Rendirse ante la realidad denota alto grado de humanidad. Pues la realidad es lo que es. Nos gustaría que sea de otra manera nuestro modo de ser, el de los acontecimientos históricos actuales, la marcha del universo; pero no. Ojalá tengamos ese humus. La humildad es reconocer la verdad venga de donde venga. Esta habilidad, si así queremos llamar, nos sostiene en nuestra investigación en cualquier campo.
La presencia de ese soporte es clave. Puesto que nos sorprendemos ante aquello que no esperábamos ver. Estamos limitados por diversos factores en el campo de la investigación, pero no determinados por nada. Aquí radica la grandeza del ser humano que siempre rompe en novedades.
Un texto que me ha abierto horizontes es el que comparto: “Y primeramente, queriendo tú mostrarme cuánto resistes a los soberbios y das tu gracia a los humildes y con cuánta misericordia tuya ha sido mostrada a los hombres la senda de la humildad, por haberse hecho carne tu verbo y haber habitado entre los hombres, me procuraste, por medio de un hombre hinchado con monstruosísima soberbia, ciertos libros de los platónicos, traducidos del griego al latín”[1]. De lo que se desprende que el orgullo y la vanagloria puede ser muros que impidan el avance en la investigación.
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