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jueves, 16 de junio de 2022

Donde está tu tesoro allí está tu corazón



Del evangelio según san Mateo 6, 19-23.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No amontonen tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban.

Amontonen tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los roan, ni ladrones que abran boquetes y roben.

Porque donde está tu tesoro, allí está tu corazón.

Jesús nos invita a ser realistas. Estamos de paso por este mundo. Tenemos una misión, allí donde Dios te ha puesto. El corazón humano está hecho para amar. Esto quiere decir, hacer y hacerse el bien incluso aunque parece que las fuerzas faltaran.

En este pequeño pasaje bíblico hay como tres pasos para poner el corazón en el verdadero tesoro. Vamos a recorrerlos. Tendríamos que empezar desde el fin, que es lo que mueve todo lo demás.

Primero, ¿Dónde tienes puesto el corazón? ¿Cuál es la meta más importante de tu vida? ¿Cómo pones en marcha tus acciones en esa búsqueda? En efecto el corazón aspira aquello que está más allá de esta vida. Pon el corazón en Dios, las cosas buenas, las metas generosas.

Segundo, entonces se trata de poner el corazón en el Cielo, esto es, en lo bueno, justo y bello. Porque el Cielo está donde Jesús se encuentra. Jesús no impide trabajar, ganar, triunfar, sino de poner el corazón en alguien cuyo bien es más alto. Es necesario mejorar la calidad de vida, ir progresando como persona, como familia, como empresa, institución y sociedad, avanzar en los estudios, mejorar los talentos. Pero siempre con orden.

Recuerda que todo lo que consigas para esta vida es para ayudarte a vivir mejor y así puedas ayudar más a quienes sea posible. El dinero, las riquezas, los honores son medios e instrumentos para hacer mucho bien, pero no es el fin último. Las cosas materiales cubren necesidades, conceden bienestar, pero no satisfacen la aspiración del corazón humano.

Tercero, Jesús nos advierte del peligro de la avaricia, la codicia y la vanagloria. Esos caminos pueden llevarnos a un infierno que si no se rectifica, cada vez es más frío y profundo. Puesto que, la tristeza, las comparaciones y los agobios dominan el corazón.

En definitiva, agradece, fructifica, orienta y multiplica los dones y beneficios que hayas recibido haciendo y haciéndote el bien. Allí está tu tesoro, en que te haces bueno y encuentras gozo y paz incluso en la ausencia de medios de subsistencia.

P. Arnaldo Alvarado

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