Las
palabras de Jesús son siempre buena noticia. Dice nuestro Señor en el evangelio de Juan: «Padre
santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como
nosotros”. Dios es uno. Él nos invita a formar parte de una gran familia de los
hijos de Dios en la barca de la Iglesia. La unidad es precisamente una de las características
de la Iglesia.
El
problema terrible de nuestros tiempos es la división. Asistimos a la cultura del debilitamiento y ruptura de
la unidad de los países, de las instituciones,
de la familia y de la persona. De manera muy fácil se deteriora este don
precioso. Toda esta situación, si no rectificamos, nos llevará a la muerte y la
destrucción.
En
estos días de espera al Espíritu Santo que viene en la fiesta de Pentecostés
pidamos a Dios que nos bendiga con la unidad. Busquemos ser personas de una
sola pieza, en el trabajo, la casa, los amigos, las redes sociales. No
aparentes. Se coherente con tus principios y compromisos. Si lo has perdido
asume la responsabilidad y reconstruye tu unidad y de las demás personas que se
te confiaron.
Foto: https://www.google.com/search?q=arbol&rlz=1C1CAFC_enPE840PE840&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwjbw6X_q9HiAhWP11kKHRFvCBEQ_AUIECgB&biw=1350&bih=591#imgrc=5Dltu_-ppCLTCM:
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