Foto: Provincia Mercedaria de Chile
¿Por
qué tiembla su corazón?
El
domingo V de la pascua encontramos señalado por Jesús una radiografía de la
condición de ser creyentes. El contexto del discurso es en la última cena. Jesús
se hace empático con sus discípulos, les dice la verdad y anima sus corazones
desfallecidos (Jn 13).
La fe se funda en Cristo como plenitud
de la revelación; revela el rostro de Dios Padre y unge con el Espíritu Santo. Entonces
creer significa depositar la confianza en alguien que es persona, acoge sin
condiciones, salva de las necesidades más profundas como es el mal, el dolor,
el sufrimiento, la injusticia, el pecado y la muerte; acompaña en el camino.
La condición de creyente tiene de por
sí una dimensión dinámica. Jesús nos pone en dos realidades; esto es, el aquí y
ahora y el más allá. Con respecto al aquí y ahora hace consciente al discípulo
de la realidad de ser peregrino, está de paso. En ese caminar se recibe muchas
bendiciones, se experimenta dificultades, se mantiene la esperanza.
Mientras estamos en esta vida se
anticipa el cielo cuando se vive la caridad, el perdón y la paz. En efecto, los
apóstoles se preocupaban por las necesidades ajenas y hacen efectivo la caridad
en la atención a las viudas.
El diagnóstico de una necesidad
implica tener en claro que el amor es ordenado; de allí que las columnas de la
Iglesia, sin descuidar la caridad, prefieren encomendar a los diáconos
(Servidores) la tarea caritativa y ellos dedicarse a la oración y la
predicación.
Qué importante es la tarea de
discernir y servir. Dar el justo lugar a cada realidad. El cristiano como
piedra viva orienta todas las realidades que experimenta según el querer de
Dios y el bien suyo y de los demás. Son caras de una misma moneda.
El perfil del servidor está en buena
fama (honestidad), llenos de Espíritu Santo (Amor), provisto de abundante
sabiduría (inteligencia iluminada por la fe). Pero también una característica de la piedra
es el riesgo de ser rechazado y no por eso se deja de vivir la caridad. El
servicio caritativo empieza ya en el modo de hacer familia, trabajo y recreación.
Con respecto al más allá las
revelaciones de Jesús son claras. Hay mucho que esperar y recibir después de
esta vida. Aquello es real. Todo lo que se realice tiene sentido tanto para
aquí como para allá, pero la gran diferencia es la plenitud, el todo del más
allá.
Como discípulo de Cristo se debe fundar
la fe en Dios. El cristiano se distingue por la caridad, porque pasa haciendo
el bien. La fe se vuelve operativa por el amor que se goza ya del cielo en esta
vida y luego se espera recibir en plenitud.
Buen domingo a todos.
P. Arnaldo Alvarado
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