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miércoles, 15 de julio de 2015

Papa Francisco: encuentro con los sacerdotes, religiosos, religiosas y seminarista (Colegio Don Bosco, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia)

ENCUENTRO CON LOS SACERDOTES, RELIGIOSOS, RELIGIOSAS Y SEMINARISTAS
DISCURSO DEL SANTO PADRE
Coliseo del colegio Don Bosco, Santa Cruz de la Sierra (Bolivia)
Jueves 9 de julio de 2015



Queridos hermanos y hermanas, buenas tardes
Estoy contento con este encuentro con ustedes para compartir la alegría que llena el corazón y la vida entera de los discípulos misioneros de Jesús. Así lo han manifestado las palabras de saludo de Mons. Roberto Bordi, y los testimonios del Padre Miguel, de la hermana Gabriela y del seminarista Damián. Muchas gracias por compartir la propia experiencia vocacional.


Y en el relato del Evangelio de Marcos hemos escuchado también la experiencia de otro discípulo Bartimeo, que se unió al grupo de los seguidores de Jesús. Fue un discípulo de última hora. Era el último viaje, que el Señor hacía de Jericó a Jerusalén, adonde iba a ser entregado. Ciego y mendigo, Bartimeo estaba al borde del camino –¡más exclusión imposible!–, marginado, y cuando se enteró del paso de Jesús, comenzó a gritar, se hizo sentir, como esa buena hermanita que con la batería se hacía sentir y decía: “Aquí estoy”. Te felicito, tocás bien.
En torno a Jesús iban los apóstoles, los discípulos, las mujeres que lo seguían habitualmente, con quienes recorrió durante su vida los caminos de Palestina para anunciar el Reino de Dios y una gran muchedumbre. Si traducimos esto forzando el lenguaje, en torno a Jesús iban los obispos, los curas, las monjas, los seminaristas, los laicos comprometidos, todos los que lo seguían, escuchando a Jesús, y el pueblo fiel de Dios.
Dos realidades aparecen con fuerza, se nos imponen. Por un lado, el grito, el grito del mendigo y, por otro, las distintas reacciones de los discípulos. Pensemos las distintas reacciones de los obispos, los curas, las monjas, los seminaristas a los gritos que vamos sintiendo o no sintiendo. Parece como que el evangelista nos quisiera mostrar cuál es el tipo de eco que encuentra el grito de Bartimeo en la vida de la gente, en la vida de los seguidores de Jesús; cómo reaccionan frente al dolor de aquél que está al borde del camino, que nadie le hace caso –no más le dan una limosna– de aquel que está sentado sobre su dolor, que no entra en ese círculo que está siguiendo al Señor.
Son tres las respuestas frente a los gritos del ciego, y hoy también estas tres respuestas tienen actualidad. Podríamos decirlo con las palabras del propio Evangelio: “pasar”, “calláte”, “ánimo, levantáte”.
1. “Pasar”. Pasar de largo, y algunos porque ya no escuchan. Estaban con Jesús, miraban a Jesús, querían oír a Jesús. No escuchaban. Pasar es el eco de la indiferencia, de pasar al lado de los problemas y que éstos no nos toquen. No es mi problema. No los escuchamos, no los reconocemos. Sordera. Es la tentación de naturalizar el dolor, de acostumbrarse a la injusticia. Y sí, hay gente así: Yo estoy acá con Dios, con mi vida consagrada, elegido por Jesús para el ministerio y, sí, es natural que haya enfermos, que haya pobres, que haya gente que sufre, entonces ya es tan natural que no me llama la atención un grito, un pedido de auxilio. Acostumbrarse. Y nos decimos: Es normal, siempre fue así, mientras a mí no me toque, –pero eso entre paréntesis–. Es el eco que nace en un corazón blindado, en un corazón cerrado, que ha perdido la capacidad de asombro y, por lo tanto, la posibilidad de cambio. ¿Cuántos seguidores de Jesús corremos este peligro de perder nuestra capacidad de asombro, incluso con el Señor? Ese estupor del primer encuentro como que se va degradando, y eso le puede pasar a cualquiera, le pasó al primer Papa: “¿Adónde vamos a ir Señor si tú tienes palabras de vida eterna?”. Y después lo traicionan, lo niega, el estupor se le degradó. Es todo un proceso de acostumbramiento. Corazón blindado. Se trata de un corazón que se ha acostumbrado a pasar sin dejarse tocar, una existencia que, pasando de aquí para allá, no logra enraizarse en la vida de su pueblo simplemente porque está en esa elite que sigue al Señor.
Podríamos llamarlo, la espiritualidad del zapping. Pasa y pasa, pasa y pasa, pero nada queda. Son quienes van atrás de la última novedad, del último bestseller pero no logran tener contacto, no logran relacionarse, no logran involucrarse incluso con el Señor al que están siguiendo, porque la sordera avanza.
Ustedes me podrán decir: «Pero esa gente estaba siguiendo al Maestro estaba atenta a las palabras del Maestro. Lo estaba escuchando a él». Creo que eso es de lo más desafiante de la espiritualidad cristiana, como el evangelista Juan nos lo recuerda: ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve? (1 Jn 4, 20b). Ellos creían que escuchaban al Maestro, pero también traducían, y las palabras del Maestro pasaban por el alambique de su corazón blindado. Dividir esta unidad –entre escuchar a Dios y escuchar al hermano– es una de las grandes tentaciones que nos acompañan a lo largo de todo el camino de los que seguimos a Jesús. Y tenemos que ser conscientes de esto. De la misma forma que escuchamos a nuestro Padre es como escuchamos al Pueblo fiel de Dios. Si no lo hacemos con los mismos oídos, con la misma capacidad de escuchar, con el mismo corazón, algo se quebró.
Pasar sin escuchar el dolor de nuestra gente, sin enraizarnos en sus vidas, en su tierra, es como escuchar la Palabra de Dios sin dejar que eche raíces en nuestro interior y sea fecunda. Una planta, una historia sin raíces es una vida seca.
2. Segunda palabra: “Calláte”. Es la segunda actitud frente al grito de Bartimeo. “Calláte, no molestes, no disturbes, que estamos haciendo oración comunitaria, que estamos en una espiritualidad de profunda elevación. No molestes, no disturbes”. A diferencia de la actitud anterior, ésta escucha ésta reconoce, toma contacto con el grito del otro. Sabe que está y reacciona de una forma muy simple, reprendiendo. Son los obispos, los curas, los monjes, los Papas del dedo así [el dedo en señal amenazadora]. En Argentina decimos de las maestras del dedo así: “Ésta es como la maestra del tiempo de Yrigoyen, que estudiaban la disciplina muy dura”. Y pobre Pueblo fiel de Dios, cuántas veces es retado, por el mal humor o por la situación personal de un seguidor o de una seguidora de Jesús. Es la actitud de quienes, frente al Pueblo de Dios, lo están continuamente reprendiendo, rezongando, mandándolo callar. Dale una caricia, por favor, escuchálo, decíle que Jesús lo quiere. “No, eso no se puede hacer”. “Señora, saque al chico de la iglesia que está llorando y yo estoy predicando”. Como si el llanto de un chico no fuera una sublime predicación.
Es el drama de la conciencia aislada, de aquellos discípulos y discípulas que piensan que la vida de Jesús es sólo para los que se creen aptos. En el fondo hay un profundo desprecio al santo Pueblo fiel de Dios: “Este ciego qué tiene que meterse, que se quede ahí”. Parecería lícito que encuentren espacio solamente los “autorizados”, una “casta de diferentes”, que poco a poco se separa, se diferencia de su Pueblo. Han hecho de la identidad una cuestión de superioridad. Esa identidad que es pertenencia se hace superior, ya no son pastores sino capataces: “Yo llegué hasta acá, ponéte en tu sitio”. Escuchan pero no oyen, ven pero no miran. Me permito un anécdota que viví hace como… año 75, en tu diócesis, en tu arquidiócesis. Yo le había hecho una promesa al Señor del Milagro de ir todos los años a Salta en peregrinación para El Milagro si mandaba 40 novicios. Mandó 41. Bueno, después de una concelebración - porque ahí es como en todo gran santuario, misa tras misa, confesiones y no parás, yo salía hablando con un cura que me acompañaba, que estaba conmigo, había venido conmigo, y se acerca una señora, ya a la salida, con unos santitos, una señora muy sencilla, no sé, sería de Salta o habrá venido de no sé dónde, que a veces tardan días en llegar a la capital para la fiesta de El Milagro: “Padre, me lo bendice” –le dice al cura que me acompañaba–. “Señora usted estuvo en misa”. “Sí, padrecito”. “Bueno, ahí la bendición de Dios, la presencia de Dios bendice todo, todo, las…” “Sí, padrecito, sí, padrecito..”. “Y después la bendición final bendice todo”. “Sí, padrecito, sí, padrecito”. En ese momento sale otro cura amigo de este, pero que no se habían visto. Entonces: “¡Oh!, vos acá”. Se da la vuelta y la señora que no sé cómo se llamaba –digamos la señora ‘sí, padrecito’– me mira y me dice: “Padre, me lo bendice usted”. Los que siempre le ponen barreras al Pueblo de Dios, lo separan. Escuchan pero no oyen, le echan un sermón, ven pero no miran. La necesidad de diferenciarse les ha bloqueado el corazón. La necesidad, consciente o inconsciente, de decirse: “Yo no soy como él, no soy como ellos”, los ha apartado no sólo del grito de su gente, ni de su llanto, sino especialmente de los motivos de la alegría. Reír con los que ríen, llorar con los que lloran, he ahí, parte del misterio del corazón sacerdotal y del corazón consagrado. A veces hay castas que nosotros con esta actitud vamos haciendo y nos separamos. En Ecuador, me permití decirle a los curas que, por favor –también estaban las monjas–, que, por favor, pidieran todos los días la gracia de la memoria de no olvidarse de dónde te sacaron. Te sacaron de detrás del rebaño. No te olvides nunca, no te la creas, no niegues tus raíces, no niegues esa cultura que aprendiste de tu gente porque ahora tenés una cultura más sofisticada, más importante. Hay sacerdotes que les da vergüenza hablar su lengua originaria y entonces se olvidan de su quechua, de su aymara, de su guaraní: “Porque no, no, ahora hablo en fino”. La gracia de no perder la memoria del Pueblo fiel. Y es una gracia. El libro del Deuteronomio, cuántas veces Dios le dice a su Pueblo: “No te olvides, no te olvides, no te olvides”. Y Pablo, a su discípulo predilecto, que él mismo consagró obispo, Timoteo, le dice: “Y acordáte de tu madre y de tu abuela”.
3. La tercera palabra: “Ánimo, levantáte”. Y este es el tercer eco. Un eco que no nace directamente del grito de Bartimeo, sino de la reacción de la gente que mira cómo Jesús actuó ante el clamor del ciego mendicante. Es decir, aquellos que no le daban lugar al reclamo de él, no le daban paso, o alguno que lo hacía callar… Claro, cuando ve que Jesús reacciona así, cambia: “Levantáte, te llama”.
Es un grito que se transforma en Palabra, en invitación, en cambio, en propuestas de novedad frente a nuestras formas de reaccionar ante el santo Pueblo fiel de Dios.
A diferencia de los otros, que pasaban, el Evangelio dice que Jesús se detuvo y preguntó: ¿Qué pasa? ¿Quién toca la batería?”. Se detiene frente al clamor de una persona. Sale del anonimato de la muchedumbre para identificarlo y de esa forma se compromete con él. Se enraíza en su vida. Y lejos de mandarlo callar, le pregunta: Decíme, “qué puedo hacer por vos”. No necesita diferenciarse, no necesita separarse, no le echa un sermón, no lo clasifica y le pregunta si está autorizado o no para hablar. Tan solo le pregunta, lo identifica queriendo ser parte de la vida de ese hombre, queriendo asumir su misma suerte. Así le restituye paulatinamente la dignidad que tenía perdida, al borde del camino y ciego. Lo incluye. Y lejos de verlo desde fuera, se anima a identificarse con los problemas y así manifestar la fuerza transformadora de la misericordia. No existe una compasión, una compasión, no una lástima, –no existe una compasión que no se detenga. Si no te detenés, no padecés con, no tenés la divina compasión. No existe una compasión que no escuche. No existe una compasión que no se solidarice con el otro. La compasión no es zapping, no es silenciar el dolor, por el contrario, es la lógica propia del amor, el padecer con. Es la lógica que no se centra en el miedo sino en la libertad que nace de amar y pone el bien del otro por sobre todas las cosas. Es la lógica que nace de no tener miedo de acercarse al dolor de nuestra gente. Aunque muchas veces no sea más que para estar a su lado y hacer de ese momento una oportunidad de oración.
Y esta es la lógica del discipulado, esto es lo que hace el Espíritu Santo con nosotros y en nosotros. De esto somos testigos. Un día Jesús nos vio al borde del camino, sentados sobre nuestros dolores, sobre nuestras miserias, sobre nuestras indiferencias. Cada uno conoce su historia antigua. No acalló nuestros gritos, por el contrario se detuvo, se acercó y nos preguntó qué podía hacer por nosotros. Y gracias a tantos testigos que nos dijeron “ánimo, levantáte”, paulatinamente fuimos tocando ese amor misericordioso, ese amor transformador, que nos permitió ver la luz. No somos testigos de una ideología, no somos testigos de una receta, o de una manera de hacer teología. No somos testigos de eso. Somos testigos del amor sanador y misericordioso de Jesús. Somos testigos de su actuar en la vida de nuestras comunidades.
Y esta es la pedagogía del Maestro, esta es la pedagogía de Dios con su Pueblo. Pasar de la indiferencia del zapping al «ánimo, levántate, el Maestro te llama» (Mc 10,49). No porque seamos especiales, no porque seamos mejores, no porque seamos los funcionarios de Dios, sino tan solo porque somos testigos agradecidos de la misericordia que nos transforma. Y, cuando se vive así, hay gozo y alegría, y podemos adherirnos al testimonio de la hermana, que en su vida hizo suyo el consejo de San Agustín: “Canta y camina”. Esa alegría que viene del testigo de la misericordia que transforma.
No estamos solos en este camino. Nos ayudamos con el ejemplo y la oración los unos a los otros. Tenemos a nuestro alrededor una nube de testigos (cf. Hb 12,1). Recordemos a la beata Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús, que dedicó su vida al anuncio del Reino de Dios en la atención a los ancianos, con la «olla del pobre» para quienes no tenían qué comer, abriendo asilos para niños huérfanos, hospitales para heridos de la guerra, e incluso creando un sindicato femenino para la promoción de la mujer. Recordemos también a la venerable Virginia Blanco Tardío, entregada totalmente a la evangelización y al cuidado de las personas pobres y enfermas. Ellas y tantos otros anónimos, del montón, de los que seguimos a Jesús, son estímulo para nuestro camino. ¡Esa nube de testigos! Vayamos adelante con la ayuda de Dios y colaboración de todos. El Señor se vale de nosotros para que su luz llegue a todos los rincones de la tierra. Y adelante, canta y camina. Y, mientras cantan y caminan, por favor, recen por mí, que lo necesito. Gracias.



Diez mejores frases del Papa Francisco en su visita a Latinoamerica

El Santo Padre ha visitado Ecuador, Bolivia y Paraguay del 5 al 12 de julio .

1. Doy gracias a Dios por haberme permitido volver a América Latina (5 de julio 2015. Discurso a su llegada en el aeropuerto de Ecuador)
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2. Ayudemos a nuestros jóvenes a no identificar un grado universitario como sinónimo de mayor estatus, dinero, prestigio social. (7 de julio 2015. Discurso con el mundo de la escuela y de la universidad en la Pontificia Universidad Católica de Ecuador)
3. Pensemos en la sociedad a través de estos valores sociales que mamamos en casa, en la familia: la gratuidad, la solidaridad y la subsidiariedad. (7 de julio. Encuentro con la sociedad civil en Quito)
4. “Jesús nunca se saltea la dignidad de nadie” (9 de julio de 2015. Misa en la plaza del Cristo Redentor, Santa Cruz, Bolivia)
5. La compasión no es zapping, no es silenciar el dolor, por el contrario, es la lógica propia del amor, el padecer con. (9 de julio de 2015. Encuentro con sacerdotes, religiosos/as, seminaristas en Santa Cruz, Bolivia).
6. “Pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”. (9 de julio de 2015. II Encuentro Mundial de Movimientos Populares, Santa Cruz, Bolivia)
7. Los chicos son simples, son alegres. Eso es lo que quiere Jesús, que nos hagamos como los chicos. (11 de julio de 2015.Visita al hospital pediátrico Acosta Ñu, Asunción)
8. ‘La corrupción es la polilla, es la gangrena del pueblo’ (11 de julio de 2015. Encuentro con representantes de la sociedad civil, Asunción)
9. La fe nos hace prójimos, nos hace próximos a la vida de los demás. (12 de julio de 2015. Visita a la población del Bañado Norte de Asunción)
10.Hagan lío, pero también ayuden a arreglar y a organizar el lío que hacen. (12 de julio de 2015. Encuentro con los jóvenes en la Costanera, Asunción)
Fuente: http://www.franciscoenbolivia.org/uncategorized/las-10-mejores-frases-del-santo-padre-en-su-viaje-a-america-latina/

sábado, 4 de julio de 2015

Unión de parejas homosexuales ¿se puede equiparar al matrimonio?

La unión de parejas homosexuales es el caso más patente que no debe ser equipa­rado al matrimonio. Y, sin embargo, es el grupo más activo y el que -incluso cuando no se le men­ciona de modo explícito- contemplan los diversos proyectos de Ley sobre las parejas de hecho. Es preciso constatar la falta de racionalidad que sub­yace en sus razonamientos. A modo de síntesis, ca­bría responder así a sus falaces argumentos:
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·         No es cierto que existen «diversos tipos de matrimonio y de familia», sino tan solo distintas manifestaciones culturales del hecho familia. Solo existe el matrimonio y la familia como institucio­nes que derivan de la propia especificidad hombre­mujer, a partir de su estructura somática y de su sensibilidad psíquica.
·         Ese «vínculo jurídico equiparado al conyu­gal» que demandan es ilógico, pues en las parejas homosexuales no existe «conyugalidad» alguna.
·         Dado que la unión homosexual no tiene el «efecto social» de los hijos, pues es infecundo, ¿pa­ra qué reconocerla civilmente? Tal unión no aporta nada a la sociedad, sino que se pretende alcanzar un favor para los propios interesados individual­mente.
·        Ambas formas -matrimonio y unión homose­xual- contribuyen de modo totalmente diverso a la sociedad: el matrimonio es un «bien social», las parejas de hecho se les denomina con razón «unio­nes antisociales», dado que dan lugar a desestabili­zaciones en la sociedad, pues no originan paren­tesco alguno y son propicias a provocar algunas enfermedades, tales como el SIDA. De hecho, aun­que algunos colectivos gays defienden las parejas de hecho para practicar un «sexo seguro», sin em­bargo, según las estadísticas, «los homosexuales tienen la probabilidad diez veces mayor que un he­terosexual de ser portador del virus del SIDA». Por este motivo, el Parlamento Holandés, que pretende «reforzar la igualdad de trato a parejas de homose­xuales y lesbianas», lo único que les prohíbe es ser «donadores de sangre y de semen».
·         Si no se precisa la diferencia sexual para re­conocer tal unión y equipararla al matrimonio, cabe preguntar: ¿Por qué no se admite la unión de consanguíneos? En efecto, también los parientes podrían unirse legalmente y ser reconocidos como verdadero matrimonio, pues, si en estos se conde­na el incesto, debería también prohibirse la unión donde no existe distinción sexual. En efecto, la prohibición del incesto y la distinción sexual son las condiciones básicas para originar e integrar la sociedad humana.
·         Al argumento de que deben ser tratados con justicia, cabe responder que, efectivamente, por su condición no deben ser discriminados, pero «no penalizar» es distinto que «legitimar» jurídicamen­te con consecuencia públicas.

CONCLUSIÓN: Se impone hacer una llamada de atención a los políticos y a los juristas: no se puede legislar en favor de esa minoría perjudican­do e incluso destruyendo otra institución que es común entre los ciudadanos. La legislación es siempre decisiva en la vida social, pues interpreta, desde el punto de vista jurídico, una realidad hu­mana concreta. Y lo jurídico no puede deformar esa realidad, sino potenciarla y defenderla.

Y es el caso que el reconocimiento legal lesio­naría la justicia que regula derechos-deberes de los esposos, de estos con los hijos, etc. En consecuen­cia, originaría un sinfín de fraudes e injusticias. Por ejemplo, se daría el caso de unirse a una ancia­na/o para percibir la renta o la herencia. Asimis­mo, si a las parejas de hecho se les iguala a las fa­milias originadas del matrimonio con equivalentes derechos laborales, de beneficios fiscales, de segu­ridad social, créditos familiares de vivienda, reba­jas de transporte, etc. y no se les demanda los de­beres que conlleva el matrimonio, se comete una grave injusticia social, pues se les equipara en los derechos, pero no en-los deberes. En el fondo, las parejas de hecho buscan esa extensión de los bene­ficios de la familia a su propio estado, sin que gra­ve sobre ellas las obligaciones propias de la institu­ción familiar.

Pero cabe decir más. Las parejas de hecho son un mal para la sociedad. Al Estado, que por defini­ción busca el bien social, le interesan ciudadanos satisfechos, familias estables y una fecundidad ra­zonable en los matrimonios. Nada de eso ofrecen las parejas de hecho. Además, estas uniones pro­ducen abundantes casos de familias monoparenta­les y de otras situaciones penosas que el Estado es­tá obligado a atender con seguros y subvenciones.

En efecto, el reconocimiento jurídico de las pa­rejas de hecho dará lugar a graves problemas eco­nómicos, pues, como constata la Conferencia Epis­copal Francesa, «supone una carga financiera suplementaria, difícilmente justificable cuando, por otra parte, incluso se reduce la ayuda a las fa­milias». También en España, los técnicos estiman en 8.663 millones de pesetas el gasto por la nuevas pensiones de viudedad. Pues bien, si se aceptan las parejas de hecho, aumentarían 30.304 millones en el año 2.006. (Queda pendiente una cuestión que merecería una reflexión más profunda: la «calificación» moral de tales leyes. Cabría distinguir tres casos: a) El reconocimiento jurídico de las parejas de hecho, sin equipararlas al matrimonio, cabría calificarlo como ley  justa,  por cuanto reconoce situaciones reales en una sociedad plural y democrá­tica. A este caso, cabría aplicar el principio de Tomás de Aquino de que «la ley humana no puede prohibir todo lo que se opone a la vir­tud». Suma Teológica n-n, q. 77, a. 1 ad 1. b) En el caso de que se asi­milen al matrimonio, habría que pensar seriamente si cabe en tal caso aplicar el «principio de tolerancia». c) Sin embargo, parece que sería injusta una ley que igualase al matrimonio la unión de homosexuales, dado que se trataría de algo intrínsecamente malo.
Fuente: A. Fernandez, Parejas de hecho, Madrid 2011.

viernes, 26 de junio de 2015

Fiesta de san Pedro y San Pablo: Día del Papa

El Papa sucesor de Pedro: De pescador a príncipe

El día 29 de junio celebramos la fiesta de san Pedro y san Pablo en toda la cristiandad. Este día conmemoramos el martirio de ambos apóstoles en Roma (64-67). Ellos dieron testimonio de la fe con su sangre. San Pedro murió crucificado boca abajo y san Pablo bajo la espada.
La iconografía cristiana representa a san Pedro siempre con las llaves y pescados en las manos en algunas tradiciones; mientras que en la imagen de Pablo el distintivo es la espada. Pablo fue el instrumento elegido para llevar el mensaje de Cristo a los pueblos lejanos.
Cristo fundó con palabras y obras una única Iglesia que estaba preparada y anunciada en el Antiguo Testamento. Pero ¿por qué existen varias iglesias? Pues algunos hijos de la Iglesia se han ido de la casa. Los católicos tenemos que hacer todo lo posible para que estos hermanos vuelvan a la casa de Cristo. La Iglesia siempre tiene sus puertas abiertas. Esto es el ecumenismo, buscar la unidad de todos los bautizados válidamente. Podemos hacer el ecumenismo espiritual: rezando por la unidad de los cristianos “que todos sean uno” como rezó el Señor y convirtiéndonos más al Señor.
La Iglesia es la comunión de todos los bautizados por la misma fe, los sacramentos y bajo la guía del Papa como supremo pastor. Cristo fundó su Iglesia sobre los apóstoles con estas palabras “tú eres pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,17).  Quiso poner al frente de ellos a Pedro.
En efecto, Pedro pasó de pescador a príncipe y por eso ocupa un lugar importante en la vida de los apóstoles; siempre es el primero; tiene autoridad y preside en la la comunidad cristiana. Nos preside en la caridad y el servicio. El Papa es sucesor de san Pedro, es el vicario de Cristo en la tierra. Tiene autoridad de servicio y su infabilidad está asegurada por la asistencia del Espíritu santo.
Recordemos que la Iglesia está asistida por el Espíritu Santo. Ella no es de los humanos, ni se debe a la iniciativa humana; aunque educa, purifica, eleva todo lo humano. A lo largo de la historia han aparecido diversos embates del enemigo hacia la Iglesia. Pero ella ha superado y aún se ha hecho más fuerte. El enemigo más fuerte es el pecado de los hijos. Incluso en esta realidad podemos ver aquello de: “todo árbol bueno se poda para que dé más fruto”. 
La Iglesia católica perdurará por todos los siglos, así lo prometió su fundador: “las puertas del infierno no prevalecerán”. En definitiva los enemigos de Dios y de la Iglesia son enemigos de la humanidad; pues ella es experta en humanidad. Los pecados de los hijos de la Iglesia desfiguran el rostro de la madre, pero no la anulan. La Iglesia es asistida por la santísima Trinidad.
Atte,
P. Arnaldo Alvarado
arnaldo.alvar@gmail.com
Jr. Unanue 300


San Josemaría Escrivá de Balaguer: el santo de lo ordinario

Una herencia y una tarea: la santidad y el santo de lo ordinario

Los santos son los mejores hijos de la Iglesia. Son quienes han vivido y construido mejor la historia y por eso permanecen en la memoria de todos, seamos o no simpatizantes de su espiritualidad. Ellos no nacieron santos, se santificaron en las realidades de sus vidas. Vivieron intensamente en la tierra con la mirada en el cielo. No se aislaron, ni quisieron ser reconocidos en aquello que hicieron. Se hicieron todo para todos.
Pero ¿dónde encontramos la santidad? Dios es la fuente. La Iglesia es santa porque su fundador, Cristo, es santo. La santidad de la Iglesia se expresa también en la Iglesia del cielo que está formado por santos; nos da los medios de santificación: la doctrina y los sacramentos; además da continuos frutos de santidad (Cfr. CEC 823-829). Quién es hijo de la Iglesia y permanece en ella tiene todos los medios para la santidad.
Ahora quisiera presentar la figura de un buen hijo de la Iglesia. Pido disculpas desde ahora lo poco que  puedo decir. Se trata de san Josemaría Escrivá de Balaguer.  Nació en Barbastro (España) el 09 de enero de 1902. Fundó el Opus Dei el 2 de octubre de 1928. Canonizado el 6 de octubre del 2002. Él perteneció a una familia de intensa vida cristiana. Experimentó en ella los gozos y las durezas de la vida como la muerte de sus hermanos pequeños o la bancarrota en los negocios familiares. Al quedar huérfano tuvo que velar por su madre y hermanos.
Pronto sintió la llamada de Dios al sacerdocio. A los 23 años recibió la ordenación sacerdotal. Toda su vida está llena de un intenso amor a la Eucaristía, a la Virgen María, a la Iglesia, al Papa, que él consideraba sus grandes amores. Cuando Dios le pidió fundar el Opus Dei apenas era un sacerdote joven, con alegría, gracia humana y buen humor. Pero Dios quiso por medio de él transmitir un mensaje suyo. La alegría que tiene su raíz en forma de cruz nunca le faltó.
Toda su vida puede sintetizarse en esto que él mismo rezaba: “Jesús, que sea yo el último en todo…y el primero en el Amor” (Camino, 430). Sus enseñanzas y escritos constituyen un tesoro para la Iglesia y para todos los cristianos. Pues es doctrina del evangelio. Quién le escucha queda sorprendido de lo que dice. Sus palabras encierran un realismo tal que sintoniza con una vida sea de la edad, condición, cultura, raza, afición que sea. Sus escritos son claros y directos. Lo que dice siempre estimula a iniciar el recorrido por el camino inclinado de la santidad.  Tuvo una personalidad extraordinaria porque amó mucho. Sería un error pensar que esto es sólo para algunos. ¡No!, Lo que predica es una enseñanza de la Iglesia, “tan nuevo y antiguo como el evangelio”. Pero hay que escucharle libre de todo prejuicio.
Nos trajo de Dios un don tan antiguo y tan nuevo: la llamada universal a la santidad. Este fue el centro de sus enseñanzas. Tal vocación consiste en que todos, absolutamente todos, por el bautismo estamos llamados a ser santos. El ideal es alto, pero está al alcance de todos. En efecto, la vida cristiana es esto: “sed santos como mi padre celestial es perfecto”. Como discípulos de Jesús nuestra tarea principal es santificarnos; es decir, hacer bien lo que tenemos que hacer. Sí, precisamente eso que tenemos que hacer. Sin ninguna rareza, sin buscar cosas extraordinarias y fuera de nuestras posibilidades. De este modo, el campesino tendrá que trabajar como un buen cristiano campesino; una ama de casa lo mismo, el catedrático con inteligencia e inflamado de amor a Dios y a sus hermanos, el que tiene altas responsabilidades tendrá que hacer su trabajo de cara a Dios y a los demás.
Cuando él se marchó al cielo la obra de Dios –Opus Dei- estaba extendido por los cinco continentes. Pero ¿cuál es el secreto? Tal vez esté en esto que él mismo dice: “Todo lo que se hace por Amor adquiere hermosura y se engrandece” (Camino, 429).
Este hombre de Dios falleció repentinamente en Roma el 26 de junio de 1975, después de haber mirado con inmenso cariño por última vez una imagen de la Virgen que presidía su cuarto de trabajo. Fue canonizado por el Papa san Juan Pablo II. Llamado por el mismo como el santo de lo ordinario. Su fiesta litúrgica se celebra el 26 de junio. El cuerpo de san Josemaría Escrivá reposa en la Iglesia Prelaticia de Santa María de la Paz, Roma. Demos gracias a Dios por la vida de éste santo y muchos otros. Ellos son nuestros hermanos mayores. Están en el cielo e interceden por nosotros. ¡Qué gran herencia y tarea!.

Por:
P. Arnaldo Alvarado
Docente de metafísica
Jr. Unanue 300. Aptado 69.


jueves, 25 de junio de 2015

Laudato si: 50 frases

50 frases de la Encíclica:
Introducción: el cuidado de la casa común
1. “Laudato si, mi Signore – Alabado seas, mi Señor, cantaba San Francisco de Asís, es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología”.
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2. “El Creador no nos abandona, nunca dio marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado”.
3. “Los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en el sufrimiento de los excluidos”.
Capítulo I: Lo que le está pasando a nuestra casa
4. “Se producen cientos de millones de toneladas de residuos por año. La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”.
5. “La mayor parte del calentamiento global de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (anhídrido carbónico, metano, óxidos de nitrógeno y otros) emitidos a causa de la actividad humana”.
6. “Cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales. Por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho”.
7. “La exclusión social, la violencia, el narcotráfico y el consumo creciente de drogas entre los más jóvenes son signos que muestran que el crecimiento de los últimos dos siglos no ha significado un verdadero progreso”.
8. “El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social”.
9. “Muchos profesionales de los medios de comunicación están ubicados en áreas urbanas aisladas, sin tomar contacto directo con sus problemas. Viven y reflexionan desde la comodidad de un desarrollo y de una calidad de vida que no están al alcance de la mayoría”.
10. “En lugar de resolver los problemas de los pobres y de pensar en un mundo diferente, algunos atinan sólo a proponer una reducción de la natalidad”.
11. “La tierra del Sur es rica y poco contaminada, pero el acceso a la propiedad de los bienes y recursos les está vedado por un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso”.
12. “El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente”.
13. “Ante el agotamiento de algunos recursos, se vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras, disfrazadas detrás de nobles reivindicaciones”.
Capítulo II: El Evangelio de la creación
14. “Quienes se empeñan en la defensa de la dignidad de las personas, pueden encontrar en la fe cristiana los argumentos más profundos para ese compromiso”.
15. “No somos Dios. La tierra nos precede y nos ha sido dada”.
16. “Debemos preocuparnos de que otros seres vivos no sean tratados irresponsablemente, pero especialmente debemos preocuparnos de las enormes inequidades que existen entre nosotros, pues seguimos tolerando que unos se consideren más dignos que otros”.
17. “Es evidente la incoherencia de quien lucha contra el tráfico de animales en riesgo de extinción, pero permanece completamente indiferente ante la trata de personas”.
18. “Jesús trabajaba con sus manos, tomando contacto cotidiano con la materia creada por Dios para darle forma con su habilidad de artesano. Llama la atención que la mayor parte de su vida fue consagrada a esa tarea. Así santificó el trabajo y le otorgó un peculiar valor para nuestra maduración”.
Capítulo III: Raíz humana de la crisis ecológica
19. “La tecnociencia bien orientada no sólo puede producir cosas realmente valiosas para mejorar la calidad de vida, también es capaz de producir lo bello ¿se puede negar la belleza de un avión?”.
20. “Las iniciativas ecologistas pueden terminar encerradas en la misma lógica de la globalización: buscar sólo un remedio técnico a cada problema ambiental que surja es aislar cosas que en la realidad están entrelazadas, y esconder los verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial”.
21. “La gente ya no parece creer en un futuro feliz”.
22. “Una presentación inadecuada de la antropología cristiana pudo llegar a respaldar una concepción equivocada sobre la relación del ser humano con el mundo: se transmitió muchas veces un dominio sobre el mundo que provocó la impresión de que el cuidado de la naturaleza es cosa de débiles”.
23. “Cuando no se reconoce el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacitad; difícilmente podremos escuchar los gritos de la naturaleza”.
24. “No es compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto”.
25. “La lógica del “usar y tirar”, genera tantos residuos por el deseo desordenado de consumir más de lo que realmente se necesita”.
26. “Estamos llamados al trabajo desde nuestra creación. El trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal”.
27. “Dejar de invertir en las personas para obtener un mayor rédito inmediato es muy mal negocio para la sociedad”.
28. “La actividad empresarial, que es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos, puede ser una manera muy fecunda de promover la región donde se instala, si crea puestos de trabajo”.
29. “No es posible frenar la creatividad humana”.
Capítulo IV: Una ecología integral
30. “Junto con el patrimonio natural, hay un patrimonio histórico, artístico y cultural, igualmente amenazado. Es parte de la identidad común”.
31. “Hace falta cuidar los lugares comunes, los hitos urbanos que acrecientan nuestro sentido de pertenencia, nuestra sensación de arraigo, nuestro sentimiento de “estar en casa” dentro de la ciudad que nos contiene y nos une”.
32. “La posesión de una vivienda implica la dignidad de las personas y el desarrollo de las familias”.
33. “Si la tierra nos es donada, ya no podemos pensar sólo desde un criterio utilitarista de eficiencia y productividad para el beneficio individual. La tierra que recibimos pertenece también a los que vendrán”.
34. “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan? Lo que está en juego es nuestra propia dignidad. Somos nosotros los primeros interesados en dejar un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá”.
35. “El hombre y la mujer del mundo postmoderno corren el riesgo permanente de volverse profundamente individualistas”.
Capítulo V: Algunas líneas de orientación y acción
36. “La política y la empresa reaccionan con lentitud, lejos de estar a la altura de los desafíos mundiales”.
37. “La reducción de gases de efecto invernadero requiere honestidad, valentía y responsabilidad, sobre todo de los países más poderosos y más contaminantes”.
38. “Los países pobres necesitan tener como prioridad la erradicación de la miseria y el desarrollo social de sus habitantes, pero también deben analizar el nivel escandaloso de consumo de algunos sectores privilegiados de su población y controlar mejor la corrupción”.
39. “La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo. Al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un proyecto de nación”.
40. “La política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia”.
41. “La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro”.
42. “La crisis financiera de 2007-2008 era la ocasión para el desarrollo de una nueva economía más atenta a los principios éticos. Pero no hubo una reacción que llevara a repensar los criterios obsoletos”.
43. “La política es responsable de su propio descrédito, por la corrupción y por la falta de buenas políticas públicas”.
44. “La mayor parte de los habitantes del planeta se declaran creyentes, y esto debería provocar a las religiones a entrar en un diálogo entre ellas orientado al cuidado de la naturaleza, a la defensa de los pobres, a la construcción de redes de respeto y de fraternidad”.
Capítulo VI: Educación y espiritualidad ecológica
45. “Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir”.
46. “Un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social. Es lo que ocurre cuando los movimientos de consumidores logran que dejen de adquirirse ciertos productos y así se vuelven efectivos para modificar el comportamiento de las empresas”.
47. “Si una persona, aunque la propia economía le permita consumir y gastar más, habitualmente se abriga un poco en lugar de encender la calefacción, se supone que ha incorporado convicciones y sentimientos favorables al cuidado del ambiente”.
48. “La sobriedad que se vive con libertad y conciencia es liberadora”.
49. “Los sacramentos son un modo privilegiado de cómo la naturaleza es asumida por Dios y se convierte en mediación de la vida sobrenatural: el agua, el aceite, el fuego y los colores son asumidos con toda su fuerza simbólica y se incorporan en la alabanza”.
50. “María, la madre que cuidó a Jesús, ahora cuida con afecto y dolor materno este mundo herido”.

viernes, 19 de junio de 2015

Ecología sana: la ciencia y el cuidado de nuestra casa

Ecología sana: la ciencia y el cuidado de nuestra casa

Hoy nos preocupa a todos el cuidado de nuestra propia casa, la ecología. “No nos servirá describir los síntomas, si no reconocemos la raíz humana de la crisis ecológica (papa Francisco, LS: 101). Hay una realidad que sorprende más y más: la ciencia, el desarrollo y logro científico (la tecnología). Hay ciencias tanto problemas existen. El hombre mismo se sorprende de aquello que ha construido con la inteligencia y de sus consecuencias para bien o para mal.
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Todos somos beneficiados de la ciencia; pues, vivimos rodeados de la ciencia. Por la ciencia podemos conocer desde aquello que no nos imaginamos cómo están en su propia naturaleza, hasta el entendernos mejor a nosotros mismos. Los esfuerzos han sido infatigables en todos los tiempos y no podemos imaginarnos todo lo que se ha hecho para llegar a este punto. Pues sólo los hombres pueden hacer ciencia, porque tenemos la inteligencia como un don para ponerlo al servicio de la humanidad. El hombre debe ocupar su lugar sin menospreciar ni supervalorar las realidades existentes. Los extremos siempre son nocivos.

La ciencia nace en la cuna de la filosofía; ya que el hombre se sorprende de lo que ocurre en el cosmos. Admirado y asombrado el hombre intenta conocerlo cómo es en su naturaleza y explicarlo en consecuencia; pero también intenta controlar o predecirlo. Pues estas son las finalidades de la ciencia. Al menos así nació y se desarrolló a lo largo de la historia. Tal vez si hay desorientaciones en el situarse del hombre frente al universo mismo de cómo explicarlo y disponerlo es precisamente por la falta de la racionalidad metaempírica.

Es verdad que la ciencia alcanzó un gran desarrollo a partir de la época moderna del siglo XVII. Pero este hecho no se puede entender sin la época anterior. De tal modo que no se puede decir que todo aquello que la precedió no sirvió de nada. Sería una injusticia semejante afirmación y faltaríamos a la verdad. Por ejemplo, la mecánica de Newton aportó mucho en su tiempo, mas perdió validez ante las nuevas teorías científicas del siglo XX, como es la teoría de la relatividad de Albert Einstein o la física cuántica Max Planck; pero no por eso se puede menospreciar la ciencia hecha por Newton.

Todo conocimiento científico es real. Popper decía que la ciencia no puede afirmar que conoce verdaderamente, sino sólo conjeturar cómo es la realidad.  Esta actitud escéptica implicaría refutar el método anterior y proponer otro. Es verdad que siempre todo aporte está abierto a profundización y perfeccionamiento; pero aquello que se conoce hasta el momento es un conocimiento verdadero. Pues la ciencia ofrece verdades parciales, pero son verdades. Sería imposible conocer todas las cosas de modo inmediato y con un sólo método.

Las ciencias conocen y explican aspectos concretos y parciales de la realidad. Debemos aceptar esta afirmación, ellas conocen sólo algunos aspectos. Pero necesita de las demás para enriquecerse, la interdisciplinariedad y el diálogo sólo es posible en esta lógica. Hacer ciencia de modo fragmentario o aislado sería una utopía, necesitamos de los otros aportes. Claro está que cada ciencia tiene sus métodos y objetivos propios, no obstante, no podemos confundir la parte con el todo. A los científicos se les pedirá cosas que siempre estén en su campo de estudio, de tal modo que todo aquello que no está en su actividad científica no le pertenece afirmarlo o negarlo. Aquí simplemente se evoca al rigor y a la honestidad; esto es, de remitir el caso a quien debe dar respuestas a la cuestión. Por tanto, no parece exacto que la ciencia lo es todo y lo explica todo. Y mucho menos que sea la última palabra. Pero aquello que nos dice de su propio campo eso sí que conviene prestarle atención.

En la historia han surgidos leyendas negras relacionado con el cristianismo, por ejemplo, el caso Galileo, la inquisición, iglesia-ciencia, etc. Estas apreciaciones pueden surgir por dos motivos: primero, porque no se conoce bien lo que se afirma; esta es la ignorancia o confusión metodológica; segundo, por intereses ideológicos –siempre ciegos- o métodos que se quiere imponer. Pero un estudio detallado, libre de prejuicio y serio dicen lo contrario. Así, debemos recordar, por ejemplo, que Galileo jamás estuvo en una cárcel, ni sufrió castigos crueles, ni murió torturado como afirman opiniones superficiales. ¡No! La verdad es otra. Es más todavía en pleno siglo XXI se construyen muchas leyendas y se deja correr a la fantaciencia. En el peor de los casos ocurre juzgar los hechos del pasado con parámetros actuales. Olvidamos el contexto científico.

Por otra parte hay que reconocer que la ciencia moderna nació en ámbitos cristianos y por científicos cristianos. La Iglesia siempre auspició el desarrollo científico. No pretendo defender nada, simplemente hacer honor a la memoria histórica. Ella –la Iglesia- tiene como misión anunciar el reino de Dios, pero no se desentiende de lo humano, busca lo mejor para el hombre. Ciencia y fe guardan estrecha colaboración, pero se distinguen en sus métodos. La fe orienta el quehacer científico, cuyo proceder sea justo y busque estar al servicio de la humanidad. Jamás la Iglesia se opone al desarrollo científico al servicio del hombre.

El papa Francisco con ese amor detalloso y atento que le caracteriza nos ha regalado el día de ayer a todos un instrumento valioso, la encíclica “Laudato si” (alabado seas, mi Señor) sobre el cuidado de la casa común. Allí el sucesor de Pedro nos ofrece una prolongada reflexión, gozosa y dramática a la vez sobre nuestro hábitat. Si entendiéramos el universo o la creación como un don nuestras actitudes y las cosas serían diferentes.

P. Arnaldo Alvarado
Docente de metafísica
arnaldo.alvar@gmail.com

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