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sábado, 15 de abril de 2017

¿Qué significa para mí la resurrección de Cristo?



¡Cristo ha resucitado!
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Lucas nos dice: ¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado (Lc 24, 5-6). Nos gusta la vida. Es cristianismo es vida. Incluso en la muerte de cristo en la Cruz, su alma estuvo unida a la Persona divina. El Domingo que anuncia la Vida es el domingo de la resurrección de Cristo. Es el día en que la iglesia se reviste de sus mejores galas, ornamentos, es la cima del año litúrgico. Es el triunfo de Cristo sobre la muerte.
Por esta razón se llama al domingo el día del Señor. Cristo ha resucitado; es el acontecimiento más importante de la humanidad: la redención y liberación del pecado de la humanidad por el Hijo de Dios. Estamos ya en la pascua, que significa paso, cambio, novedad, recreación.
Pascua es victoria, es el hombre llamado a su dignidad más grande. Este es el día de la esperanza universal.  El día en que, en torno al resucitado, se unen y se asocian todos los sufrimientos humanos, las desilusiones, las humillaciones, las traiciones, la dignidad humana atropellada, la corrupción encuentra respuesta con la medicina de la verdad y responsabilidad.
La Resurrección nos descubre nuestra vocación cristiana y nuestra misión: presentar a todos los hombres el Evangelio que es Cristo mismo. El hombre no puede perder jamás la esperanza en la victoria del bien sobre el mal. Entonces ¿Creo en la Resurrección?, ¿la proclamo?; ¿creo en mi vocación y misión cristiana?, ¿la vivo?; ¿creo en la resurrección futura?, ¿me alienta en esta vida?
El mensaje redentor de la Pascua no es otra cosa que la purificación total del hombre, la liberación de sus egoísmos, de su sensualidad, de sus complejos. Esto implica una fase de limpieza y saneamiento interior, sin embargo, se necesita de la libertad como correspondencia a los dones de lo alto. Este Domingo de resurrección, día del Señor, crea los otros domingos.

P. Arnaldo Alvarado

Sábado santo: día de silencio y espera



Silencio y espera

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El sábado es el gran día del silencio y consuelo. Dos temas subrayamos de este día: dolor y esperanza. "Durante el sábado santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno su resurrección”.
Es el día del silencio: la comunidad cristiana vela junto al sepulcro. Callan las campanas y los instrumentos. Se ensaya el aleluya, pero en voz baja. Es día para profundizar. Para contemplar. El altar está despojado. El sagrario, abierto y vacío.
La Cruz sigue entronizada desde ayer. Central, iluminada, con un paño rojo, con un laurel de victoria. Dios ha muerto. Ha querido vencer con su propio dolor el mal de la humanidad.
Es el día de la ausencia. Día de dolor, de reposo, de esperanza, de soledad. El mismo Cristo está callado. Él, que es el Verbo, la Palabra, está callado. Después de su último grito de la cruz "¿por qué me has abandonado"?- ahora él calla en el sepulcro. Descansa: "consummatum est", "todo se ha cumplido".
Pero este silencio se puede llamar plenitud de la palabra. El anonadamiento, es elocuente. "Fulget crucis mysterium": "resplandece el misterio de la Cruz."
El sábado es el día en que experimentamos el vacío. Si la fe, ungida de esperanza, no viera el horizonte último de esta realidad, caeríamos en el desaliento: "nosotros esperábamos... ", decían los discípulos de Emaús.
Eso sí, no es un día vacío en el que "no pasa nada". Ni un duplicado del Viernes. La gran lección es ésta: Cristo está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona. Cristo bajo al lugar de los muertos “infierno, hades” para dar esperanza a los justos y no para liberar a los condenados ni destruir el infierno. Y junto a Él, como su Madre María, está la Iglesia, la esposa. Callada, como él.
El Sábado está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del Viernes y la resurrección del Domingo nos detenemos en el sepulcro. Un día puente, pero con personalidad. Son tres aspectos - no tanto momentos cronológicos - de un mismo y único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado, resucitado (Aciprensa).
P. Arnaldo Alvarado

jueves, 13 de abril de 2017

¿Qué es la Semana Santa? ¿Qué significa para mí y cómo puedo vivirlo?



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La semana santa es el tiempo que inicia con el domingo de Ramos y concluye el domingo de resurrección. Es toda una semana dedicada a celebrar las acciones de Dios por nuestra salvación acontecidas en los últimos días del Señor Jesús. Cada día se conmemora algo especial de la vida de Cristo.

El triduo pascual ocupa el centro de la semana santa; está formado por los días: viernes santo, sábado santo y domingo de resurrección. Esto es: pasión y muerte, sepultura y resurrección del Señor.
La semana santa siempre ha ocupado un lugar central en todo el año cristiano, particularmente con el triduo pascual. En estos días actualizamos todo lo que hizo Dios por nosotros: institución de la Eucaristía, el sacerdocio, la caridad, pasión y muerte, sepultura y la Resurrección de Cristo. Veamos día por día.

El domingo de Ramos celebramos la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén y el anuncio de su pasión. El lunes, martes y miércoles santo hacemos memoria respectivamente de la unción en Betania, del anuncio de la traición de Judas y del hecho mismo de la traición.
El jueves santo conmemoramos la institución de la Eucaristía, el sacerdocio y el mandato de la caridad. Jesús instituye todo esto en la última cena.
El viernes santo es un día de ayuno y abstinencia. La Iglesia conmemora la pasión y muerte del Señor. Además recuerda que ella nace del costado de Cristo muerto en la cruz. También es un día especial porque hacemos la oración por todos y por todas las necesidades.
El sábado santo es el día del silencio ante la sepultura del Señor. La iglesia medita la muerte de su Señor. Es el día de la esperanza.
Con la vigilia pascual y el domingo celebramos la resurrección del Señor. Cristo ha resucitado y vive con nosotros. Como cristianos estamos obligados a celebrar la Pascua con el Señor. 

¿Qué significa celebrar la pascua? Significa paso, transformación, cambio para cosas buenas; por ejemplo si yo no voy a Misa los domingos ahora me propongo asistir. Sin no me gusta ayudar en casa o a los amigos, ahora me esfuerzo por pensar en los demás. Si no quiero perdonar, ahora perdono y rezo por los que me han hecho el mal. Si estoy en pecado, ahora recupero la gracia. Son días de descanso pero en el Señor. Para Dios no hay vacaciones.

¿Qué significa para mí la semana santa? El mejor modo de celebrar la pascua es asistiendo a las celebraciones litúrgicas y haciendo una buena confesión y un buen propósito. Dios nos ama con locura y por eso da su vida en la cruz. Dice san Pablo, “Cristo se entregó por mí, murió por mí”. Entonces ¿qué puedo hacer por Él?. Hagamos una buena confesión, pidamos perdón a Dios. Él nos perdona porque nos ama. Si no estás tranquilo y con paz es que te falta el perdón y reconciliación. Conviértete, encuentra la paz, siéntete amado y vive feliz.
P. Arnaldo Alvarado

Seminario Mayor de Cañete - IESPPSJ

sábado, 19 de noviembre de 2016

Muerte y caso de la cremación

CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE
Instrucción Ad resurgendum cum Christo
acerca de la sepultura de los difuntos
y la conservación de las cenizas en caso de cremación
Preparado por el P. Héctor Francia 
Docente SSJ-IESPPSJ

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1. ¿Acerca de qué trata la Instrucción Ad resurgendum cum Christo?
Acerca de la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación

2. ¿Hay algún documento de la Iglesia que hablara ya de estas cosas antes de la presente Instrucción?
Sí. Con la Instrucción Piam et constantem del 5 de julio de 1963, el entonces Santo Oficio, estableció que «la Iglesia aconseja vivamente la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos», pero agregó que la cremación no es «contraria a ninguna verdad natural o sobrenatural» y que no se les negaran los sacramentos y los funerales a los que habían solicitado ser cremados, siempre que esta opción no obedezca a la «negación de los dogmas cristianos o por odio contra la religión católica y la Iglesia».

3. ¿Algún documento más habla del mismo asunto?
Sí. Este cambio de la disciplina eclesiástica fue incorporado en el Código de Derecho Canónico de 1983, c.1176 & 3: “La Iglesia aconseja vivamente que se conserve la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos; sin embargo, no prohíbe la cremación, a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana”

4. ¿Con qué fin la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha considerado conveniente la publicación de la presente Instrucción?
Porque la práctica de la cremación se ha difundido notablemente en muchos países, pero al mismo tiempo también se han propagado nuevas ideas en desacuerdo con la fe de la Iglesia, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha publicado la presente Instrucción con el fin de reafirmar las razones doctrinales y pastorales para la preferencia de la sepultura de los cuerpos y de emanar normas relativas a la conservación de las cenizas en el caso de la cremación.

5. ¿Cuál es la forma más adecuada para expresar la fe y esperanza en la resurrección corporal?
En la memoria de la muerte, sepultura y resurrección del Señor, misterio a la luz del cual se manifiesta el sentido cristiano de la muerte, la inhumación es en primer lugar la forma más adecuada para expresar la fe y la esperanza en la resurrección corporal.

6. Enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, ¿qué reafirma y pone de relieve la Iglesia?
Enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne, y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia.

7. Al respecto, ¿qué errores o actitudes equivocadas no puede permitir la Iglesia?
No puede permitir actitudes y rituales que consideren la muerte como anulación definitiva de la persona, o como momento de fusión con la Madre naturaleza o con el universo, o como una etapa en el proceso de re-encarnación, o como la liberación definitiva de la “prisión” del cuerpo.

8. ¿Qué razones da la Iglesia para dar sepultura a los cuerpos de los fieles difuntos en los cementerios u otros lugares sagrados?
- La sepultura responde a la compasión y el respeto debido a los cuerpos de los fieles difuntos, que mediante el Bautismo se han convertido en templo del Espíritu Santo.
- La Iglesia considera la sepultura de los muertos como una obra de misericordia corporal.
- Favorece el recuerdo y la oración por los difuntos por parte de los familiares y de toda la comunidad cristiana, y la veneración de los mártires y santos.
- Mediante la sepultura la tradición cristiana ha custodiado la comunión entre los vivos y los muertos, y se ha opuesto a la tendencia a ocultar o privatizar el evento de la muerte y el significado que tiene para los cristianos.

11. ¿La Iglesia prohíbe la cremación de cadáveres?
No. Porque la Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica, ya que la cremación del cadáver no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo y por lo tanto no contiene la negación objetiva de la doctrina cristiana sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo.

12. Si por razones legítimas se opta por la cremación del cadáver, ¿qué hay que hacer con las cenizas?
Si por razones legítimas se opta por la cremación del cadáver, las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente.

13. ¿Qué razones hay para conservar las cenizas en un lugar sagrado?
- ayuda a reducir el riesgo de sustraer a los difuntos de la oración y el recuerdo de los familiares y de la comunidad cristiana.
- se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas.

14. Entonces, ¿qué ha decidido la Iglesia respecto a la conservación de las cenizas?
Que no está permitida la conservación de las cenizas en el hogar.

15. ¿Se puede conceder el permiso de conservar las cenizas en el hogar en algún caso de grave y excepcional circunstancia?
Sí, y solamente lo puede hacer el Ordinario (Obispo), dependiendo de las condiciones culturales de carácter local y de acuerdo con la Conferencia Episcopal.

16. En tal caso, ¿qué indicaciones deben cumplir quienes conservan la ceniza?
- Las cenizas no pueden ser divididas entre los diferentes núcleos familiares.
- Se les debe asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación.
- Para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista, no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma,
- No sea permitida la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos.

17. ¿Qué sucede en el caso de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana?

Se le han de negar las exequias, de acuerdo con la norma del derecho.

viernes, 14 de octubre de 2016

Jubileo Universitario, Domingo 30 de octubre 2016 en Cañete

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lunes, 10 de octubre de 2016

La salud mental: armonía y equilibrio entre neurobilogía, personalidad y ambiente

La salud mental: armonía y equilibrio entre neurobiología, personalidad y ambiente
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Hay una cuestión realmente preocupante en el mundo. Se trata de la salud mental. Algunos la prestan más atención que otros, pero el problema está allí. Los casos en este rubro han ido de menos a más. Cada vez hay más gente que tiene problemas serios de desequilibrios bioquímicos que manifiestan en conductas y comportamientos, inmadurez, afectividad desordenada, depresión, ansiedad, esquizofrenia, falta de educación de la imaginación. Mientras no se preste atención seria e integral los casos irán ascendiendo. Probablemente sea la nueva pandemia que tenga que afrontarse en un futuro cercano.

Nos preguntamos ¿Serán los aires de la nueva era, formas, estilos que trae consigo este tipo de consecuencias? O más bien ¿es que estamos preocupados en miles de cosas y no tenemos tiempo para nosotros mismos? Recordemos que el hombre y la mujer valen por lo que es y no por lo que tiene. La fundamental riqueza del ser humano está en sí mismo, en la interioridad y en la salida de sí hacia fines buenos.

Los expertos definen la salud mental como: “la armonía personal que lleva a una  adecuada interacción interpersonal y al desempeño de actividades que permiten acercarse suficientemente a las metas propuestas, enriqueciendo y enriqueciéndose” (La salud mental y sus cuidados, 2011, p. 114). Esta primera definición subraya la armonía y equilibrio.

La armonía es la justa relación del hombre consigo mismo, con los demás y con un ser transcendente; esto lo expresamos cuando decimos “estoy bien”. Se trata de buscar los bienes que le pertenece como persona. Estos bienes son los espirituales (generosidad, libertad, verdad, Dios, amor, perdón, aceptación de sí, amistad), los materiales, salud física, actividad laboral, deporte, cultura, lecturas, entre otros.

Es importante recordar que el hombre debe buscar la unidad. Somos seres con cuerpo y alma. Quién olvide una de esta realidad estaría deteriorando su propia vida, porque despreciaría algo de sí mismo. Prestemos atención a los bienes del cuerpo y del alma. La causa de muchos problemas mentales es el olvido de los bienes del alma y la falta de resolución en este tema; pero también tiene que ver lo genético, lo heredado.

El libro mencionado también señala: “la salud mental parte del equilibrio de las funciones psíquicas pero se proyecta hacia los logros, en el contexto de la relación social, trascendiendo lo meramente conductual y fáctico, para recalcar la exigencia de un crecimiento personal y un fruto en el entorno”. Se trata de encontrar un porqué a todo. Llevar una vida sana, integrada y buena vale la pena.

Para lograr las condiciones de crear salud mental hay que tener en cuenta al menos tres elementos: la neurobiología, la personalidad y el ambiente. Con respecto al primero, es algo que ya está en la biología humana y se puede tratar medicamente cuánto más pronto mejor. Es genético, pero puede ser ayudado. El segundo, la personalidad hace mención a cuestiones más interiores. Esto supone crecimiento en valores y virtudes. Se trata de adquirir hábitos buenos. Los vicios, aislamientos y las dependencias siempre dividen y destruyen a la persona. Lo mismo el dejarse llevar por los instintos. Mejorar la personalidad significa mejorar también el carácter, el trato interpersonal, el modo de realizarse en la vida. Descubrir quién soy. Tenemos muchos valores y talentos, pero siempre podemos mejorar.  El tercero, el ambiente son los diversos aspectos que surgen en el desarrollo de la vida del entorno y social: familia, trabajo, estudio, amigos, deporte, limitaciones de movimientos y espacios físicos (cárcel, confinamientos, etc.).

Entonces la salud mental no es algo que se posee, sino que se va haciendo. Es algo dinámico. La salud mental no sólo son aspectos psíquicos. Hay que tener en cuenta todos los aspectos de la persona. Pero me gustaría poner énfasis que la familia –cuando marcha bien- es el mejor lugar para tener salud mental desde la temprana edad aún non nato. Entonces estaremos bien. Apostemos por custodiar la familia. Allí es el lugar del cultivo de las virtudes y valores. Por tanto, es el mejor lugar para la salud mental.

Cuidar, educar, fortalecer la salud mental es tarea de investigadores, familias, autoridades y toda la comunidad.

P. Arnaldo Alvarado
Jr. Unanue, 300
arnaldo.alvar@gmail.com



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