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jueves, 1 de abril de 2021

Una compañía segura para tiempos inciertos

 


Foto: Pintura de la Escuela Cusqueña

Triduo pascual. Jueves santo: Jesús se queda en la Eucaristía para acompañarnos

Tomen y coman esto es mi cuerpo

Jesús se encuentra en Jerusalén. Está muy decidido a celebrar la pascua. Cuida todos los detalles y ordena que todo sea con diligencia. Llega el momento de la cena y lo hace junto a sus apóstoles, sus amigos y lava los pies de cada uno. Allí les anuncia algo que entristece a todos.  

En este día del jueves santo Jesús instituye en la última Cena la Eucaristía, el sacerdocio y el mandamiento nuevo de la caridad. Desde ese momento nunca ha dejado de estar presente en la Eucaristía en todas las misas y sagrarios del mundo.

Así el Señor ha querido darse con anticipación a su pasión y muerte y quedarse para siempre. Sólo el amor ardiente y hasta el extremo es capaz de esto. La Eucaristía hace la Iglesia. Recibida con fe es medicina para nuestras fragilidades.

Normalmente la misa de la Última cena en la pasión del Señor tiene lugar entre las 5 y 8pm del Jueves Santo. De esta manera se da inicio el triduo pascual: pasión y muerte, sepultura y resurrección del Señor. En la Última Cena el Señor se reúne con sus discípulos para celebrar la Pascua. Extrañaremos encontrarnos en la Iglesia, pero no. Puesto que abren las iglesias domesticas -hogares- con el ardor de la fe y sí que se permanece unidos incluso en tiempos duros.

Esta celebración significaba para los judíos la conmemoración de la liberación de la esclavitud de Egipto. Había unas formas establecidas para celebrarla. En este sentido siguiendo la costumbre judía, Pedro y Juan, realizan las disposiciones de Jesús y cuidaron que todo estuviera correctamente dispuesto para la cena.

Jesús confiere a los apóstoles la potestad celebrar la Eucaristía. Así Jesús allí mismo instituye el sacerdocio y la Eucaristía, convierte a sus apóstoles en sacerdotes y obispos.

¿Qué significa para mí el Jueves santo? La Eucaristía es el centro de nuestra vida espiritual, sabemos que Jesús está real y verdaderamente presente con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad bajo las especies del pan y del vino. Él mismo dijo: “este es mi cuerpo” “esta es mi sangre, hagan esto en memoria mía”. El Señor nos acompaña en nuestro caminar fatigoso, incierto a veces, pero con esperanza. Es una cercanía real, constante, humilde y con signos. ¿Cómo valoras su presencia?

El gesto del lavatorio de los pies por parte de Jesús a los apóstoles instaura un nuevo vínculo: la caridad. Quiere decir que el Maestro se hace servidor dejando muy en claro a sus discípulos, sea de la condición que sea, que ese es su identidad: el servicio. ¡Qué difícil es ayudar y más todavía ser ayudados! Las escusas no faltan. A los cristianos nos corresponde esto ser servidores y hacerlo por amor a Dios.

¿Qué compromisos puedes fijar el jueves santo? Asistir con mayor disposición a la Santa Misa. Prepararse cada vez mejor para recibir la Sagrada Eucaristía. Imitar a Cristo en el servicio desinteresado y amar hasta el extremo (incluso a los que parece no vale la pena amar). Visitar con más frecuencia el sagrario, aunque sea un tiempo pequeño. Orar por las vocaciones al sacerdocio. Tener en claro que Jesús está en la Eucaristía, acompaña y espera tu confianza.

P. Arnaldo Alvarado

Docente de Filosofía SSJ-IESPPSJ

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