Foto: Definición ABC
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No crean que he venido a abolir la
ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud… (Mt 5, 17-19).
Jesús
es el Hijo de Dios. Es la segunda persona de la Santísima Trinidad. Tiene igual
naturaleza que el Padre y el Espíritu Santo.
Dios
se ha dado a conocer progresivamente. Diríamos que usó la mejor pedagogía.
¡Cuánto nos conoce! Por nuestras solas fuerzas no éramos capaces de conocer lo
más profundo del ser divino.
Imagínate
a los niños pequeños no se les puede exponer a una luz potente y mucho menos
darle una dieta cargada. ¡No! Tiene que ser poco a poco, de menos a más. En
efecto, Dios también fue manifestándose paso a paso mediante Reyes, jueces y
sobre todo los profetas.
En
ese sentido Cristo es la plenitud de los tiempos. No ha venido abolir todo lo
bueno y bello sino darle máximo valor. Así la máxima aspiración del corazón
humano es amar, sentirse amados y entablar una amistad profunda mediante el
diálogo. ¿Identificas la voz de Dios? Dios habla en las Escrituras y la
tradición, la conciencia y los eventos históricos.
Como
hecho histórico que hoy nos toca afrontar es la pandemia. Podríamos
preguntarnos ¿Dónde está Dios? ¿Por qué no sale a solucionar las cosas? Dios participa de nuestras angustias,
impotencias y miedos. Está allí en medio del sufrimiento. Él nos mantiene en
pie.
Ojalá
de todo esto que se vive hoy saquemos serios compromisos: humildad para aceptar
nuestra verdad con aciertos y errores; obediencia a la ley natural y conciencia
de ser administradores no dueños del universo; esperanza a que todo esto nos
enseñe a salir de nuestras cápsulas y seamos más humanitarios, justos,
forjadores de una civilización más humanizada.
¿Te animas a mantener el
optimismo, responsabilidad y buen humor en este tiempo?
P.
Arnaldo Alvarado
18 marzo
2020