Expresar lo mejor de nosotros mediante nuestros comportamientos es una aspiración magnánima. Una de las tareas constantes y quizá la más difícil es aceptarse y conocerse. Pero la medida no somos nosotros mismos dado que no siempre acertamos; de allí la importancia de dejarse ayudar. Aristóteles dijo que el hombre es una animal que posee logos (razón). Efectivamente ejercemos nuestra razón con los demás.
Con frecuenta también nos preocupamos por el cambio de los demás. ¿Por qué tanta fatiga en conseguir resultados? Puede ser un buen paso la siguiente apreciación de Philippe (2012): “Hay algo que también deberíamos entender: ¡No podemos cambiar a los demás en absoluto! A veces nos obcecamos en mejorar a los demás; es preferible aceptarlos como son. Y entonces un pequeño milagro sucederá: cuando se les acoge tal y como son, entonces empiezan a cambiar”.
Con frecuenta también nos preocupamos por el cambio de los demás. ¿Por qué tanta fatiga en conseguir resultados? Puede ser un buen paso la siguiente apreciación de Philippe (2012): “Hay algo que también deberíamos entender: ¡No podemos cambiar a los demás en absoluto! A veces nos obcecamos en mejorar a los demás; es preferible aceptarlos como son. Y entonces un pequeño milagro sucederá: cuando se les acoge tal y como son, entonces empiezan a cambiar”.
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