En
aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas
enseñando. Uno le preguntó: Señor ¿serán pocos los que se salven? (Lc 13,
22-30).
Ante
la pregunta de uno de sus discípulos Jesús aprovecha para instruir sobre la
salvación y cómo alcanzarla. ¿Qué quiere decir salvación? ¿De qué necesitamos
ser salvados? La salvación es el acto del amor misericordioso de Dios Padre por
el cual nos ha enviado a su Hijo (Jesús) para el perdón de nuestros pecados y
reconciliarnos con Dios. Cristo con su vida, muerte y resurrección ha vencido
el pecado, la muerte, el mal y nos ha liberado de las ataduras del demonio. Puedes
estar pasando por momentos muy duros, pero ya alguien (Cristo) llegó antes que tú,
diríamos ya tocó fondo y te salvará de eso.
Sólo
puede salvar alguien que es amor y misericordia en persona, tiene todas las
perfecciones y además es superior al hombre. En realidad, las cosas, los medios
e incluso otra persona podrán ayudarnos, pero no salvarnos y darnos la vida
eterna. Cristo es el único salvador. El designio de Dios en el tiempo fue dar
origen a la Iglesia, por eso Jesús instituyó la Iglesia como signo e
instrumento de salvación. No te salvas solo, sino en familia y comunidad.
También está el riesgo de condenarse y llevar a otros por ese camino por tu mal
ejemplo (escándalo).
Ahora
bien, todo aquello que Cristo realizó por nosotros lo hacemos nuestro al
recibir los sacramentos. De allí que salvarnos quiere decir aceptar a Cristo en
nuestra vida y empeñarnos constantemente para corresponder a las ayudas divinas
(la gracia).
Todos
necesitamos de algo que nos oprime y nos esclaviza. Fundamentalmente
necesitamos salvarnos del pecado y de los demás males. Siempre hay salvación.
Pero atención con los falsos mesianismos que ofrecen tu salvación cuando no
pueden darla. Jesús nos advierte de falsas seguridades como ya soy católico, he
recibido el bautismo, ayudo lo suficiente, no tengo pecados, tengo esta
devoción, Estoy en tal carisma, leo la biblia, soy peregrino de tal santuario...
Es verdad que nuestra salvación inicia con el bautismo y la fe, pero se necesita
las obras. Se trata de corresponder a lo que Dios nos pide.
Y
¿Qué de los que sin responsabilidad no han conocido a Cristo y la fe? Dios es
providente, además si ellos viven de acuerdo con la razón, la rectitud de sus
corazones hacia la verdad, el bien, la justicia y la sinceridad Dios lo tendrá
en cuenta.
¿Luchas
por corresponder a las ayudas que Dios te da para tu salvación? ¿Te das cuenta
que la fe crece por atracción y buen ejemplo? ¿Cooperas con la salvación de los
demás mediante la coherencia de vida? ¿Estás convencido tu problema moral y
cualquier dificultad tiene salvación?
P.
Arnaldo Alvarado
29
octubre 2019