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martes, 15 de octubre de 2019

Los tres lenguajes: Pensar, sentir y obrar


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Foto: Infocatólica

¡Ay de ustedes, fariseos, que les encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle!

La conducta farisaica se caracteriza por el afán desmedido de quedar bien, aparentar bien ante los demás. Pero dentro, en sus mentes y corazones, hay muchas cosas torcidas.

Jesús nos invita a la rectitud de nuestros comportamientos. Que nuestro pensar, sentir y obrar expresen la misma intención. La pregunta es ¿Cuál es el motivo de aquello que haces?

Todos podemos equivocarnos en la intención al emprender o en el desarrollo de alguna iniciativa incluso apostólica. La grandeza de nuestra parte está en darnos cuenta y rectificar la intención. Además, se trata de hacer la batalla a uno mismo de modo inmediato sin postergar. Es difícil recomenzar porque se trata de superar el qué dirán, qué pensarán, cómo me mirarán, pero es la mejor forma de expresar tu personalidad.

El afán de servicio y la humildad es una cualidad del discípulo de Jesús. El Señor mismo se ha mostrado como ejemplo. Si tienes algo bueno (fe, bienes materiales, sabiduría, don de palabra, arte, etc.) que los demás no tienen compártelo.

Se trata de dar con generosidad, como si no se debe a nuestro propio mérito. Reconoce que es un regalo y una oportunidad que Dios te da para servir. ¿Te comprometes con tus cualidades, talentos, tu desempeño profesional para poner al servicio de las personas? ¿Rectificas tu intención cuando te das cuenta que algo no va? ¿Asumes compromisos decididos sin mirar atrás?

 P. Arnaldo Alvarado
15 de octubre 2019

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