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miércoles, 19 de agosto de 2020

Libertad y compromiso por el reino de Dios

 

AzleAvenue - Busquen el reino de Dios por encima de todo... | Facebook

Amigo ¿Cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta? (Mt 22, 1-14). Con estas palabras el Señor nos explica que al reino de Dios están invitados todas las personas de todos los tiempos. En efecto, quienes hemos recibido el bautismo ya lo tenemos como herencia.

En este pasaje del evangelio hay un detalle importante. Todos han sido invitados por rey a la celebración, pero los ciudadanos no dan la importancia debida. Cada uno va a sus asuntos.

Este el gran problema de nuestros tiempos. Dejamos para después temas importantes: perdón, ser perdonados, oración, la caridad, el trabajo bien hecho, tiempo de la familia, cortar una dependencia o persona que no te conviene, dejar los vicios.

El peligro es dejarse llevar por los caprichos. Esto implica que aquello que domina es el antojo con la gravedad de dejar lo realmente valioso. Así el mal uso de la libertad antes que ratificar nuestra personalidad la deteriora y terminamos despreciables a los ojos humanos y de Dios.

Nos toca hacer que el reino de Dios crezca en cada uno y en la sociedad con la buena respuesta que se puede dar en la familia, en el trabajo, con la coherencia de vida. El cristiano no lo tiene fácil. Necesita ir contracorriente. Pero aquella semilla tiene que crecer.

¿Te propones dejar la superficialidad para dedicarte a lo importante? ¿Das importancia a los temas de tu fe o dejas para después? ¿Cuánto valoras el reino de Dios? Pues en esta vida estamos de peregrinos, la vida definitiva está más allá.

P. Arnaldo Alvarado

 

viernes, 14 de agosto de 2020

El perdón: herida y medicina

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En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: Señor, si mi hermano me ofende ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? ¿Jesús le contesta: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete (Mt 18, 21-19,1).

Con esta respuesta el Señor nos invita a perdonar siempre y hacerlo continuamente. El perdón es un acto de la voluntad por el cual se identifica las heridas del pasado, se reconcilia y se vuelve curado. Dios no se cansa de perdonar porque es esencialmente amor. Cuánto más se ama, más se perdona. De allí que el perdón de Dios sea generoso.

Perdonar quiere decir expresar un acto de amor a sí mismo y a los demás por amor a Dios. Lo que no quiere decir que se está de acuerdo con la ofensa causada. No. Se perdona a la persona, pero se rechaza los actos malos.

Puede que no tengamos el valor de perdonar por la gravedad de las ofensas. Pero recuerda eso implica que se cargue con algo pesado con la idea que traerá la solución. Pero no es así. Algunos comparan el gesto de no perdonar como aquella persona que toma algo amargo pensando que traerá la solución.

Más que un sentimiento el perdón implica libertad para comprender los fallos, dejarlos en la mano de Dios y que se restaure lo dañado. No se acepta el daño, sino la persona que quiere cambiar. De parte del autor de la ofensa siempre tiene obligación de restablecer y restituir lo dañado, cambiar de actitud y ser diferente.

¿Cómo puedo perdonar? ¿Cuáles serían las fuerzas que me ayuden a perdonar? Humildad, esto es, comprender que la ofensa está allí y se perdona aunque el autor del daño debe restituir las pérdidas.

Oración. Pedirle a Dios la fuerza para restablecerse y curar las heridas. Dar tiempo a que las heridas se curen.

Paciencia: tener fe en que las personas cambiarán y tener la esperanza de que si perdono Dios también me perdonará.

Justicia. Lo que es de justicia debe restablecerse.

¿Cuáles son las heridas causadas por ofensas propias y ajenas y que debes perdonar y pedir perdón? No dejes para mañana lo que puede hacer hoy.

P. Arnaldo Alvarado

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