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jueves, 25 de julio de 2019

Libertad y correspondencia


Salió el sembrador a sembrar

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El evangelio que se proclama en la santa Misa, celebración de la fe, es el alimento de la Palabra que Dios hace a su pueblo.  El Evangelio según san Mateo en el capítulo 9, 1-9 recoge un trazo pedagógico de Jesús. El evangelista intenta presentarnos cómo era una jornada de Jesús. Los verbos resaltantes son: Salió Jesús de casa…, y acudió a Él tanta gente…Les habló mucho rato en parábolas.

Terminada esta descripción se presenta la enseñanza de Jesús mediante la parábola del sembrador. Aquel hombre realiza su trabajo únicamente con generosidad y esperanza. No se fija en los receptores y no espera resultados inmediatos. Desborda de generosidad en el dar. Lo único que le preocupa es sembrar con magnanimidad.

El problema está dónde cae la semilla en: el borde del camino, terreno pedregoso, entre espinas, tierra buena. Con esta enseñanza ¿Jesús a qué quiere invitarnos? Que Dios es bueno y nos da todo sin esperar nada a cambio. Lo único que quiere es que se manifieste que “la mayor gloria de Dios es el hombre viviente”. Dios es un Padre que cuida especialmente de ti y de mi.

El Papa Francisco ante casi tres millones de jóvenes con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud en Rio de Janeiro dijo: “Jesús nos dice que las simientes que cayeron al borde del camino, o entre las piedras y en medio de espinas, no dieron fruto. Creo que con honestidad podemos hacernos la pregunta: ¿Qué clase de terreno somos, qué clase de terreno queremos ser? Quizás a veces somos como el camino: escuchamos al Señor, pero no cambia nada en nuestra vida, porque nos dejamos atontar por tantos reclamos superficiales que escuchamos. Yo les pregunto, pero no contesten ahora, cada uno conteste en su corazón: ¿Yo soy un joven, una joven, atontado? O somos como el terreno pedregoso: acogemos a Jesús con entusiasmo, pero somos inconstantes ante las dificultades, no tenemos el valor de ir a contracorriente. Cada uno contestamos en nuestro corazón: ¿Tengo valor o soy cobarde? O somos como el terreno espinoso: las cosas, las pasiones negativas sofocan en nosotros las palabras del Señor (cf. Mt13,18-22). ¿Tengo en mi corazón la costumbre de jugar a dos puntas, y quedar bien con Dios y quedar bien con el diablo? ¿Querer recibir la semilla de Jesús y a la vez regar las espinas y los yuyos que nacen en mi corazón? Cada uno en silencio se contesta.  Hoy, sin embargo, yo estoy seguro de que la simiente puede caer en buena tierra. Escuchamos estos testimonios, cómo la simiente cayó en buena tierra. No padre, yo no soy buena tierra, soy una calamidad, estoy lleno de piedras, de espinas, y de todo. Sí, puede que por arriba, pero hacé un pedacito, hacé un cachito de buena tierra y dejá que caiga allí, y vas a ver cómo germina. Yo sé que ustedes quieren ser buena tierra, cristianos en serio, no cristianos a medio tiempo, no cristianos «almidonados» con la nariz así [empinada] que parecen cristianos y en el fondo no hacen nada. No cristianos de fachada. Esos cristianos que son pura facha, sino cristianos auténticos. Sé que ustedes no quieren vivir en la ilusión de una libertad chirle que se deja arrastrar por la moda y las conveniencias del momento. Sé que ustedes apuntan a lo alto, a decisiones definitivas que den pleno sentido. ¿Es así, o me equivoco? ¿Es así? Bueno, si es así hagamos una cosa: todos en silencio, miremos al corazón y cada uno dígale a Jesús que quiere recibir la semilla. Dígale a Jesús: Mira Jesús las piedras que hay, mirá las espinas, mirá los yuyos, pero mirá este cachito de tierra que te ofrezco, para que entre la semilla. En silencio dejamos entrar la semilla de Jesús. Acuérdense de este momento. Cada uno sabe el nombre de la semilla que entró. Déjenla crecer y Dios la va a cuidar” (Río de Janeiro, 27 de julio 2013). 

¿Cómo acoges la fe de tu bautismo? ¿Cómo recibes la Palabra de Dios y las enseñanzas de la Iglesia? ¿Preparas tu tierra, es decir, tu corazón, tu mente, tu ser para acoger la buena semilla? Tú también puedes ser buen sembrador.  Siembra en el corazón de, si así fuere, tus hijos, tu esposo, tu esposa, tus hermanos, tus amigos, tus colegas, tus vecinos la buena semilla del buen testimonio.

Miércoles 23 de julio, XVI TO C

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