¿Cuándo será el fin de los tiempos?
Del evangelio
según san Lucas 21,29-33
En verdad les
digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra
pasarán, pero mis palabras no pasarán.
El tiempo pasa.
Cada día experimentamos realidades unas tras otras pasan, lecturas,
actividades, trabajos, retos, metas, amistades pero queda ese deseo de seguir
ayudando y conquistar las aspiraciones más profundas del corazón.
La Palabra de
Dios que está contenida en la Sagrada Escritura y en la vivencia de la fe que
llamamos tradición (Palabra de Dios no escrita sino vivida y celebrada) siempre
es actual. No pasa. Puede adaptarse a toda vivencia y dar sentido a lo que se
experimenta. Sí, además es una luz y una fuerza que impulsa a seguir adelante.
El universo, la
creación es obra de Dios. Funciona según sus leyes y dinamismos. Toca al ser
humano hacer de un buen administrador y no de dueño. Pero este mundo llegará a
su fin cuando Dios lo disponga. De allí que Jesús advierta sobre el fin de los
tiempos.
La Biblia hay que
leerla y entenderla en su integridad. Esto es, un pasaje reclama ser iluminado
por otros lugares. Asumirla literalmente puede llevar a malentendidos. Hay que tomarla como una carta que Dios
escribe a sus hijos.
De allí que Jesús
advierte que no sabemos el día ni la hora en que será el fin del mundo. Sólo
Dios Padre lo conoce. Pasarán las personas, pasaremos nosotros, nos llevaremos
-con la ayuda de Dios y de los demás claro si nos dejamos ayudar- el honor, el
buen recuerdo, las gratitudes por toda la eternidad.
Pero ¿Acaso no
sería mejor que Dios fije una fecha y así nos preparamos todos? No. Esa no es
la lógica de Dios. El Señor nos ha creado por amor y libertad y espera que
nosotros también correspondamos amando y libremente.
¿Cómo podemos
vivir este tiempo que Dios nos concede?
· Con gratitud, dice san Pablo “todo
es gracia”. Todo lo hemos recibido como don.
· Con responsabilidad, hemos recibido
mucho y tenemos que dar cuentas a Dios.
· Con conciencia, darse cuenta que
tenemos una voz interior que aprueba las obras buenas y reprocha las malas.
Siempre podemos hacer un alto reflexivo y establecer mejoras. La conciencia
requiere de paz y encontrarla en el perdón.
· Con esperanza, puede que haya
situaciones personales, familiares, sociales de la vida que te desanimen,
déjalo en las manos de Dios. Dios lo puede todo.
· Sobre todo, con amor y libertad.
Con Teresa de
Jesús diremos: Nada te turbe, Nada te espante, Todo se pasa, Dios no se muda, La
paciencia Todo lo alcanza; Quien a Dios tiene Nada le falta: Sólo Dios basta.
P. Arnaldo Alvarado