JORNADA DE
ORACIÓN POR LA SANTIFICACIÓN DE LOS SACERDOTES
Recuerdo con gran emoción un suceso, en mi vida
personal, apenas ordenado sacerdote. Me encomendaron la atención pastoral de un
pueblo pequeño de la periferia. De esos que no aparecen en los medios y las
redes sociales pero que sí los debería porque allí azota la drogadicción, las
violencias familiares, delincuencias. Generalmente sufren en silencio.
Un día pactamos con los chicos del barrio para jugar
un partido de football. El desafío del
partido fue sorprendente porque no esperaban semejante reto. Al bajar de la
mototaxi -medio de transporte- con los implementos deportivos nadie se acercó a
saludarme como habitualmente lo hacían. Lo que pasaba es que ellos jamás imaginaban
que el sacerdote vendría deportivo y era difícil reconocerlo. En efecto antes
no había ocurrido una cosa así porque no había atención sacerdotal allí.
El sacerdote se dedica especialmente a las cosas de
Dios: sacramentos, evangelio y caridad. Pero también se dedica a las cosas
humanas sanas: música, deporte, excursión, etc. Y trabaja también en el lado
humano de la gente. Trata de elevar el nivel de calidad de vida en todos los
aspectos.
Ese trabajo es fatigoso pero muy esperanzador. Hay
un detalle para tomar conciencia; y, es que el sacerdote pertenece a su tiempo
en que vive, con este motivo, la Iglesia dedica este día del Sagrado Corazón de
Jesús especialmente para rezar por sus sacerdotes.
Los sacerdotes son hombres elegidos de entre los
hombres puestos al servicio de sus hermanos. Llevan tesoros divinos en vasijas
de barro. Esas manos son frágiles como la de los demás. De allí que tenemos que
apoyar a nuestros sacerdotes. Sostener a un sacerdote con la oración es
sostener a miles de personas. Es ganancia para todos.
Veamos lo que significa el sacerdote: “Si tuviera
que ver a un Ángel del Paraíso y a un Sacerdote, antes doblaría mi rodilla ante
el Sacerdote, luego ante el Ángel” (san Francisco de Asís) ¿Por qué? El sacerdote hace las cosas en nombre de Dios.
Es humano y tiene la misma naturaleza humana de todos y le afectan las
enfermedades, el cansancio y el pecado como a cualquier otro ser humano.
Generalmente pedimos al sacerdote que rece por
tantos asuntos pero nos olvidamos que también ellos necesitan nuestras
oraciones y sacrificios. Qué bueno es rezar por el sacerdote y ayudarle de
distintas formas especialmente con la corrección fraterna, el testimonio de la
fe, pues él también necesita ver y sentir la misma fe.
Recemos y hagamos rezar por nuestros sacerdotes:
¡Danos Señor sacerdotes santos!.
P.
Arnaldo Alvarado
SSJ-IESPPSJ