Foto: Catholic.net
¿Acaso
se enciende la lámpara para ponerla debajo de un celemín o debajo de la cama?
Hay
momentos en la vida en que se entra por la ruta de la oscuridad sea mediante la
tristeza, la soledad, dificultades de cualquier tipo. Con toda razón el ser
humano es también un ser trágico. Pero es bueno alzar la mirada y pensar en la
condición de nueva criatura. En efecto, el que se bautiza se reviste de luz, de
la luz de Cristo.
De
allí que esta manera de enseñar en parábolas por parte del Señor Jesús nos
invita a considerar dos aspectos: primero, Cristo es la luz del mundo; segundo,
esa luz del Reino de Dios está destinado a todos los hombres. Además, de todo
lo que se haga de bueno o malo no pasará desapercibido. Pues Jesús en su
segunda venida establecerá el juicio público. Nada quedará oculto. Es decir,
todos resucitaremos y seremos juzgados públicamente.
Recuerda
que hay momentos en la vida que te puedes ubicar como en un túnel al parecer
sin salida ¿Qué actitud asumir en ese momento? Acuérdate que la luz lo llevas
contigo; es más, es el momento de poner tu luz en alto y que brille.
“Si
dices: basta, ya has muerto” (Agustín, Sermones 51) ¿Valoras la fe que has
recibido en el bautismo? Si de modo voluntario o sin querer vives momentos de
oscuridades ¿Acudes al Señor con confianza y pones todo de tu parte para dejar
la oscuridad y la desesperación? Cristo es la luz del mundo. Como discípulo es
ocasión de que hagas brillar tu luz.
P.
Arnaldo Alvarado
29 enero
2020