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lunes, 9 de julio de 2018

Amor y odio

 ¿Por qué la gente se grita cuando están enojados?


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Comparto esta historia:

Un día un maestro preguntó a sus discípulos lo siguiente:
- ¿Por qué la gente se grita cuando están enojados?


Los discípulos pensaron unos momentos:
- Porque perdemos la calma, dijeron.

Pero, ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado?, preguntó el maestro.
¿No es posible hablarle en voz baja?
¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado?

Los discípulos dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas satisfacía al maestro.  Finalmente él explicó:
- Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho.

Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia.-
¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran?
Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente, ¿por qué? Porque sus corazones están muy cerca.
La distancia entre ellos es muy pequeña.

El maestro continuó: - Cuando se enamoran aún más, ¿qué sucede?
No hablan, sólo susurran y se vuelven aún más cerca en su amor.
Finalmente, no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo.
Así es cuando están cerca dos personas que se aman.

Luego el maestro dijo:- Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, porque llegará un día en que la distancia sea tan grande, que no encontrarán de nuevo el camino de regreso.

sábado, 7 de julio de 2018

Investigación: sendero y límite

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Rendirse ante la realidad denota alto grado de humanidad. Pues la realidad es lo que es. Nos gustaría que sea de otra manera nuestro modo de ser, el de los acontecimientos históricos actuales, la marcha del universo; pero no. Ojalá tengamos ese humus. La humildad es reconocer la verdad venga de donde venga. Esta habilidad, si así queremos llamar,  nos sostiene en nuestra investigación en cualquier campo.

La presencia de ese soporte es clave. Puesto que nos sorprendemos ante aquello que no esperábamos ver. Estamos limitados por diversos factores en el campo de la investigación, pero no determinados por nada. Aquí radica la grandeza del ser humano que siempre rompe en novedades.

Un texto que me ha abierto horizontes es el que comparto: “Y primeramente, queriendo tú mostrarme cuánto resistes a los soberbios y das tu gracia a los humildes y con cuánta misericordia tuya ha sido mostrada a los hombres la senda de la humildad, por haberse hecho carne tu verbo y haber habitado entre los hombres, me procuraste, por medio de un hombre hinchado con monstruosísima soberbia, ciertos libros de los platónicos, traducidos del griego al latín”[1]. De lo que se desprende que el orgullo y la vanagloria puede ser muros que impidan el avance en la investigación.




[1] Agustín, Confesiones, VII, 9, 13.

viernes, 6 de julio de 2018

El escapulario: historia y significado


EL ESCAPULARIO
De nuestra Señora del Carmen

El Escapulario de la Virgen del Carmen - ACI Prensa

ERA UNA VEZ: El Padre John Higgins había sido invitado a comer una barbacoa con amigos; empacó su kit de misa y fue alrededor de las 6:00 pm. Llegó con gran apetito y fue recibido por unos 15 jóvenes, pero sonó el teléfono y todo cambió. Porque lo llamaron de un hospital para dar la extremaunción a un moribundo. Así que tuvo que conducir a unos 20 kilómetros a un hospital donde le habían llamado de emergencia. Condujo rápidamente porque la enfermera a cargo de la sala de emergencias, Anne, lo estaba esperando. Él la conocía a ella, a su marido y a los niños de la parroquia.
Cuando llegó pudo ver a los paramédicos a los pies de la única camilla ocupada allí, así que corrió y entró. Pero le oyó:“Lo sentimos Padre John es demasiado tarde. Se ha ido” dijo Anne, sonriendo. Ella tenía mucha compasión y entendió que había ido tan rápido como pudo.
Cuando miró vio que le estaban retirando los cables al hombre mayor y se dio cuenta que llevaba el Escapulario del Carmen, uno viejo de tela.
El Padre John cuenta: Me acerqué y dije: “Él está usando un viejo Escapulario del Carmen”. Pero cuando lo toqué apareció un pitido desde un monitor, al otro. La enfermera, Anne, dijo: “¿Qué hizo usted?”. Dije “¡Nada!”. Ella y otra enfermera saltaron y rápidamente volvieron a conectar los cables y llamaron pidiendo ayuda. Los paramédicos estaban con sus mandíbulas boquiabiertas.
El paciente abrió los ojos y dijo: “Oh, que bueno Padre, le estaba esperando; quiero hacer una confesión”.
Casi me caí de la impresiónYo no había hecho nada más que ver y tocar su escapulario. La siguiente cosa que pude ver era que estaban trabajando en él. Hicimos una confesión rápida y le di la absolución de emergencia mientras trabajabanUno de los paramédicos me preguntó si estaba bien y me senté en una silla. Un par de semanas más tarde el hombre vino a mí para la confesión y me dijo que el doctor no podía entender lo que pasó, y tuvo que romper el certificado de defunción que ya había empezado a llenar. Los paramédicos habían ido a verlo al hospital y le mostraron sus notas. En la parte inferior de la página que habían escrito la hora y el lugar de su muerte. Y luego en grandes letras en negrita había añadido “devuelto a la vida por Dios”.  Fuente: https://www.jovenescatolicos.es/2017/07/16/el-milagro-del-escapulario-de-la-virgen-del-carmen/

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Para saber del escapulario
El 16 de julio es la fiesta de nuestra Señora del Carmen. Esta devoción es difundida por la Orden de los Carmelitas. Esta es una ocasión para recibir el Escapulario y llevarlo por toda la vida.
¿Qué es el escapulario?
El Escapulario es una prenda de tela o medalla cuyas imágenes son el Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen del Carmen. Es símbolo de la protección de la Madre de Dios a sus hijos. Llevarlo es signo de consagración a María.
¿Cuál es el origen del escapulario?
Todo inició en el siglo XIII. Los Musulmanes se apoderaron de los lugares santos. Entonces los monjes del Carmelo y los cristianos se vieron obligados a retirarse de allí. Los religiosos carmelitas tenían serias dificultades tras ese cambio. Fue en esta circunstancia que un monje carmelita inglés llamado San Simón Stock, hombre penitente y de mucha santidad, fue elegido Superior General de la Orden. Él angustiado con la situación en que se encontraban, comenzó a suplicar incesantemente a la Virgen para que los protegiese.
En 1251 San Simón Stock mientras rezaba fervorosamente en su convento de Cambridge (Inglaterra) se le apareció Nuestra Señora revestida del hábito carmelita, portando en sus brazos al Niño Jesús y extendiéndole un escapulario le dijo: “Recibe, queridísimo hijo, este Escapulario de tu Orden, señal de mi confraternidad, privilegio para ti y para todos los carmelitas. Todo aquel que muera con él revestido, no arderá en las llamas del infierno. Él es, pues, una señal de salvación, una seguridad de paz y de eterna alianza”. Estas son las promesas de nuestra Madre del Cielo para todo aquel que lleve esta prenda de María.
En 1314 la Madre de Dios se apareció al Papa Juan XXII confirmando su especial protección a los que usasen el escapulario, y prometiendo además que los libraría del purgatorio el primer sábado después de la muerte. Desde aquella época Pontífices, monarcas, personajes ilustres, religiosos de otras órdenes y personas de todas las condiciones a querer participar de este privilegio, recibiendo el escapulario como un símbolo de devoción a María Santísima y de salvaguarda contra los enemigos del alma y del cuerpo.
¿Cómo llevar el escapulario?
Llevar el escapulario supone algunas exigencias. Los compromisos son:
ü Se debe llevar siempre y no quitarse para nada.
ü Imitar las virtudes de la Madre de Dios.
ü Vivir de acuerdo con las enseñanzas del evangelio.
ü Recibir los sacramentos y profesar una devoción especial a la Santísima Virgen María que se expresa, al menos, con la recitación cotidiana de tres avemarías.
¿Por qué es importante llevar el escapulario?
ü  Nos protege ante los peligros y del pecado. La madre de Dios cuidará de quienes lleven con respeto y devoción el escapulario.
ü  Nos llevará al Cielo el sábado más próximo a nuestra muerte (si nos ha faltado purificarnos).

¿Cómo puedo recibir el escapulario?
Lo recibimos con devoción especialmente con ocasión de la fiesta de la Virgen del Carmen, el 16 de Julio o en algunas fiestas de la Virgen. Para recibirlo tenemos que tener presente:


  • ü  La primera vez lo impone el Sacerdote o diácono. Luego ya cada uno puede renovarlo cuando éste se deteriore. Para recibirlo estar en gracia de Dios, haberse confesado.
  • ü  Recordar que llevamos una prenda de nuestra Madre del Cielo.
  • ü  Manifestar el vivo deseo de mantener los compromisos (llevar vida cristiana buena, honrar a la Virgen María).
Esta es una devoción de predilección. Nuestra madre siempre nos protege, nos cuida e intercede por nosotros. Nosotros como hijos pequeños, siempre pequeños, la debemos venerar y tratar con mucho cariño.

Para recibir el escapulario pídelo en tu parroquia.

P. Arnaldo Alvarado
Seminario Mayor de Cañete

martes, 13 de marzo de 2018

Catecismo de la familia

Catecismo de la familia a la luz de Amoris Laetitia, la famlia pregunta y el Papa Responde



La Prelatura de Yauyos (Perú), lanzó recientemente el “Catecismo de la Familia”, un documento que busca ayudar a la formación pastoral de los matrimonios con mensajes obtenidos de la exhortación apostólica Amoris laetitia del Papa Francisco, así como del Catecismo de la Iglesia Católica.
En el prólogo, el Obispo Prelado de Yauyos, Mons. Ricardo García García, explica que el libro busca “difundir y recordar” las “enseñanzas y recomendaciones” del Papa Francisco sobre la familia.
El texto, señala el obispo peruano, está dividido en cuatro partes. La primera “está básicamente desarrollada según la estructura de la exhortación apostólica post sinodal Amoris laetitia del Papa Francisco”, en modo de preguntas y respuestas.
La segunda sección, indica, “presenta a modo de sugerencia siete temas para la preparación del matrimonio”.
“La tercera parte incluye un esquema para jornadas de reflexión”, mientras que la cuarta y última parte del libro “contiene un pequeño devocionario cristiano”.
“La estructura del libro es de tal manera que pueda ser leído desde cualquier punto”.
El Catecismo de la Familia ha sido desarrollado por los sacerdotes Héctor Francia, licenciado en Sagradas Escrituras, y Arnaldo Alvarado, licenciado en Filosofía.
Mons. García García recuerda que “el futuro de la humanidad se forja en la familia”, y destaca que la solución a las crisis familiares pasan por “conocer mejor la naturaleza de la familia: virtudes humanas y sobrenaturales, vida de oración, compromiso solidario y sacramentos”.
“Para contribuir al cambio cultural hay que invertir energías y tiempo, luego vendrán los frutos”, asegura.
El libro se puede adquirir en la librería de la Conferencia Episcopal Peruana (EPICONSA), en Lima.
Más información: secretario@prelaturayauyos.org
 P. Arnaldo Alvarado

miércoles, 17 de enero de 2018

Información de rutas de acceso para la Misa Papa Francisco en Lima

Tomas las medidas oportunas en este día de fiesta...
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Todo sobre el Papa Francisco en el Perú

Todo sobre el Papa en su visita al Perú

1)    ¿Quién es el Papa?
El Papa, Obispo de Roma y sucesor de san Pedro, es el perpetuo y visible principio y fundamento de la unidad de la Iglesia. Es el Vicario de Cristo, cabeza del colegio de los obispos y pastor de toda la Iglesia, sobre la que tiene, por institución divina, la potestad plena, suprema, inmediata y universal. (cfr. Compendio CIgC 182)

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2)    ¿Cuál es la misión del Papa?
Como sucesor de san Pedro y cabeza del colegio episcopal, el Papa es el garante de la unidad de la Iglesia. Tiene la potestad pastoral suprema y es la autoridad máxima en las decisiones doctrinales y disciplinares.
Jesús otorgó a Pedro una primacía única entre los apóstoles. Esto le convirtió en la autoridad suprema de la Iglesia primitiva. Roma, la Iglesia local al frente de la cual estaba Pedro, y el lugar de su martirio, se convirtió después de su muerte en la orientación interior de la Iglesia naciente. Toda comunidad debía estar de acuerdo con Roma; ésta era la regla de la fe recta, plena y apostólica. Hasta nuestros días, todo obispo de Roma, como Pedro, es el supremo Pastor de la Iglesia, cuya verdadera Cabeza es Cristo. Sólo en esta función es el Papa el «Vicario de Cristo en la tierra». Como autoridad suprema pastoral y doctrinal, vela por la transmisión auténtica de la fe. Si es necesario debe retirar el permiso de enseñanza o suspender a ministros ordenados en casos de faltas graves en su ministerio en cuestiones de fe y moral. La unidad en cuestiones de fe y moral, que está garantizada por el magisterio, al frente del cual está el Papa, constituye una parte de la capacidad de resistencia y del atractivo de la Iglesia católica. (cfr. Youcat 141).
3)    ¿Quién constituyó a San Pedro como el primer Papa? ¿Cuándo y cómo?
Fue designado directamente por Jesucristo cuando le dijo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia…” (Mt 16,16). Esta promesa Cristo la va a ratificar poco antes de subir al Cielo cuando por tres ocasiones preguntó a Pedro si lo amaba, y por tres veces Pedro contestó que sí, a lo que Nuestro Señor le dijo: “Apacienta mis ovejas” (cfr. Jn 21, 15-17).
4)    ¿San Pedro tenía conciencia de ser el primer Papa, es decir, tenía conciencia de la responsabilidad que Jesús le había dado? ¿Ejerció esa responsabilidad?
Sí, y la ejerció desde que Jesucristo lo constituyó como principio y fundamento de la unidad de la Iglesia (cfr. Mt 16,16). Por ejemplo, es el primero en admitir a los paganos en la fe traída por Cristo (cfr. Hch 10,34-43)
5)    ¿Gozaba Pedro de gran aprecio entre los primeros cristianos?
Sí, lo cual lo demuestra entre otros sucesos, cuando Pedro fue encarcelado, los cristianos, preocupados por su suerte, rezaban por él fervientemente (cfr. Hch 12, 5-12)
6)    ¿Los sucesores de Pedro, el primer Papa, tienen sus mismas funciones?
Sí, conservan las mismas funciones.
Aquí usted puede saber todo sobre la visita del Papa Francisco al Perú  http://www.elpapaenperu.pe/

P. Arnaldo Alvarado

martes, 5 de diciembre de 2017

Claves para la orientación vocacional: Escuchar, discernir, vivir

Claves para la orientación vocacional: Escuchar, discernir, vivir
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¿Quién soy? ¿Qué puedo hacer en la vida? Son preguntas fundamentales que todo adolescente y joven particularmente tiene que resolver. A continuación, el texto completo del mensaje del Papa Francisco:
Queridos hermanos y hermanas:
El próximo mes de octubre se celebrará la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que estará dedicada a los jóvenes, en particular a la relación entre los jóvenes, la fe y la vocación. En dicha ocasión tendremos la oportunidad de profundizar sobre cómo la llamada a la alegría que Dios nos dirige es el centro de nuestra vida y cómo esto es el «proyecto de Dios para los hombres y mujeres de todo tiempo» (Sínodo de los Obispos, XV ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA, Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, introducción).
Esta es la buena noticia, que la 55ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones nos anuncia nuevamente con fuerza: no vivimos inmersos en la casualidad, ni somos arrastrados por una serie de acontecimientos desordenados, sino que nuestra vida y nuestra presencia en el mundo son fruto de una vocación divina.
También en estos tiempos inquietos en que vivimos, el misterio de la Encarnación nos recuerda que Dios siempre nos sale al encuentro y es el Dios-con-nosotros, que pasa por los caminos a veces polvorientos de nuestra vida y, conociendo nuestra ardiente nostalgia de amor y felicidad, nos llama a la alegría.
En la diversidad y la especificidad de cada vocación, personal y eclesial, se necesita escuchar, discernir y vivir esta palabra que nos llama desde lo alto y que, a la vez que nos permite hacer fructificar nuestros talentos, nos hace también instrumentos de salvación en el mundo y nos orienta a la plena felicidad.

Estos tres aspectos —escucha, discernimiento y vida— encuadran también el comienzo de la misión de Jesús, quien, después de los días de oración y de lucha en el desierto, va a su sinagoga de Nazaret, y allí se pone a la escucha de la Palabra, discierne el contenido de la misión que el Padre le ha confiado y anuncia que ha venido a realizarla «hoy» (cf. Lc 4,16-21).
Escuchar
La llamada del Señor —cabe decir— no es tan evidente como todo aquello que podemos oír, ver o tocar en nuestra experiencia cotidiana. Dios viene de modo silencioso y discreto, sin imponerse a nuestra libertad. Así puede ocurrir que su voz quede silenciada por las numerosas preocupaciones y tensiones que llenan nuestra mente y nuestro corazón.
Es necesario entonces prepararse para escuchar con profundidad su Palabra y la vida, prestar atención a los detalles de nuestra vida diaria, aprender a leer los acontecimientos con los ojos de la fe, y mantenerse abiertos a las sorpresas del Espíritu.
Si permanecemos encerrados en nosotros mismos, en nuestras costumbres y en la apatía de quien desperdicia su vida en el círculo restringido del propio yo, no podremos descubrir la llamada especial y personal que Dios ha pensado para nosotros, perderemos la oportunidad de soñar a lo grande y de convertirnos en protagonistas de la historia única y original que Dios quiere escribir con nosotros.
También Jesús fue llamado y enviado; para ello tuvo que, en silencio, escuchar y leer la Palabra en la sinagoga y así, con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, pudo descubrir plenamente su significado, referido a su propia persona y a la historia del pueblo de Israel.
Esta actitud es hoy cada vez más difícil, inmersos como estamos en una sociedad ruidosa, en el delirio de la abundancia de estímulos y de información que llenan nuestras jornadas. Al ruido exterior, que a veces domina nuestras ciudades y nuestros barrios, corresponde a menudo una dispersión y confusión interior, que no nos permite detenernos, saborear el gusto de la contemplación, reflexionar con serenidad sobre los acontecimientos de nuestra vida y llevar a cabo un fecundo discernimiento, confiados en el diligente designio de Dios para nosotros.
Como sabemos, el Reino de Dios llega sin hacer ruido y sin llamar la atención (cf. Lc 17,21), y sólo podemos percibir sus signos cuando, al igual que el profeta Elías, sabemos entrar en las profundidades de nuestro espíritu, dejando que se abra al imperceptible soplo de la brisa divina (cf. 1 R 19,11-13).
Discernir
Jesús, leyendo en la sinagoga de Nazaret el pasaje del profeta Isaías, discierne el contenido de la misión para la que fue enviado y lo anuncia a los que esperaban al Mesías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18-19).
Del mismo modo, cada uno de nosotros puede descubrir su propia vocación sólo mediante el discernimiento espiritual, un «proceso por el cual la persona llega a realizar, en el diálogo con el Señor y escuchando la voz del Espíritu, las elecciones fundamentales, empezando por la del estado de vida» (Sínodo de los Obispos, XV ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA, Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, II, 2).
Descubrimos, en particular, que la vocación cristiana siempre tiene una dimensión profética. Como nos enseña la Escritura, los profetas son enviados al pueblo en situaciones de gran precariedad material y de crisis espiritual y moral, para dirigir palabras de conversión, de esperanza y de consuelo en nombre de Dios.

Como un viento que levanta el polvo, el profeta sacude la falsa tranquilidad de la conciencia que ha olvidado la Palabra del Señor, discierne los acontecimientos a la luz de la promesa de Dios y ayuda al pueblo a distinguir las señales de la aurora en las tinieblas de la historia.
También hoy tenemos mucha necesidad del discernimiento y de la profecía; de superar las tentaciones de la ideología y del fatalismo y descubrir, en la relación con el Señor, los lugares, los instrumentos y las situaciones a través de las cuales él nos llama. Todo cristiano debería desarrollar la capacidad de «leer desde dentro» la vida e intuir hacia dónde y qué es lo que el Señor le pide para ser continuador de su misión.
Vivir
Por último, Jesús anuncia la novedad del momento presente, que entusiasmará a muchos y endurecerá a otros: el tiempo se ha cumplido y el Mesías anunciado por Isaías es él, ungido para liberar a los prisioneros, devolver la vista a los ciegos y proclamar el amor misericordioso de Dios a toda criatura. Precisamente «hoy —afirma Jesús— se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír» (Lc 4,20).
La alegría del Evangelio, que nos abre al encuentro con Dios y con los hermanos, no puede esperar nuestras lentitudes y desidias; no llega a nosotros si permanecemos asomados a la ventana, con la excusa de esperar siempre un tiempo más adecuado; tampoco se realiza en nosotros si no asumimos hoy mismo el riesgo de hacer una elección. ¡La vocación es hoy! ¡La misión cristiana es para el presente! Y cada uno de nosotros está llamado —a la vida laical, en el matrimonio; a la sacerdotal, en el ministerio ordenado, o a la de especial consagración— a convertirse en testigo del Señor, aquí y ahora.
Este «hoy» proclamado por Jesús nos da la seguridad de que Dios, en efecto, sigue «bajando» para salvar a esta humanidad nuestra y hacernos partícipes de su misión. El Señor nos sigue llamando a vivir con él y a seguirlo en una relación de especial cercanía, directamente a su servicio. Y si nos hace entender que nos llama a consagrarnos totalmente a su Reino, no debemos tener miedo. Es hermoso —y es una gracia inmensa— estar consagrados a Dios y al servicio de los hermanos, totalmente y para siempre.
El Señor sigue llamando hoy para que le sigan. No podemos esperar a ser perfectos para responder con nuestro generoso «aquí estoy», ni asustarnos de nuestros límites y de nuestros pecados, sino escuchar su voz con corazón abierto, discernir nuestra misión personal en la Iglesia y en el mundo, y vivirla en el hoy que Dios nos da.
María Santísima, la joven muchacha de periferia que escuchó, acogió y vivió la Palabra de Dios hecha carne, nos proteja y nos acompañe siempre en nuestro camino.
Fuente: 5.12.2017https://www.aciprensa.com/noticias/texto-mensaje-del-papa-francisco-sobre-el-discernimiento-vocacional-95684


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