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viernes, 14 de agosto de 2015

Estética: cautivados por lo bello

ESTÉTICA. FILOSOFIA
Alfonso    LÓPEZ QUINTÁSGran Enciclopedia Rialp

1. Delimitación del concepto. Estética, en el aspecto filosófico, es la disciplina que trata de lo bello (entendido en el sentido amplio que abarca lo artístico, las diferentes categorías estéticas -sublime, gracioso, lindo, ridículo, trágico, etc.-, lo bello natural, moral y cultural) y los diferentes modos de aprehensión y creación de las realidades bellas. Si se entiende por estético aquello que despierta en el hombre una sensación peculiar de agrado, potenciación expresiva y distensión adherente hacia el entorno, puede definirse la Estética como la ciencia de lo estéticamente relevante, a fin de evitar el riesgo de entender lo bello de modo en exceso restringido. Los términos bello y estético no hacen aquí sino remitir a un campo de realidades que la Estética debe cuidadosamente precisar. No constituye, por tanto, un círculo vicioso el uso del calificativo estético en la definición de la e., pues en principio tal vocablo no se utiliza en un sentido técnico riguroso, sino en cuanto que alude, de modo elemental y primario, a un determinado género de objetos y experiencias.
     
      Este uso general e indeterminado de los términos bello y estético permite desbordar radicalmente la precariedad de las definiciones que restringen con exceso el objeto de la e., reduciéndola a filosofía del arte, filosofía del sentimiento, teoría del gusto, teoría de la expresión y del lenguaje, ciencia de los objetos que agradan a su sola aprehensión, etc. Estas determinaciones subrayan diversas vertientes de la actividad Estética que deben ser ágilmente integradas en una visión de conjunto.
     
      Visto a la luz de su etimología (de aistanomai, sentir) y del uso que se hizo históricamente del mismo, el término Estética no intenta sino destacar uno de los momentos constitutivos de la experiencia humana de lo bello, a saber, el papel ineludible, aunque no exclusivo, que juega en ella la intuición sensible. Es muy expresivo que haya predominado el término e., utilizado por A. G. Baumgarte en el precario sentido de cognitio sensitiva o gnoseología inferior, y no la denominación de Kalologia y Hedonica, propuestas, respectivamente, por Hegel y Fechner. Kant vincula el sentido de e., como análisis de la capacidad intuitiva sensible o ciencia de lo aprehensible de modo puramente intuitivo (cfr. el capítulo sobre Estética trascendental en la Crítica de la Razón pura), con el de la misma en cuanto análisis de lo bello y lo sublime en la Naturaleza y el Arte o ciencia de aquello que, sobre la base de la mera intuición, sin mediación del conocimiento conceptual, agrada o desagrada inmediatamente (cfr. Crítica del juicio). Más tarde, al hilo de la historia se fue destacando el carácter sentimental, contemplativo, intuitivo (en un sentido más amplio y de mayor alcance que la mera intuición sensorial) y rigurosamente creador de la experiencia estética, pero la atenencia de ésta a la intuición sensible permanecerá hasta el día de hoy como una de sus características originarias e inmóviles.
     
      2. Problemática estética. A medida que se descubrió la interna riqueza de la experiencia e., que moviliza y tensa el ser integral del hombre, el anclaje de la misma en la intuición sensorial dio lugar a una grave y amplia problemática al ponerse de manifiesto' la diversidad de planos entitativos que se dan en la actividad y en el objeto estéticos. En éste deben distinguirse y armonizarse debidamente el plano sensible y el inteligible (el superficial-expresivo y el profundo-expresante), la figura y el tema o argumento, la forma y la materia, etc. La experiencia e., por su parte, debe moverse en diferentes niveles: metasensibles y sensibles, teóricos y prácticos (en sentido de configuradores), formales y materiales, comprometidos y desinteresados, sentimentales e intuitivos, creadores y receptivos, etc.
     
      Por falta de un riguroso análisis de los conceptos fundamentales que deciden la reflexión filosófica, al hacer crisis, en la Edad Moderna, la confianza en el rigor objetivo de la percepción sensible, el conocimiento sensorial cobró un peligroso matiz subjetivista que contribuyó a escindir insalvablemente lo interior y lo exterior, lo subjetivo y lo objetivo, lo formal, como puesto por el sujeto, y lo material, en cuanto receptivo de la forma. De ahí la carrera de escisiones que desgarraron paulatinamente el pensamiento moderno, incapaz de captar la profunda vinculación entre el sentir sensible, los sentidos sensoriales, el sentimiento (en sus diversas modalidades) y el sentido inteligible, unidad de amplio aliento que revela la condición que ostenta lo sensible humano (como específicamente distinto a lo sensible animal) de ventana abierta a lo rnetasensible y vehículo expresivo nato del mismo.
     
      3. Diversidad de tendencias estéticas. La consideración unilateral de un fenómeno tan complejo como es la experiencia e., vista en toda su integralidad, difracta el análisis filosófico en multitud de corrientes, perspectivas y métodos, fecundos en cuanto a la visión del hecho estético que facilitan, pero insuficientes por la exclusividad con que son propugnados. Su estudio global constituye todo un programa de ciencia Estética verdaderamente comprehensiva y fiel a las exigencias de la realidad.
     
      Por el hecho de hallarse lo bello, entendido en el sentido amplio indicado anteriormente, concretado y realizado en entidades individuales sin reducir su alcance a cada una de ellas, vistas como entidades autónomas y aisladas, cabe abordar el hecho estético de modo empírico-científico y de modo filosófico. G. T. Fechner distinguió una «Estética desde arriba» (filosófica, deductiva) y una «Estética desde abajo» (empírica inductiva). Casi todos los autores presienten que esta división debe ser aceptada más con carácter complementario que dilemático. De hecho, sin embargo, suelen inclinarse con marcada preferencia, si no con patente exclusividad, hacia uno de sus extremos.
     
      a) Método empírico-científico. Tendencia psicológica, objetivista, etnológica, sociológica, geomorfológica, evolucionista, tecnológica, histórico-cultural, etc.
     
      b) Método filosófico. Aun siendo inaceptable la equiparación del método deductivo y el filosófico, ciertas corrientes filosóficas tendieron a elaborar sus teorías Estética a partir de principios generales y sobre una base experiencial precaria. Ello ha provocado fuertes reacciones, un tanto extremistas, de carácter antiespeculativo, como puede verse en los esquemas siguientes relativos a la diversificación interna del método filosófico.
     
      Según la importancia que conceden los estetas a la especulación sistemática puede distinguirse: a) una Estética metafísica, al modo de Hegel y sus seguidores (Schelling, Schopenhauer, H. Glockner, M. Beck, P. Háberlin, 1. Volkelt, T. Ziehen, cte.), y b) una Estética antimetafísica, como la propugnada por Comte, Spencer y casi todos los estetas desde 1860 a 1910, fecha en que realiza Volkelt un ensayo de conciliación.
     
      La peculiar orientación metafísica de cada esteta, es decir, su concepción de lo real en cuanto tal y la consiguiente selección, en calidad de modélico, de un determinado estrato de la realidad, divide a la Estética en: a) Idealista (Platón, Plotino, Hegel, Schelling, Schopenhauer, Schleiermacher, Solger, Bosanquet). La belleza se funda en la mayor o menor participación en las esencias por parte de los objetos considerados como bellos. En lo bello transparece lo divino (Plotino), la Idea (Hegel). Según Schelling, lo bello es la representación de lo infinito en lo finito, y muestra en sensible encarnación la unidad de lo ideal y lo real, lo teórico y lo práctico, lo subjetivo y lo objetivo. b) Realista (Herbart, 1. ven Kirchmann). c) Social-objetivista (G. Lukács, realismo crítico soviético).
     
      Por lo que toca al método de acceso a lo real, la Estética ofrece un carácter: a) racionalista (de Descartes a Leibniz, Wolff, Baumgarten); b) empirista (Burke, Home, Hutcheson, Reid, Stewart).
     
      La actitud criteriológica decide una triple orientación e.: a) Dogmática. Muy extendida, debido a la escasa influencia del criticismo de Hume y Kant sobre la investigación Estética b) Escéptica. Ante la esencial ambigüedad y difusividad de la experiencia Estética se reacciona, en casos, con una cautelosa suspensión de todo juicio definitivo (M. Dessoir). c) Criticista (de Schiller a los neokantianos). La escuela neokantiana de Marburgo (Cohen, Natorp) tiende a justificar críticamente el juicio de valor estético, fundamentándolo apriorísticamente en las condiciones superiores de la conciencia (cfr. la obra de Cohen, Estética del sentimiento puro). La escuela neokantiana de Friburgo se muestra más fecunda estéticamente. 1. Cohen pone en juego un método deductivo, pero los principios de tal deducción intenta hallarlos en el ámbito estético mismo.
     
      De la diferente valoración de los juicios estéticos se siguen dos formas diversas de e.: a) normativa o absolutista: admite normas y criterios como módulos del gusto individual; b) descriptiva o relativista: el juicio estético queda a merced del gusto cambiante.
     
      Según el número de principios fundamentales admitidos, la Estética se orienta de un modo: a) Singularista. Sólo se admite una categoría Estética fundamental. Volkelt y Lipps se deciden por la endopatía (Einfühlung, fusión de visión y sentimiento que tiene lugar al proyectar el sujeto sus sentimientos sobre el objeto intuido). Lo decisivo es la vida humana que se expresa en las formas y se capta a través de un proceso endopático. La forma sensorial es sólo expresión y símbolo de la personalidad humana que en ella vibra por vía de inmersión. El estudio de este simbolismo, desde diversas posiciones metodológicas, influidas por el hegelianismo, el psicologismo, el panteísmo romántico, cte., da lugar a una de las corrientes Estética más fecundas: la teoría de la Einfühlung o endopatía (1. 
G. Herder, Novalis, luan Pablo Richter, Lotze, F. T. Vischer, R. Vischer, H. Siebeck, P. Stern, Vernon Lee, T. Lipps, K. Groos, V. Bash, 1. Volkelt). b) Dualista. Se reconoce la existencia de dos principios fundamentales: forma y contenido. Para T. A. Meyer la belleza es la plenitud vital hecha forma. La belleza agrada por su contenido y por la adaptabilidad de la forma para conferirle un cuerpo expresivo adecuado. La belleza en su máxima configuración une la belleza formal y la material. c) Pluralista. Se propugna la existencia de diversos principios, frente a la tendencia reduccionista de los pensadores «sistemáticos».
     
      Al polarizarse la atención del filósofo en uno de los dos elementos que integran la experiencia de lo bello (el sujeto y el objeto), la Estética se divide en:
     
      a) Subjetivista. Analiza preferentemente la reacción del sujeto ante el objeto; las características internas del acto estético de creación, ejecución o contemplación; la fenomenología de la experiencia estética, etc. La teoría psicoanalítica (S. Freud, Baudouin, O. Rank) reduce el secreto del arte a una función liberadora de ciertos deseos reprimidos. Para la teoría del placer (H. R. Marshall, M. Porena, G. Santayana, J. M. Guyau), la belleza es lo que agrada a la mente en calidad de valor objetivo. La tendencia expresionista (Croce, ESTÉTICA F. Carrit, R. G. Collingwood) ve en la expresión el hecho estético fundamental, y, dado que el lenguaje es la forma expresiva originaria y radical, la Estética se convierte en filosofía del lenguajEstética La teoría de la Einfühlung responde en general a una tendencia subjetivista, pero algunos de sus autores (Volkelt, sobre todo) se preocupan de subrayar el carácter objetivo de los sentimientos estéticos. El desplazamiento de la atención hacia el sujeto responde más al afán de precisar ciertas vertientes decisivas del acto estético que al desconocimiento de que la belleza es un atributo rigurosamente propio del objeto denominado bello.
     
      b) Objetivista. Concede prevalencia al estudio del objeto estético y sus diferentes planos entitativos. La «Ciencia general del Arte» (Allgemeine Kunstwissenschaf t) entiende la investigación rigurosa de los fenómenos estéticos como filosofía del arte y la orienta al estudio concreto de los elementos que integran el hecho artístico y su elaboración (H. Taine, G. Semper, K. Fiedler, A. Schmarsow, ESTÉTICA Grosse, B. Christiansen, G. L. Raymond, H. Wolfflin, W. Worringer, ESTÉTICA d'Ors, ESTÉTICA Utitz, M. Dessoir). En su obra póstuma, Aesthetik (1953), N. Hartmann subraya la necesidad de fomentar el análisis del objeto (Gegenstandsanalyse) frente a la proliferación del análisis del acto (Aktanalyse).
     
      Según la función que se juzga decisiva en el acto subjetivo estético, la Estética subjetivista se subdivide en: a) Emocional. Para K. S. Lausila lo decisivo en la experiencia Estética radica en el influjo que ejerce el objeto bello sobre la vida sentimental y humana. b) Intelectualista. La vivencia Estética constituye esencialmente un acto de intuición o representación de carácter intencional objetivo. Para Schopenhauer, la conducta Estética no es fundamentalmente cosa del sentimiento, sino del entendimiento puro y la intuición intelectual, en cuanto aprehende la esencia pura de los seres de modo desinteresado y contemplativo, con plena independencia de cualquier fin extraño propuesto por la voluntad. De ahí el carácter purificador del arte.
     
      Dada la inevitable dualidad de planos entitativos que convergen en el objeto estético, la Estética objetivista se escinde a menudo en dos modalidades: a) Contenidista (o contenutista). La vertiente fundamental de la experiencia Estética viene dada por el contenido vital del objeto estético: las ideas encarnadas en la forma sensible expresiva. La Estética contenidista de carácter idealista está representada por las teorías especulativas, de orientación marcadamente deductiva, de Hegel, Schelling, Solger, Schleiermacher, F. T. Vischer. La belleza radica en el contenido espiritual y su expresión. ESTÉTICA von Hartmann y P. Moos elaboraron una Estética del contenido musical de carácter concreto idealista. La música es expresión de sentimientos espirituales y estados de ánimo (v. II). b) Formalista. Lo eficientemente estético es el orden o configuración formal de la apariencia sensiblEstética El agrado característico de la experiencia Estética viene producido por la relación de armonía entre las partes de una diversidad. La belleza radica en el buen orden de las partes y en su armonía mutua, según medida, proporción, número y ritmo, condiciones que hacen posible una fácil, agradable y gozosa captación del objeto. Las características de tal relación armónica fueron objeto de muy detenidos estudios por parte de los estetas antiguos y medievales. Modernamente, Herbart y R. Zimmermann consagraron a este tema amplios análisis. ESTÉTICA Hanslick defiende un formalismo extremo; la música no es, a su juicio, sino una forma tonalmente dinámica.
     
      4. Orientación actual de la estética. Dentro de la inevitable diversidad de orientaciones e., se advierte actualmente una voluntad decidida de integralidad y precisión. Sobre esta actitud de fecunda apertura al fenómeno estético en toda su riqueza y alcance, gravita la influencia complementaria de varias orientaciones filosóficas recientes: la axiología (Rickert), la fenomenología (Husserl, M. Geiger), la teoría de la expresión (Scheler, Cassirer), la filosofía de la vida (Dilthey, R. Müller-Freienfels), el personalismo existencial (Ebner, Buber, Marcel, ESTÉTICA Brunner), el movimiento existencial (Heidegger, Jaspers). El mensaje global de estas corrientes podría caracterizarse como el empeño de elaborar una teoría bien diferenciada de la categoría de objetividad, que permita hacer la debida justicia a los objetos-de-conocimiento que, por no reducirse a meros objetos, ofrecen un carácter constitutivamente ambiguo, en el sentido más positivo del vocablo, atmosférico y complejo. De ahí la tendencia general de la Estética contemporánea a tensar sus recuerdos gnoseológicos para dar alcance, en su irreductible complejidad, a los fenómenos inquebrantablemente bipolares de la e., evitando toda violenta reducción de los mismos a sus elementos integrantes. Por eso consagra especial atención al estudio de los temas siguientes:
     
      1) La sensibilidad humana, su relativa autonomía en el campo estético y su constitutiva versión a la inteligencia y, con ello, al ámbito de las realidades metasensibles.
     
      2) La intuición creadora en su condición sensible-intelectual, supraempírica y discursiva, teórica y práctica, especulativa y experiencial.
     
      3) El proceso genético de creación, ejecución y contemplación artísticas (fenomenología de la experiencia estética, de la formatividad, Estética operatoria).
     
      4) El objeto estético en toda su variedad y complejidad. Se procura evitar el objetivismo empirista mediante la puesta en juego de un modo tenso de pensamiento que estudie el objeto en su relación viva con el sujeto y a la luz de la idea general de lo bello. (En esta línea metodológica se hallan gran parte de los análisis actuales sobre el objeto estético y sus diversos planos, la obra de arte, su origen y dialéctica interna, las categorías estéticas, el ritmo musical, la apertura a lo sacro por parte de las artes plásticas, las «leyes» que rigen las interrelaciones de las formas, etc.).
     
      5) El carácter «envolvente» de los objetos de conocimiento que, más que cosas, son ámbitos que plenifican al sujeto que se inmerge en su campo de influencia con la disposición debida (Estética personalista, Estética analéctica).
     
      6) Lo que «acontece» en el encuentro de un sujeto creador, ejecutante o contemplador y un objeto estético (Estética del acontecer de lo bello).
     
      7) El sentido y alcance del fenómeno de integración de los elementos que constituyen la experiencia Estética y la relación de esta forma singular de unidad con la fundación de belleza (Estética fenomenológica existencial).
     
      8) La vinculación profunda que media entre la autoconstitución expresiva y la eclosión de belleza (Estética del lenguaje), el compromiso con las grandes realidades del entorno y la autonomía creadora (estudios sobre la relación de arte y e., la socialidad del arte, el impersonalismo artístico, el realismo crítico, la deshumanización del arte en aras de un proceso de objetivización hostil a las formas eminentes de objetividad, etc.).
     
      9) El estatuto ontológico del objeto estético. El estudio de la historia de la Estética deja en claro que sólo el análisis preciso y profundo de los diversos modos de realidad y, por tanto, de objetividad, permite salvar los escollos opuestos, pero igualmente nefastos, del objetivismo y el subjetivismo que no han podido evitar ciertas corrientes, en sí fecundas, de la Estética moderna.
     
      El estudio global de las copiosas y hondas aportaciones de la Estética contemporánea a la luz de una metodología severa de las realidades suprasensibles, basada en un análisis bien matizado de la categoría de objetividad y de la intuición intelectual inmediata-indirecta, está mostrándose en la actualidad singularmente fecundo en orden a resolver por vía de elevación, con un método robusto, los grandes problemas quEstética suscita la experiencia e.
     
              
BIBL.: M. BENSE, Estética, Buenos Aires 1907; J. SEGOND, Traité d'Esthétique, París 1947; P. SERVIEN, EsthétiquEstética Musique, peinture, poésie, science, París 1953; M. DUFRENNE, Phénoménologie de l'expérience esthétique, París 1953; N. HARTMANN, Aesthetik, Berlín 1953; L. PAREYSON, Estetica. Teoría della formativitá, Bolonia 1960; L. ESTEFANINi, Trattato di Estetica, Brescia 1960M. NÉDONCELLE, lntroduction á I'Esthétique, París 1963; A. PULIDO SILVA, Estética, México 1966; F. LARROYO y ESTÉTICA ESCOBAR, Sistema de la Estética, México 1966; A. ÁLVAREZ VILLAR, Filosofía del arte, Madrid 1968; A. LÓPEZ QUINTÁS, Hacia un estilo integral de pensar, 1, Madrid 1967; R. GUARDINI, La esencia de la obra de arte, Madrid 1969; ESTÉTICA GILSON, Pintura y realidad, Madrid 1961; J. MARITAIN, La poesía y el arte, Buenos Aires 1955; J. L. BUCHON, Hombre, belleza y Dios, Madrid 1969; R. HUYGHE, Los poderes de la imagen, Barcelona 1971; R. BAYER, Historia de la estética, México 1965; A. DEMPF, La expresión artística de las culturas, Madrid 1962; M. MENÉNDEZ PELAYo, Historia de las ideas estéticas en España, ed. ESTÉTICA Sánchez Reyes (C.S.I.C.), MadridSantander 1946-47.-Revistas de Estética se publican en diversos idiomas; en España, el Instituto «Diego Velázquez», del C.S.I.C., publica, desde 1943 y trimestralmente, la «Revista de Ideas Estéticas» (Madrid).

A.    LÓPEZ QUINTÁS.
B.     
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991 
Fuente: http://arvo.net/estetica/3-estetica-filosofia/gmx-niv593-con17551.htm

sábado, 8 de agosto de 2015

CURSO TALLER: Formación de instructores de Paternidad responsable y reconocimiento natural de la fertilidad (MOB)


Nos grato dirigirnos a usted, para manifestarle que el Instituto de Educación  Superior Pedagógico Privado San José de Cañete en convenio con CEPROFARENA (Centro de Promoción Familiar y Regulación Natural de la Fertilidad) invita a usted, a sus estudiantes y al personal que labora en su prestigiosa institución a participar de nuestro programa.

  El curso Taller se realizará por seis sábados y tiene las siguientes fechas: 22 y 29 ago., 12 y 26 sept., 24 y 31 oct. en el horario de 8:30 am a 1:15 pm en el Santuario Madre del Amor Hermoso de San Vicente de Cañete. Además cuenta con la certificación y acreditación correspondiente.

El objetivo del Curso Taller es proporcionar las bases científicas y razones humanas para una autentica e integral paternidad responsable y fertilidad  a través del Método de la Ovulación de Billings (MOB). Los participantes podrán desempeñarse como instructores y fomentar matrimonios comprometidos con la defensa de la vida y la promoción de la familia.


viernes, 24 de julio de 2015

Día de la independencia del Perú, felices fiestas patrias

Felices fiestas patrias: Peruanidad, fraternidad y patriotismo

¡Felices fiestas patrias! así intercambiamos los saludos. 
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Con esta ocasión recordamos grandes personajes y hechos que nos dieron una nación. El peligro es quedarnos sólo con las glorias y dejar de lado esfuerzos, sacrificios incluso de dar la vida por el ideal noble de constituir una patria. Para contar la historia de un país significa  recordar hechos victoriosos y derrotas. Los primeros nos ayudaran a reconocer las magnificencias; y los segundos, en cambio, a enmendar el error y sacar experiencias. Conocer la historia trae como consecuencia que nos repita los errores.
Lo peor que nos puede suceder es quedarnos simplemente con las victorias. Pensar de este modo significa “endiosar y caricaturizar” a nuestra gente y, por consiguiente, quedarnos en la necedad, antes que la humildad. Los grandes personajes que cuenta la historia del Perú, en el camino de su independencia, nos dejaron una herencia, la peruanidad.
Todos los peruanos tenemos una deuda con quienes procuraron darnos lo mejor, pero estamos inclinados a minusvalorar. Precisamente cuando tenemos serios retos que afrontar debemos pensar en esta realidad: todos somos peruanos y somos hermanos. Al menos es el mensaje de nuestro himno patrio.
Hay una palabra que conviene tener muy presente: la fraternidad. Gracias al cristianismo tiene un contenido real, que luego la revolución francesa en el siglo XIX la convirtió en algo ideal. Pero ¿dónde se fundamenta que todos somos hermanos? Considero que son dos: el primer punto de partida, una dimensión vertical, es que tenemos un mismo origen creacional que da fundamento a nuestra dignidad de persona y un mismo fin; en segundo lugar, contamos con la dimensión horizontal, se trata de que somos habitantes de una tierra y es nuestra patria.
Entonces, si recordáramos estas dos dimensiones las cosas serían diferentes, de tal modo que “el hermano ayudado por su hermano es como una ciudad amurallada”. Así primero es la patria (común) y luego mis intereses personales (individual).
Desde la fraternidad real las cosas se ven distintas. Vivimos momentos muy duros a todos los niveles sociales; todos somos conscientes de la realidad que suceden en nuestra querida patria. Se trata de la fuerza del mal manifestado por las olas de violencias como pueden ser: violentar la vida en cualquiera de sus fases, calumnias, corrupciones, paros informales, huelgas ilegales, drogas, comercio ilícito, etc.
A tal punto que podemos afirmar con seguridad que la lucha es en la propia casa y con los propios hermanos. Evidentemente esto es algo terrorífico y poco humano; hermanos luchando entre sí nos recuerda a la historia fratricida de Caín y Abel. Recordemos que los grandes imperios del pasado y del presente han caído por degradación moral, antes que por malos manejos técnicos. Cuando el hombre se olvida de lo propiamente humano corroe su propia vida y la de los otros.
Un País no nace, se hace. ¿Qué significa? Quiere decir que el amor a la patria debe ser algo noble y real. Implica dar la vida por los demás, por ejemplo. Al menos así lo hicieron los patriotas. Pero ¿cómo podemos ser patriotas? La situación está a nuestro alcance. Expresiones de patriotismo verdadero pueden ser: lealtad a los deberes de ciudadanos, cooperemos para el bien y no para el mal o para obstaculizar la paz; busquemos el bien común antes que el interés individualista que se olvida de todo hasta de la persona misma; dejemos de lado el favoritismo, la corrupción, el comercio ilícito con personas y con cosas; no cooperemos a la sinrazón de las actitudes; respetemos la dignidad de la persona humana.
Ante un país al parecer en llamas, todos queremos paz, pero la paz es fruto de la justicia. Hoy más que nunca los ciudadanos necesitamos consolidar la armonía interior y exterior. Si alguno de estos elementos faltase, entonces es probable que la pacificación y patriotismo sea artificial, postiza y momentánea. Construyamos un Perú más justo, solidario y fraterno. ¡Felices fiestas patrias!.

Atte,
P. Arnaldo Alvarado
arnaldo.alvar@gmail.com

Jr. Unanue 300

jueves, 16 de julio de 2015

Himno Nacional en Quechua


Ver en este vínculo:

https://www.youtube.com/watch?v=y8xpM6u6IR4


O también:

http://www.andina.com.pe/agencia/video-nuestro-himno-nacional-version-quechua-35699.aspx

miércoles, 15 de julio de 2015

Papa Francisco: encuentro con los sacerdotes, religiosos, religiosas y seminarista (Colegio Don Bosco, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia)

ENCUENTRO CON LOS SACERDOTES, RELIGIOSOS, RELIGIOSAS Y SEMINARISTAS
DISCURSO DEL SANTO PADRE
Coliseo del colegio Don Bosco, Santa Cruz de la Sierra (Bolivia)
Jueves 9 de julio de 2015



Queridos hermanos y hermanas, buenas tardes
Estoy contento con este encuentro con ustedes para compartir la alegría que llena el corazón y la vida entera de los discípulos misioneros de Jesús. Así lo han manifestado las palabras de saludo de Mons. Roberto Bordi, y los testimonios del Padre Miguel, de la hermana Gabriela y del seminarista Damián. Muchas gracias por compartir la propia experiencia vocacional.


Y en el relato del Evangelio de Marcos hemos escuchado también la experiencia de otro discípulo Bartimeo, que se unió al grupo de los seguidores de Jesús. Fue un discípulo de última hora. Era el último viaje, que el Señor hacía de Jericó a Jerusalén, adonde iba a ser entregado. Ciego y mendigo, Bartimeo estaba al borde del camino –¡más exclusión imposible!–, marginado, y cuando se enteró del paso de Jesús, comenzó a gritar, se hizo sentir, como esa buena hermanita que con la batería se hacía sentir y decía: “Aquí estoy”. Te felicito, tocás bien.
En torno a Jesús iban los apóstoles, los discípulos, las mujeres que lo seguían habitualmente, con quienes recorrió durante su vida los caminos de Palestina para anunciar el Reino de Dios y una gran muchedumbre. Si traducimos esto forzando el lenguaje, en torno a Jesús iban los obispos, los curas, las monjas, los seminaristas, los laicos comprometidos, todos los que lo seguían, escuchando a Jesús, y el pueblo fiel de Dios.
Dos realidades aparecen con fuerza, se nos imponen. Por un lado, el grito, el grito del mendigo y, por otro, las distintas reacciones de los discípulos. Pensemos las distintas reacciones de los obispos, los curas, las monjas, los seminaristas a los gritos que vamos sintiendo o no sintiendo. Parece como que el evangelista nos quisiera mostrar cuál es el tipo de eco que encuentra el grito de Bartimeo en la vida de la gente, en la vida de los seguidores de Jesús; cómo reaccionan frente al dolor de aquél que está al borde del camino, que nadie le hace caso –no más le dan una limosna– de aquel que está sentado sobre su dolor, que no entra en ese círculo que está siguiendo al Señor.
Son tres las respuestas frente a los gritos del ciego, y hoy también estas tres respuestas tienen actualidad. Podríamos decirlo con las palabras del propio Evangelio: “pasar”, “calláte”, “ánimo, levantáte”.
1. “Pasar”. Pasar de largo, y algunos porque ya no escuchan. Estaban con Jesús, miraban a Jesús, querían oír a Jesús. No escuchaban. Pasar es el eco de la indiferencia, de pasar al lado de los problemas y que éstos no nos toquen. No es mi problema. No los escuchamos, no los reconocemos. Sordera. Es la tentación de naturalizar el dolor, de acostumbrarse a la injusticia. Y sí, hay gente así: Yo estoy acá con Dios, con mi vida consagrada, elegido por Jesús para el ministerio y, sí, es natural que haya enfermos, que haya pobres, que haya gente que sufre, entonces ya es tan natural que no me llama la atención un grito, un pedido de auxilio. Acostumbrarse. Y nos decimos: Es normal, siempre fue así, mientras a mí no me toque, –pero eso entre paréntesis–. Es el eco que nace en un corazón blindado, en un corazón cerrado, que ha perdido la capacidad de asombro y, por lo tanto, la posibilidad de cambio. ¿Cuántos seguidores de Jesús corremos este peligro de perder nuestra capacidad de asombro, incluso con el Señor? Ese estupor del primer encuentro como que se va degradando, y eso le puede pasar a cualquiera, le pasó al primer Papa: “¿Adónde vamos a ir Señor si tú tienes palabras de vida eterna?”. Y después lo traicionan, lo niega, el estupor se le degradó. Es todo un proceso de acostumbramiento. Corazón blindado. Se trata de un corazón que se ha acostumbrado a pasar sin dejarse tocar, una existencia que, pasando de aquí para allá, no logra enraizarse en la vida de su pueblo simplemente porque está en esa elite que sigue al Señor.
Podríamos llamarlo, la espiritualidad del zapping. Pasa y pasa, pasa y pasa, pero nada queda. Son quienes van atrás de la última novedad, del último bestseller pero no logran tener contacto, no logran relacionarse, no logran involucrarse incluso con el Señor al que están siguiendo, porque la sordera avanza.
Ustedes me podrán decir: «Pero esa gente estaba siguiendo al Maestro estaba atenta a las palabras del Maestro. Lo estaba escuchando a él». Creo que eso es de lo más desafiante de la espiritualidad cristiana, como el evangelista Juan nos lo recuerda: ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve? (1 Jn 4, 20b). Ellos creían que escuchaban al Maestro, pero también traducían, y las palabras del Maestro pasaban por el alambique de su corazón blindado. Dividir esta unidad –entre escuchar a Dios y escuchar al hermano– es una de las grandes tentaciones que nos acompañan a lo largo de todo el camino de los que seguimos a Jesús. Y tenemos que ser conscientes de esto. De la misma forma que escuchamos a nuestro Padre es como escuchamos al Pueblo fiel de Dios. Si no lo hacemos con los mismos oídos, con la misma capacidad de escuchar, con el mismo corazón, algo se quebró.
Pasar sin escuchar el dolor de nuestra gente, sin enraizarnos en sus vidas, en su tierra, es como escuchar la Palabra de Dios sin dejar que eche raíces en nuestro interior y sea fecunda. Una planta, una historia sin raíces es una vida seca.
2. Segunda palabra: “Calláte”. Es la segunda actitud frente al grito de Bartimeo. “Calláte, no molestes, no disturbes, que estamos haciendo oración comunitaria, que estamos en una espiritualidad de profunda elevación. No molestes, no disturbes”. A diferencia de la actitud anterior, ésta escucha ésta reconoce, toma contacto con el grito del otro. Sabe que está y reacciona de una forma muy simple, reprendiendo. Son los obispos, los curas, los monjes, los Papas del dedo así [el dedo en señal amenazadora]. En Argentina decimos de las maestras del dedo así: “Ésta es como la maestra del tiempo de Yrigoyen, que estudiaban la disciplina muy dura”. Y pobre Pueblo fiel de Dios, cuántas veces es retado, por el mal humor o por la situación personal de un seguidor o de una seguidora de Jesús. Es la actitud de quienes, frente al Pueblo de Dios, lo están continuamente reprendiendo, rezongando, mandándolo callar. Dale una caricia, por favor, escuchálo, decíle que Jesús lo quiere. “No, eso no se puede hacer”. “Señora, saque al chico de la iglesia que está llorando y yo estoy predicando”. Como si el llanto de un chico no fuera una sublime predicación.
Es el drama de la conciencia aislada, de aquellos discípulos y discípulas que piensan que la vida de Jesús es sólo para los que se creen aptos. En el fondo hay un profundo desprecio al santo Pueblo fiel de Dios: “Este ciego qué tiene que meterse, que se quede ahí”. Parecería lícito que encuentren espacio solamente los “autorizados”, una “casta de diferentes”, que poco a poco se separa, se diferencia de su Pueblo. Han hecho de la identidad una cuestión de superioridad. Esa identidad que es pertenencia se hace superior, ya no son pastores sino capataces: “Yo llegué hasta acá, ponéte en tu sitio”. Escuchan pero no oyen, ven pero no miran. Me permito un anécdota que viví hace como… año 75, en tu diócesis, en tu arquidiócesis. Yo le había hecho una promesa al Señor del Milagro de ir todos los años a Salta en peregrinación para El Milagro si mandaba 40 novicios. Mandó 41. Bueno, después de una concelebración - porque ahí es como en todo gran santuario, misa tras misa, confesiones y no parás, yo salía hablando con un cura que me acompañaba, que estaba conmigo, había venido conmigo, y se acerca una señora, ya a la salida, con unos santitos, una señora muy sencilla, no sé, sería de Salta o habrá venido de no sé dónde, que a veces tardan días en llegar a la capital para la fiesta de El Milagro: “Padre, me lo bendice” –le dice al cura que me acompañaba–. “Señora usted estuvo en misa”. “Sí, padrecito”. “Bueno, ahí la bendición de Dios, la presencia de Dios bendice todo, todo, las…” “Sí, padrecito, sí, padrecito..”. “Y después la bendición final bendice todo”. “Sí, padrecito, sí, padrecito”. En ese momento sale otro cura amigo de este, pero que no se habían visto. Entonces: “¡Oh!, vos acá”. Se da la vuelta y la señora que no sé cómo se llamaba –digamos la señora ‘sí, padrecito’– me mira y me dice: “Padre, me lo bendice usted”. Los que siempre le ponen barreras al Pueblo de Dios, lo separan. Escuchan pero no oyen, le echan un sermón, ven pero no miran. La necesidad de diferenciarse les ha bloqueado el corazón. La necesidad, consciente o inconsciente, de decirse: “Yo no soy como él, no soy como ellos”, los ha apartado no sólo del grito de su gente, ni de su llanto, sino especialmente de los motivos de la alegría. Reír con los que ríen, llorar con los que lloran, he ahí, parte del misterio del corazón sacerdotal y del corazón consagrado. A veces hay castas que nosotros con esta actitud vamos haciendo y nos separamos. En Ecuador, me permití decirle a los curas que, por favor –también estaban las monjas–, que, por favor, pidieran todos los días la gracia de la memoria de no olvidarse de dónde te sacaron. Te sacaron de detrás del rebaño. No te olvides nunca, no te la creas, no niegues tus raíces, no niegues esa cultura que aprendiste de tu gente porque ahora tenés una cultura más sofisticada, más importante. Hay sacerdotes que les da vergüenza hablar su lengua originaria y entonces se olvidan de su quechua, de su aymara, de su guaraní: “Porque no, no, ahora hablo en fino”. La gracia de no perder la memoria del Pueblo fiel. Y es una gracia. El libro del Deuteronomio, cuántas veces Dios le dice a su Pueblo: “No te olvides, no te olvides, no te olvides”. Y Pablo, a su discípulo predilecto, que él mismo consagró obispo, Timoteo, le dice: “Y acordáte de tu madre y de tu abuela”.
3. La tercera palabra: “Ánimo, levantáte”. Y este es el tercer eco. Un eco que no nace directamente del grito de Bartimeo, sino de la reacción de la gente que mira cómo Jesús actuó ante el clamor del ciego mendicante. Es decir, aquellos que no le daban lugar al reclamo de él, no le daban paso, o alguno que lo hacía callar… Claro, cuando ve que Jesús reacciona así, cambia: “Levantáte, te llama”.
Es un grito que se transforma en Palabra, en invitación, en cambio, en propuestas de novedad frente a nuestras formas de reaccionar ante el santo Pueblo fiel de Dios.
A diferencia de los otros, que pasaban, el Evangelio dice que Jesús se detuvo y preguntó: ¿Qué pasa? ¿Quién toca la batería?”. Se detiene frente al clamor de una persona. Sale del anonimato de la muchedumbre para identificarlo y de esa forma se compromete con él. Se enraíza en su vida. Y lejos de mandarlo callar, le pregunta: Decíme, “qué puedo hacer por vos”. No necesita diferenciarse, no necesita separarse, no le echa un sermón, no lo clasifica y le pregunta si está autorizado o no para hablar. Tan solo le pregunta, lo identifica queriendo ser parte de la vida de ese hombre, queriendo asumir su misma suerte. Así le restituye paulatinamente la dignidad que tenía perdida, al borde del camino y ciego. Lo incluye. Y lejos de verlo desde fuera, se anima a identificarse con los problemas y así manifestar la fuerza transformadora de la misericordia. No existe una compasión, una compasión, no una lástima, –no existe una compasión que no se detenga. Si no te detenés, no padecés con, no tenés la divina compasión. No existe una compasión que no escuche. No existe una compasión que no se solidarice con el otro. La compasión no es zapping, no es silenciar el dolor, por el contrario, es la lógica propia del amor, el padecer con. Es la lógica que no se centra en el miedo sino en la libertad que nace de amar y pone el bien del otro por sobre todas las cosas. Es la lógica que nace de no tener miedo de acercarse al dolor de nuestra gente. Aunque muchas veces no sea más que para estar a su lado y hacer de ese momento una oportunidad de oración.
Y esta es la lógica del discipulado, esto es lo que hace el Espíritu Santo con nosotros y en nosotros. De esto somos testigos. Un día Jesús nos vio al borde del camino, sentados sobre nuestros dolores, sobre nuestras miserias, sobre nuestras indiferencias. Cada uno conoce su historia antigua. No acalló nuestros gritos, por el contrario se detuvo, se acercó y nos preguntó qué podía hacer por nosotros. Y gracias a tantos testigos que nos dijeron “ánimo, levantáte”, paulatinamente fuimos tocando ese amor misericordioso, ese amor transformador, que nos permitió ver la luz. No somos testigos de una ideología, no somos testigos de una receta, o de una manera de hacer teología. No somos testigos de eso. Somos testigos del amor sanador y misericordioso de Jesús. Somos testigos de su actuar en la vida de nuestras comunidades.
Y esta es la pedagogía del Maestro, esta es la pedagogía de Dios con su Pueblo. Pasar de la indiferencia del zapping al «ánimo, levántate, el Maestro te llama» (Mc 10,49). No porque seamos especiales, no porque seamos mejores, no porque seamos los funcionarios de Dios, sino tan solo porque somos testigos agradecidos de la misericordia que nos transforma. Y, cuando se vive así, hay gozo y alegría, y podemos adherirnos al testimonio de la hermana, que en su vida hizo suyo el consejo de San Agustín: “Canta y camina”. Esa alegría que viene del testigo de la misericordia que transforma.
No estamos solos en este camino. Nos ayudamos con el ejemplo y la oración los unos a los otros. Tenemos a nuestro alrededor una nube de testigos (cf. Hb 12,1). Recordemos a la beata Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús, que dedicó su vida al anuncio del Reino de Dios en la atención a los ancianos, con la «olla del pobre» para quienes no tenían qué comer, abriendo asilos para niños huérfanos, hospitales para heridos de la guerra, e incluso creando un sindicato femenino para la promoción de la mujer. Recordemos también a la venerable Virginia Blanco Tardío, entregada totalmente a la evangelización y al cuidado de las personas pobres y enfermas. Ellas y tantos otros anónimos, del montón, de los que seguimos a Jesús, son estímulo para nuestro camino. ¡Esa nube de testigos! Vayamos adelante con la ayuda de Dios y colaboración de todos. El Señor se vale de nosotros para que su luz llegue a todos los rincones de la tierra. Y adelante, canta y camina. Y, mientras cantan y caminan, por favor, recen por mí, que lo necesito. Gracias.



Diez mejores frases del Papa Francisco en su visita a Latinoamerica

El Santo Padre ha visitado Ecuador, Bolivia y Paraguay del 5 al 12 de julio .

1. Doy gracias a Dios por haberme permitido volver a América Latina (5 de julio 2015. Discurso a su llegada en el aeropuerto de Ecuador)
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2. Ayudemos a nuestros jóvenes a no identificar un grado universitario como sinónimo de mayor estatus, dinero, prestigio social. (7 de julio 2015. Discurso con el mundo de la escuela y de la universidad en la Pontificia Universidad Católica de Ecuador)
3. Pensemos en la sociedad a través de estos valores sociales que mamamos en casa, en la familia: la gratuidad, la solidaridad y la subsidiariedad. (7 de julio. Encuentro con la sociedad civil en Quito)
4. “Jesús nunca se saltea la dignidad de nadie” (9 de julio de 2015. Misa en la plaza del Cristo Redentor, Santa Cruz, Bolivia)
5. La compasión no es zapping, no es silenciar el dolor, por el contrario, es la lógica propia del amor, el padecer con. (9 de julio de 2015. Encuentro con sacerdotes, religiosos/as, seminaristas en Santa Cruz, Bolivia).
6. “Pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”. (9 de julio de 2015. II Encuentro Mundial de Movimientos Populares, Santa Cruz, Bolivia)
7. Los chicos son simples, son alegres. Eso es lo que quiere Jesús, que nos hagamos como los chicos. (11 de julio de 2015.Visita al hospital pediátrico Acosta Ñu, Asunción)
8. ‘La corrupción es la polilla, es la gangrena del pueblo’ (11 de julio de 2015. Encuentro con representantes de la sociedad civil, Asunción)
9. La fe nos hace prójimos, nos hace próximos a la vida de los demás. (12 de julio de 2015. Visita a la población del Bañado Norte de Asunción)
10.Hagan lío, pero también ayuden a arreglar y a organizar el lío que hacen. (12 de julio de 2015. Encuentro con los jóvenes en la Costanera, Asunción)
Fuente: http://www.franciscoenbolivia.org/uncategorized/las-10-mejores-frases-del-santo-padre-en-su-viaje-a-america-latina/

sábado, 4 de julio de 2015

Unión de parejas homosexuales ¿se puede equiparar al matrimonio?

La unión de parejas homosexuales es el caso más patente que no debe ser equipa­rado al matrimonio. Y, sin embargo, es el grupo más activo y el que -incluso cuando no se le men­ciona de modo explícito- contemplan los diversos proyectos de Ley sobre las parejas de hecho. Es preciso constatar la falta de racionalidad que sub­yace en sus razonamientos. A modo de síntesis, ca­bría responder así a sus falaces argumentos:
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·         No es cierto que existen «diversos tipos de matrimonio y de familia», sino tan solo distintas manifestaciones culturales del hecho familia. Solo existe el matrimonio y la familia como institucio­nes que derivan de la propia especificidad hombre­mujer, a partir de su estructura somática y de su sensibilidad psíquica.
·         Ese «vínculo jurídico equiparado al conyu­gal» que demandan es ilógico, pues en las parejas homosexuales no existe «conyugalidad» alguna.
·         Dado que la unión homosexual no tiene el «efecto social» de los hijos, pues es infecundo, ¿pa­ra qué reconocerla civilmente? Tal unión no aporta nada a la sociedad, sino que se pretende alcanzar un favor para los propios interesados individual­mente.
·        Ambas formas -matrimonio y unión homose­xual- contribuyen de modo totalmente diverso a la sociedad: el matrimonio es un «bien social», las parejas de hecho se les denomina con razón «unio­nes antisociales», dado que dan lugar a desestabili­zaciones en la sociedad, pues no originan paren­tesco alguno y son propicias a provocar algunas enfermedades, tales como el SIDA. De hecho, aun­que algunos colectivos gays defienden las parejas de hecho para practicar un «sexo seguro», sin em­bargo, según las estadísticas, «los homosexuales tienen la probabilidad diez veces mayor que un he­terosexual de ser portador del virus del SIDA». Por este motivo, el Parlamento Holandés, que pretende «reforzar la igualdad de trato a parejas de homose­xuales y lesbianas», lo único que les prohíbe es ser «donadores de sangre y de semen».
·         Si no se precisa la diferencia sexual para re­conocer tal unión y equipararla al matrimonio, cabe preguntar: ¿Por qué no se admite la unión de consanguíneos? En efecto, también los parientes podrían unirse legalmente y ser reconocidos como verdadero matrimonio, pues, si en estos se conde­na el incesto, debería también prohibirse la unión donde no existe distinción sexual. En efecto, la prohibición del incesto y la distinción sexual son las condiciones básicas para originar e integrar la sociedad humana.
·         Al argumento de que deben ser tratados con justicia, cabe responder que, efectivamente, por su condición no deben ser discriminados, pero «no penalizar» es distinto que «legitimar» jurídicamen­te con consecuencia públicas.

CONCLUSIÓN: Se impone hacer una llamada de atención a los políticos y a los juristas: no se puede legislar en favor de esa minoría perjudican­do e incluso destruyendo otra institución que es común entre los ciudadanos. La legislación es siempre decisiva en la vida social, pues interpreta, desde el punto de vista jurídico, una realidad hu­mana concreta. Y lo jurídico no puede deformar esa realidad, sino potenciarla y defenderla.

Y es el caso que el reconocimiento legal lesio­naría la justicia que regula derechos-deberes de los esposos, de estos con los hijos, etc. En consecuen­cia, originaría un sinfín de fraudes e injusticias. Por ejemplo, se daría el caso de unirse a una ancia­na/o para percibir la renta o la herencia. Asimis­mo, si a las parejas de hecho se les iguala a las fa­milias originadas del matrimonio con equivalentes derechos laborales, de beneficios fiscales, de segu­ridad social, créditos familiares de vivienda, reba­jas de transporte, etc. y no se les demanda los de­beres que conlleva el matrimonio, se comete una grave injusticia social, pues se les equipara en los derechos, pero no en-los deberes. En el fondo, las parejas de hecho buscan esa extensión de los bene­ficios de la familia a su propio estado, sin que gra­ve sobre ellas las obligaciones propias de la institu­ción familiar.

Pero cabe decir más. Las parejas de hecho son un mal para la sociedad. Al Estado, que por defini­ción busca el bien social, le interesan ciudadanos satisfechos, familias estables y una fecundidad ra­zonable en los matrimonios. Nada de eso ofrecen las parejas de hecho. Además, estas uniones pro­ducen abundantes casos de familias monoparenta­les y de otras situaciones penosas que el Estado es­tá obligado a atender con seguros y subvenciones.

En efecto, el reconocimiento jurídico de las pa­rejas de hecho dará lugar a graves problemas eco­nómicos, pues, como constata la Conferencia Epis­copal Francesa, «supone una carga financiera suplementaria, difícilmente justificable cuando, por otra parte, incluso se reduce la ayuda a las fa­milias». También en España, los técnicos estiman en 8.663 millones de pesetas el gasto por la nuevas pensiones de viudedad. Pues bien, si se aceptan las parejas de hecho, aumentarían 30.304 millones en el año 2.006. (Queda pendiente una cuestión que merecería una reflexión más profunda: la «calificación» moral de tales leyes. Cabría distinguir tres casos: a) El reconocimiento jurídico de las parejas de hecho, sin equipararlas al matrimonio, cabría calificarlo como ley  justa,  por cuanto reconoce situaciones reales en una sociedad plural y democrá­tica. A este caso, cabría aplicar el principio de Tomás de Aquino de que «la ley humana no puede prohibir todo lo que se opone a la vir­tud». Suma Teológica n-n, q. 77, a. 1 ad 1. b) En el caso de que se asi­milen al matrimonio, habría que pensar seriamente si cabe en tal caso aplicar el «principio de tolerancia». c) Sin embargo, parece que sería injusta una ley que igualase al matrimonio la unión de homosexuales, dado que se trataría de algo intrínsecamente malo.
Fuente: A. Fernandez, Parejas de hecho, Madrid 2011.

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