Dos miradas
Los
ojos son las ventanas del alma, tanto para canalizar los intereses que se guarda en el corazón como expresar también lo que hay en él. Estas palabras de Jesús
de Nazareth pueden ayudarnos: “cuiden de no practicar su justicia delante de
hombres para ser vistos por ellos” (Mt 6,1-6, 16-18). Qué distinto es la mirada del que tiene un
corazón sano y bondadoso del aquel dañado y egoísta.
Hay
que percatarse de cómo hacemos las cosas más nobles tales como: la limosna, la
oración y el ayuno. ¿Cuál es el motivo
de hacerlos? Pues son actividades que pertenecen a la piedad de todo hombre
religioso; dichos actos pueden perder
valor por la ausencia de rectitud de intención.
Hagamos
todas las cosas por amor a Dios, sin ningún interés de por medio. Jesús es la
medida y modelo de nuestra relación con Dios en la oración, el ayuno y la
limosna. Que Él sea el motivo principal, imitar a Cristo porque eres capaz.
En
consecuencia “hay que dar hasta que duela” (Madre Teresa de Calcuta). No te
compares con nadie. Fíjate en la cualidad y no en la cantidad. Si comienzas a
poner razones humanas como el quedar bien, recibir aplausos, corrígelo. No lo
hagas por tu honor sino por hacer un servicio desinteresadamente. Tu sentir, pensar
y hacer ¿tienen buenas intenciones? Dios valora lo pequeño.