque. Crea un espacio para forjar tu interioridad en la dirección
espiritual.
· Escucha música clásica y
buena música.
· Desconéctate. Educa el uso y acceso al mundo digital y las
redes. Dale sólo el tiempo necesario. Imagínate vas al restaurant y todo el tiempo
te pones a comer.
· Concéntrate en lo que haces y ámalo.
Cuando Dios habla y lo escuchamos también en sus signos su palabra nos
sana. Buen día.