Han oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo
de juicio. Pero yo les digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su
hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil” tendrá que
comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la
“gehena” del fuego.
Esta manera de enseñar de Jesús es con autoridad. Jesús da plenitud y
cumplimento a todas las enseñanzas del antiguo testamento. Pero hay una clara
novedad. Ahora las cosas se hacen a imitación de quién nos precedió en amar y
nos dio ejemplo.
Hay momentos de la vida en que necesitamos una briza refrescante en medio
de momentos calientes. El Señor es el remanso de paz que necesitamos. En
efecto, Jesús nos invita a ensanchar nuestra forma de ver, pensar y tratar a los
demás.
Lo establecido, las normas, las costumbres no es suficiente. La fraternidad
humana tiene una base que está en el parentesco, la cristiana se fundamenta en
el bautismo y la universal en que somos personas y con la misma dignidad.
Siendo parte de la misma familia somos diferentes en talentos, cualidades,
bondades y también los errores. Nadie está predeterminado. La libertad nos hace
romper con todos los lazos para crecer en fraternidad.
¿Qué actitudes puedo asumir para fomentar la fraternidad? El papa Francisco
recomienda el diálogo: “Acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse,
tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto, todo eso se resume en el
verbo “dialogar”” (Fratelli tutti, 198).
¿Cómo reaccionas cuando en tu familia, tus propios hermanos hay incomprensiones,
palabras hirientes, hechos que te hacen sufrir, malos entendidos? Es bueno
aceptar que eso puede pasar también. Pero que debe ser corregido. Es el momento
de ayudarse. Se trata de alejarse de la
tentación de matar con la palabra, la mirada, el pensamiento y el corazón.
¿Te comprometes a vivir la fraternidad auténtica? Recuerda “Los hermanos
ayudados por sus hermanos son como una ciudad amurallada quién la podrá
destruir”
P. Arnaldo
Alvarado