El día de hoy me ha
sucedido algo particular. Veamos. Mientras yo volvía a casa de la zona céntrica
de la ciudad de san Vicente de Cañete, a pocos metros de la plaza de armas, me
encontré con un padre de familia. Le saludé a la distancia y mi interlocutor manifestó
ciertas interrogantes que resolver.
Me detuve. Lo
atendí allí en la vereda, en el bullicio del tráfico. Resulta que este hombre
sufría las consecuencias de la pandemia. Procedía de una zona interna del país.
Encontrándose en una situación precaria y sin futuro resolvió venirse a Cañete
en un camión que transportaba productos agrícolas. Llegó sin saber dónde caer
ni quién lo acoja. Ahora vive entre plásticos y choza con sus cuatro hijos y
esposa.
Pienso que la
pobreza ya no está en un espacio mapeado. No. Hay más pobreza todavía en
ciudades desarrolladas. En el anonimato del existir de la masa. Allí dónde a
nadie le interesa lo que te pasa sino únicamente para sacar alguna utilidad en
el peor de los casos.
Volvamos al hecho
de la narración. Por lo que conversé en esos pocos minutos con aquel papá percibí
que era un hombre de fe. Dispuesto a jugarse el todo por mantener a su familia
unida y en armonía con Dios. Realmente una persona que ha pasado por cosas muy
duras. Me sorprendió su valor y fe.
Me comentó que
pasaría a rezar por la catedral y luego este padre de familia de cuatro hijos
pequeños acudiría al mercado para buscar donaciones de comidas. Tenía reparos y
me dijo quizá las personas no le ayudarían. Aquí viene la cuestión.
Dije
inmediatamente ¿Cómo es que Dios me presenta a una persona tan necesitada y que
estoy en capacidad de ayudarlo? ¿Cómo así que esta persona tan buena y con
grandes deseos de amar a su familia hasta el extremo encuentra la persona que
puede darle una ayuda solidaria?
Aclaro. Tengo un
equipo humano y estamos en capacidad de ayudar. Esta iniciativa surgió
precisamente desde que inició la pandemia en el Perú. Lo que hemos hecho es armar bolsas de
alimentos con un grupo de familias para seis miembros y para una semana. Plan diseñado
para un plan de emergencia. Lo razonable para subsistir. Hasta el momento hemos
ayudado a más de 50 familias en situación muy precaria.
Aún me sigo
preguntando ¿Por qué Dios me puso a esta persona en mi camino? Si éramos tantos
transeúntes ¿Por qué a mí? De lo que estoy convencido es que Dios cuida y
defiende a los pobres. Jamás deja de prestar oído a sus súplicas. Si una
persona es buena jamás será olvidada.
¿Valoras que tu
riqueza está en la fe y confianza en Dios? Como este padre de familia que se la
jugaba todo por sus hijos ¿Estás dispuesto a valorar a las personas antes que
las cosas materiales? ¿Identificas y te comprometes con lo que puedas en ser
caritativo?
Cañete, 29 de
mayo 2021
P. Arnaldo
Alvarado
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