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miércoles, 30 de octubre de 2019

La salvación ¿Serán pocos los que se salven?


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En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: Señor ¿serán pocos los que se salven? (Lc 13, 22-30).

Ante la pregunta de uno de sus discípulos Jesús aprovecha para instruir sobre la salvación y cómo alcanzarla. ¿Qué quiere decir salvación? ¿De qué necesitamos ser salvados? La salvación es el acto del amor misericordioso de Dios Padre por el cual nos ha enviado a su Hijo (Jesús) para el perdón de nuestros pecados y reconciliarnos con Dios. Cristo con su vida, muerte y resurrección ha vencido el pecado, la muerte, el mal y nos ha liberado de las ataduras del demonio. Puedes estar pasando por momentos muy duros, pero ya alguien (Cristo) llegó antes que tú, diríamos ya tocó fondo y te salvará de eso.

Sólo puede salvar alguien que es amor y misericordia en persona, tiene todas las perfecciones y además es superior al hombre. En realidad, las cosas, los medios e incluso otra persona podrán ayudarnos, pero no salvarnos y darnos la vida eterna. Cristo es el único salvador. El designio de Dios en el tiempo fue dar origen a la Iglesia, por eso Jesús instituyó la Iglesia como signo e instrumento de salvación. No te salvas solo, sino en familia y comunidad. También está el riesgo de condenarse y llevar a otros por ese camino por tu mal ejemplo (escándalo).

Ahora bien, todo aquello que Cristo realizó por nosotros lo hacemos nuestro al recibir los sacramentos. De allí que salvarnos quiere decir aceptar a Cristo en nuestra vida y empeñarnos constantemente para corresponder a las ayudas divinas (la gracia).

Todos necesitamos de algo que nos oprime y nos esclaviza. Fundamentalmente necesitamos salvarnos del pecado y de los demás males. Siempre hay salvación. Pero atención con los falsos mesianismos que ofrecen tu salvación cuando no pueden darla. Jesús nos advierte de falsas seguridades como ya soy católico, he recibido el bautismo, ayudo lo suficiente, no tengo pecados, tengo esta devoción, Estoy en tal carisma, leo la biblia, soy peregrino de tal santuario... Es verdad que nuestra salvación inicia con el bautismo y la fe, pero se necesita las obras. Se trata de corresponder a lo que Dios nos pide.

Y ¿Qué de los que sin responsabilidad no han conocido a Cristo y la fe? Dios es providente, además si ellos viven de acuerdo con la razón, la rectitud de sus corazones hacia la verdad, el bien, la justicia y la sinceridad Dios lo tendrá en cuenta.
¿Luchas por corresponder a las ayudas que Dios te da para tu salvación? ¿Te das cuenta que la fe crece por atracción y buen ejemplo? ¿Cooperas con la salvación de los demás mediante la coherencia de vida? ¿Estás convencido tu problema moral y cualquier dificultad tiene salvación?

P. Arnaldo Alvarado
29 octubre 2019

martes, 22 de octubre de 2019

La crisis de la persona y de la cultura.


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“Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá” (Lc 12, 19-48). Con estas palabras nuestro Señor Jesucristo nos invita a la responsabilidad. Esto es, estar a la altura de las exigencias de nuestras tareas. Aquello que corresponde a cada uno.

Ante las circunstancias actuales, por un lado, a nivel eclesial: la reunión de los obispos en Roma (sínodo) sobre el tema de la Amazonia (ecología), en el mes del santo Rosario y más todavía en el Perú del Señor de los Milagros. Como creyentes tenemos la responsabilidad de sintonizar con la fe de la Iglesia. Por esta razón llevemos con más ardor y buenas obras la devoción al Señor de los Milagros. Pidámosle que proteja nuestro Perú de las fuerzas ocultas del mal y las ideologías. Queremos el bien de todos, no de unos cuantos. No más sufrimientos. También pidamos a la Madre de Dios que cuide de la Iglesia y nos cuide a cada uno y nuestras familias.

Por otro lado, en estos días en varios países Venezuela, Ecuador, Perú, Chile, Bolivia, Argentina se han multiplicado las movilizaciones sociales por diversos motivos. Los reclamos esenciales son: justicia, verdad, sustento (trabajo), salud, educación de calidad, agua y alimento.   Estos son temas fundamentales que todo ser humano desea tenerlo. Es más los necesita. Hay instancias para exigir cuando se vulnera estos derechos fundamentales naturales. Pero sí que quede claro, la violencia y la barbarie debe ser rechazado.

Toca a cada uno, especialmente desde quienes tienen responsabilidades de gestionar los recursos materiales y no materiales hacer bien su trabajo, corregir direcciones que no se ajustan al bien de todos y del mañana. La crisis cultural de la persona tiene un eco inmediato en las instituciones y la sociedad.

¿En lo que te corresponde cumples con la palabra y compromiso adquirido? ¿Sabes que tu granito de arena de la responsabilidad en tu persona, familia, institución, trabajo y sociedad es imprescindible? ¿Te comprometes plasmar en tu vida la verdad, la justicia, la solidaridad?


P. Arnaldo Alvarado
22 de octubre 2019

viernes, 18 de octubre de 2019

7 tips para el éxito en el trabajo


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 Imagen: PQS.pe
El trabajo es una actividad propiamente humana por el cual mediante el uso de la inteligencia y la voluntad (toda la persona) tiene por objeto transformar realidades humanas, materiales, espirituales que contribuyen al bien del propio trabajador y de las demás personas cuyo servicio es recompensado. De las cosas que más cambios ha significado en la vida social contemporánea es el trabajo, porque el hombre está cambiando su modus vivendi.

¿Cómo alcanzar éxito en el trabajo? Aquí algunos tips para entender el trabajo:

1.  Es expresión del ser personal. Ya que es el servicio a la persona en toda su integridad, aunque esa actividad sea focalizada, por el cual el trabajador da lo que atesora en su ser. El trabajador debe identificarse con lo que hace a nivel personal, la misión y visión institucional. 
2. Crecimiento interior y agrega valor. Trabajar bien quiere decir fundamentalmente apuntar a ser mejor persona, a esto llamamos crecimiento interior. En consecuencia, el agregar valor (productividad) no es una búsqueda absoluta sino expresión de buenos desempeños y compromisos adquiridos.
3. Trabajo con los demás. El trabajo se desarrolla en una comunidad de personas. Trabajar con los demás implica aceptarse, aceptar y buscar compartir, con sanas competencias, habilidades para el buen desempeño. El mejor aliado para el trabajador es el otro trabajador juntamente con los responsables de dirección y de la institución.
4. Formación constante. El trabajo como servicio requiere por propia naturaleza la investigación, la formación continua y permanente con la finalidad de brindar mejores espacios para los beneficiados y la propia empresa o institución. Somos parte de acelerados cambios, la innovación (que no es improvisada sino reflexionada) es la mejor respuesta frente a las exigencias de los tiempos más actuales.  
5. Fortaleza y exigencia personal. Es la firmeza de ánimo ante las dificultades personales, ajenas y de circunstancias. Se trata de resistir y superar con valentía los defectos personales y recomenzar continuamente. Que tus debilidades no te ofusquen. Además, tu exigencia está marcado por la libertad personal: el puedo, soy capaz; y; no el “debes”.
6. Siempre con esperanza. Hacer propio los puntos anteriores es indicador de que se tiene esperanza. Nadie va a realizar un trabajo donde reina el pesimismo y mal clima laboral. Hoy será mejor que ayer, mañana que hoy. Se trata de esperar, preparar tiempos mejores. Nuestro corazón es insatisfecho mientras estamos en este tiempo. Las circunstancias cambiarán con el esfuerzo de cada uno. Más allá del error, defectos, pecados, males y zozobra hay esperanza. Vale la pena la lucha por seguir adelante. No hay un lugar perfecto. Perfecto será en el más allá de la vida.
7. Saber descansar. Esto implica ser realista. Se trata de aceptarse como unidad de cuerpo y alma. El trabajo es un aspecto de la vida, no todo. Se necesita de la familia, de espacios que den fuerzas para seguir adelante (fe, oración, cultura, deporte, lectura, música, películas, amistad y muy especial familia). Saber trabajar bien significa saber también descansar.

P. Arnaldo Alvarado
17 octubre 2019

martes, 15 de octubre de 2019

Los tres lenguajes: Pensar, sentir y obrar


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Foto: Infocatólica

¡Ay de ustedes, fariseos, que les encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle!

La conducta farisaica se caracteriza por el afán desmedido de quedar bien, aparentar bien ante los demás. Pero dentro, en sus mentes y corazones, hay muchas cosas torcidas.

Jesús nos invita a la rectitud de nuestros comportamientos. Que nuestro pensar, sentir y obrar expresen la misma intención. La pregunta es ¿Cuál es el motivo de aquello que haces?

Todos podemos equivocarnos en la intención al emprender o en el desarrollo de alguna iniciativa incluso apostólica. La grandeza de nuestra parte está en darnos cuenta y rectificar la intención. Además, se trata de hacer la batalla a uno mismo de modo inmediato sin postergar. Es difícil recomenzar porque se trata de superar el qué dirán, qué pensarán, cómo me mirarán, pero es la mejor forma de expresar tu personalidad.

El afán de servicio y la humildad es una cualidad del discípulo de Jesús. El Señor mismo se ha mostrado como ejemplo. Si tienes algo bueno (fe, bienes materiales, sabiduría, don de palabra, arte, etc.) que los demás no tienen compártelo.

Se trata de dar con generosidad, como si no se debe a nuestro propio mérito. Reconoce que es un regalo y una oportunidad que Dios te da para servir. ¿Te comprometes con tus cualidades, talentos, tu desempeño profesional para poner al servicio de las personas? ¿Rectificas tu intención cuando te das cuenta que algo no va? ¿Asumes compromisos decididos sin mirar atrás?

 P. Arnaldo Alvarado
15 de octubre 2019

martes, 8 de octubre de 2019

Nuncio Apostólico del Perú, visita Cañete (Prelatura de Yauyos)


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Desde el día 6 al 8 de octubre tuvimos una gracia especial en la Prelatura de Yauyos. Nos visitó Monseñor Nicola Girasoli, Nuncio Apostólico, quién es el representante del Papa Francisco en el Perú. Fueron días bendecidos y quedará así en la nuestra memoria.

La Iglesia es Apostólica, esto es, que Jesús la fundó sobre la columna de los doce apóstoles. El Señor dijo a Pedro: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no la derrotará” (Mt 16, 16-18). Desde ese momento el Apóstol Pedro fue constituido vicario de Cristo y los obispos sucesores de los demás apóstoles.

La sucesión de Pedro, en la Iglesia Católica, no se ha interrumpido. En efecto, nuestro actual pontífice es el número 266. La Iglesia es como una nave que pasa en tiempos maravillosos como también en épocas muy duras. Es experta en humanidad y seguirá adelante. En esa barca todos remamos.

El Nuncio Apostólico vino con la finalidad de agradecer a nuestro obispo Monseñor Ricardo García, sacerdotes, religiosas y a todos los cristianos católicos por la fe, los trabajos sociales y testimonio de fe. Durante la Misa del domingo anunció sus objetivos: “vengo con dos objetivos: agradecer y conocer la gran labor que realizan aquí”, luego añadió: “Vengo a traerles la cercanía del Papa Francisco”. Objetivos que se fueron desarrollando en las diversas visitas a personas y lugares previstos. En todos lo lugares dejaba mensajes claros.

Por ejemplo, a los sacerdotes además de agradecerles por la heroicidad de su servicio al Pueblo de Dios y los más necesitados, recordó: “no hay Iglesia sin sacerdotes”; “hay que escuchar”; “vengo con la espiritualidad de san Pedro” con esto quiso decir que venía trayendo mensajes del Papa Francisco. 

Después, puntualizó en otros temas: “hay que estar cerca a la gente”, “conocer los nuevos tiempos para poder ayudarles a orientarse por la vida”, también “hay que curar las heridas diversas como el buen samaritano”; “es necesario la fraternidad” y “conectar con los jóvenes que son el presente y futuro de la Iglesia y la sociedad”; “las familias tienen desafíos que conviene estudiar y analizar”.

En definitiva, la visita del Nuncio Apostólico ha sido una gracia muy especial que nos fortalece a seguir con fidelidad a Jesucristo donde cada uno está. Nos interesa servir a la Iglesia y a los hermanos como ella necesita ser servida.   

P. Arnaldo Alvarado
8 de octubre 2019

martes, 1 de octubre de 2019

Memoria y gratitud. Aniversario de la Prelatura de Yauyos


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Hoy 2 de octubre es la festividad de los ángeles custodios. Ellos son seres espirituales que Dios ha dado a cada uno para protegernos en el camino de todo lo bueno y especialmente hacia el cielo. Es tu protector, trátalo.

Quisiera dedicar este espacio para hacer memoria y gratitud por dos eventos importantes. El primero, la fundación del Opus Dei, que tuvo lugar en Madrid el 2 de octubre 1928. Dios hizo ver a san Josemaría un camino de santificación y un mensaje bautismal de la llamada universal a la santidad. Enseñanza “tan antiguo y nuevo como el Evangelio”. Cada uno puede tejer su santidad dónde Dios le ha puesto.

En segundo lugar, a nivel local, este día 2 de octubre cumplimos un aniversario del inicio de nuestra familia eclesial. Monseñor Ignacio de Orbegozo y cinco sacerdotes venidos desde España llegaron a Yauyos un día como hoy. Allí asumieron la responsabilidad de atender a todos los pueblos de las provincias de Yauyos y Huarochirí. Posteriormente en el año 1963 se añadirá Cañete.

¿Cómo así D. Ignacio y los primeros sacerdotes llegan a dar su vida en los andes peruanos? Fue por deseo del Papa Pío XII en 1957 quién propuso, mediante su secretario, a san Josemaría Escrivá de Balaguer se encargaran de un territorio para las misiones en el Perú. Siendo varios los lugares para atender eligió lo que nadie quiso: Yauyos. Desde ese momento el fundador del Opus Dei siguió con oraciones, sacrificios y detalles concretos de cariño al Prelado, sacerdotes y todos nosotros. Por ejemplo, la Madre del Amor Hermoso fue un regalo de San Josemaría. También él mismo visitó Cañete el 13 julio de 1974.

Se creó la Prelatura de Yauyos dado que la jurisdicción eclesiástica de Lima era extensa como territorio. La complejidad geográfica hacía aún más difícil atender los lugares recónditos de la región. Por ejemplo, uno de los naturales escribe al entonces arzobispo de Lima: “nuestros niños crecen sin la instrucción de la fe y sacramentos, nos invaden los errores y confusiones, los ancianos y enfermos no tienen los auxilios espirituales de los sacramentos, estamos sin misa”. Estas oraciones y deseos fueron atendidas por el Señor muy generosamente. Hoy tenemos 22 parroquias atendidos por más de cincuenta sacerdotes.

San Josemaría rezó y se desveló por nosotros, como también muchas almas generosas que dejaron sus vidas en este suelo. ¿Reconoces, agradeces y correspondes por los dones recibidos? ¿Te apoyas en tu ángel de la guarda para llevar las cruces de cada día como medio de santificación?


lunes, 30 de septiembre de 2019

¿Cómo y por qué leer la Biblia?


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Del prólogo al comentario de san Jerónimo, presbítero, sobre el libro del profeta Isaías.
(Núms. 1. 2: CCL 73, 1-3)

IGNORAR LAS ESCRITURAS ES IGNORAR A CRISTO
Cumplo con mi deber, obedeciendo los preceptos de Cristo, que dice: Ocupaos en examinar las Escrituras, y también: Buscad y hallaréis, para que no tenga que decirme, como a los judíos: Estáis en un error; no entendéis las Escrituras ni el poder de Dios. Pues si, como dice el apóstol Pablo, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios, y el que no conoce las Escrituras no conoce el poder de Dios ni su sabiduría, de ahí se sigue que ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo.

Por esto quiero imitar al amo de casa, que de su provisión saca lo nuevo y lo antiguo, y a la esposa que dice en el Cantar de los cantares: He guardado para ti, mi amado, lo nuevo y lo antiguo; y, así, expondré el libro de Isaías, haciendo ver en él no sólo al profeta, sino también al evangelista y apóstol. Él, en efecto, refiriéndose a sí mismo y a los demás evangelistas, dice: ¡Qué hermosos son los pies de los que anuncian el bien, de los que anuncian la paz! Y Dios le habla como a un apóstol, cuando dice: ¿A quién mandaré? ¿Quién irá a ese pueblo? Y él responde: Aquí estoy, mándame.

Nadie piense que yo quiero resumir en pocas palabras el contenido de este libro, ya que él abarca todos los misterios del Señor: predice, en efecto, al Emmanuel que nacerá de la Virgen, que realizará obras y signos admirables, que morirá, será sepultado y resucitará del país de los muertos, y será el Salvador de todos los hombres.

¿Para qué voy a hablar de física, de ética, de lógica? Este libro es como un compendio de todas las Escrituras y encierra en sí cuanto es capaz de pronunciar la lengua humana y sentir el hombre mortal. El mismo libro contiene unas palabras que atestiguan su carácter misterioso y profundo: Cualquier visión se os volverá –dice– como el texto de un libro sellado: se lo dan a uno que sabe leer, diciéndole: «Por favor, lee esto». Y él responde: «No puedo, porque está sellado». Y se lo dan a uno que no sabe leer, diciéndole: «Por favor, lee esto». Y el responde: «No sé leer».

Y si a alguno le parece débil esta argumentación, que oiga lo que dice el Apóstol: Cuanto a los dotados del carisma de profecía, que hablen dos o tres, y que los demás den su dictamen; y, si algún otro que está sentado recibiera una revelación, que calle el que está hablando. ¿Qué razón tienen los profetas para silenciar su boca, para callar o hablar, si el Espíritu es quien habla por boca de ellos? Por consiguiente, si recibían del Espíritu lo que decían, las cosas que comunicaban estaban llenas de sabiduría y de sentido. Lo que llegaba a oídos de los profetas no era el sonido de una voz material, sino que era Dios quien hablaba en su interior, como dice uno de ellos: El ángel que hablaba en mí, y también: Que clama en nuestros corazones: «¡Padre!», y asimismo: Voy a escuchar lo que dice el Señor.

Texto extraído de la LH, 30 de septiembre

¿Cómo educar a los hijos en sintonía con el colegio?

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