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Del evangelio según san Lucas 17,26-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
“Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del
hombre: comían, bebían, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo,
hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con
todos”.
Jesús nos advierte tener los pies bien puestos en la tierra y dar sentido a
la vida, esto es, todo lo que hagas o experimentes sean para bien. Dios es Señor
del tiempo y las oportunidades. Todo es para bien y puede convertirse en una
gracia Divina para vivirlo a cien por ciento.
El peligro es perderse en la vida por confusiones, decisiones equivocadas,
vicios, malos consejos y juntas, adicciones, placeres egoístas. Al parecer estas
realidades nos hacen sentir en éxtasis, como si fueran lo máximo, pero una vez
que pasa solo queda el vacío interior, la angustia, la esclavitud y drama de
haber perdido lo más valioso.
Una carta del siglo cuarto dice: “Los cristianos son en el mundo lo que el
alma es en el cuerpo. El alma, en efecto, se halla esparcida por todos los
miembros del cuerpo; así también los cristianos se encuentran dispersos por
todas las ciudades del mundo. El alma habita en el cuerpo, pero no procede del
cuerpo; los cristianos viven en el mundo, pero no son del mundo”.
¿Cómo aprovechar el tiempo?
·
Acepta la realidad que te toca vivir con la
conciencia que allí harás mucho bien.
·
Fructifica los dones y talentos que hayas recibido. Ayuda
a los demás con ese afán.
·
Utiliza bien el tiempo. Recuerda que la ociosidad
es la madre de todos los vicios.
·
Entiende que la vida no termina con esta, sino que
se prolonga. Todo lo bueno y malo que hagas tendrá su recompensa ahora y en el
día del juicio particular y final.
·
Rectifica si tus pasos se desvían del camino hacia
Dios y la paz interior has mejoras concretas ya.
·
Espera que en esta vida hay cosas que suceden y
que no lo comprendes, pero en el juicio final, al fin del tiempo, lo veremos
públicamente.
Algo importante, dicen que el tiempo es oro, pero para los cristianos es
más todavía, el tiempo es cielo, gloria.
Buen día.
P. Arnaldo Alvarado